Sobre los principios del reino marroquí

Al desmoronarse el Califato de Córdoba, se crearon con sus restos una multitud de reyezuelos en la Península Ibérica y sus posesiones que tenían en África  se declararon como es natural independientes y allí ocurrieron sucesos que conviene examinar, ya que nos acercamos a los tiempos en que Marruecos llego a su constitución y nacionalización definitiva.
En los principios del siglo XI, levantose en la parte meridional de Almagreb conocida con el nombre de Gentulia, nueva secta religiosa procedente del islamismo, que había que ocasionar un cambio decisivo en el modo de ser en la antigua Mauritania Tingitana. El berberisco Yussuf ben Tanchfin, perteneciente a las gentes de los Lantunas, fracción importante de la tubu de los Zanatas, aunque estos pueblos habían aceptado la doctrina de Mahoma que casi de todo punto extraño a la ineligencia de su moral y de sus dogas, hasta que en el 1026 llego a ellos Abadia ben Yasim, morabita de Sux, hombre que con singular habilidad difundió las doctrinas de una religión que como la mahometana prescribía la conquista, despertando el entusiasmo bélico en aquellas tribus incultas, lanzándolas contra los bereberes que habían  permanecido fieles a su primitivas creencias
Para compensar Abadía a aquellos montañeses, que sin detenerse a las fatigas ni obstáculos de ningún genero, combatía a favor de la religión musulmana, difundiéndola entre los moradores de los poblados del Atlas a los que llamo hombres de Dios, prometiéndoles sobre los musulmanes ya generados el imperio del Almagreb.
Bien pronto, aquellos neófitos guiados por Abdellah conquistaron Sigilmasa y todo el país del Darah, plantándose en el Sahel y en medio de las llanuras del Agmat, en donde se alzaba la pequeña ciudad de este nombre.
A la muerte de Abdallah poco tiempo después, quedó como jefe encargado. Abu Beker ben  Omar de prosecución de tales empresa y correspondiente a la importancias de su misión, consolidó su poder en el país por medio de la persuasión y la dulzura (1068), convirtiéndose la ciudad de Agmat en centro de la atracción de las poblaciones vecinas, cuyos moradores concurrían allí impulsados por la fama de santidad que adquirieron los Almorávides.
Muy pronto, la ciudad de Agmat fue insuficiente para contener el numero de fieles con se iba engrosando la nueva secta , y entonces Abu Beker escogió para la erección de aquel creciente estado como capital una vasta llanura llamada Eyana, que por el momento no pudo realizar sus propósitos pues los Latunas que habían quedado del otro lado del Atlas, viéndose amenazados por la tribus vecinas, llamaron en su auxilio a sus hermanos los Almorávides, respondiendo Abu Beker a la justa petición de estos, aplazo sus planes y dejando al frente de sus ciudadelas a Yussuf Ben Tachfin que se había dado a conocer durantes las últimas luchas que había sostenido contra los bereberes, siendo este hombre a quien se le consideraba cono el verdadero fundador de una nueva dinastía.
Yussuf no pertenecía a las familias nobles de los Lantunas y debido a sus meritos y a la estimación de que gozaba entre los suyos, el honor de continuar con la urda misión de conquistador religioso e inaugurada por Abdallah y Abu Beke, y nacido de pobre cuna, no podía aspirar a nada, sino por sus meritos propios el honor que se le dispensaba. Su padre era alfarero y andaba de tribu en tribu vendiendo las obras de arcilla que el mismo fabricaba. Reunía Yussuf todas las gracias que atraen a las multitudes y entusiasma a las masas, por lo cual no tardo en  numerosas parciales en la población de Agnmat, y para afirmar su autoridad que era lo provisional, como constituyo de Abu Beke resolvió el sancionar sus intentos por medio de la gloria de las armas, comenzando su obra sometiendo algunas tribus árabes de la comarca que aun no se mantenían independientes y que después de fáciles triunfos convoco a cuantas reconocían su autoridad para la invasión del reino de los Edrissis de Fez.
A esta convocatoria, acudieron mas de 80.000 combatientes provistos de sus armas y colocándose a la cabeza de tan numerosas huestes. Yussuf invadió la provincia y conquisto Fez después de haber batido  las cercanas montañas de Onequi que estaban a doce leguas de Mequines a los descendientes de Zeire que allí se encontraba, y desde allí avanzo hasta Tlemencen, de donde arrojo a los Zeneta hasta Argelia, regresando triunfante hasta Agmat que hecho hasta los fundamentos a esta ciudad, la que posteriormente se le dio el nombre de Marrakech, nombre que todavía conserva y que también se ha servido para designar a todo el país.
Durante este tiempo Abu Beker sofocados los disturbios de los Lantunas sobre el Tell, pronto tuvo conocimiento de las brillantes hazañas de Yussuf, que les fueron demasiados fáciles para intentar disputársela por las armas a un imperio que había conquistado casi entero, y cediendo a la opinión publica, tuvo la prudencia de renunciar a todas las pretensiones, mas como antes de partir deseado cerca Fez en un bosque llamado de los Albornoces, en donde Yussuf tendió en el suelo su manto o chilaba para
Que sirviera de alfombra a su señor Abu Beker, que había venido del desierto para  regocijarse en gloria de su discípulo, el mas firme apoyo de los Almorávides y en cuanto a él, su misión ya estaba cumplida y no deseaba mas que el reposo de una vida apacible en medio de los suyos.
Pronto sometió Yussuf las provincias del Magreb y las ciudades de las costas mediterráneas, dirigiendo sus armas hacia Oriente hizo una guerra implacable contra los árabes, antiguos conquistadores del país, y que miraban con gran desprecio por yugo que les imponían quienes hasta entonces los habían considerados como inferiores, por lo que los árabes se vieron obligados a marcharse a Egipto en donde gobernaban los Tarimitas, por lo que una vez dueño Yussuf de la mayor parte del África septentrional, regreso a la capital que él había fundado, Marrakech (Marruecos) habiendo sido proclamado Emir y defensor de la religión musulmana Los historiadores árabes retratan de este modo al fundador del reino de marroquí. Dicen que era de color moreno lustroso, buena estatura, delgado, con poca barba, voz clara, ojos negros, valeroso en la guerra, prudente en el gobierno, cejas arqueadas, nariz aguileña y cabello largo, modesto y decente en el vestir, comía nada mas que pan de cebada, carne y leche de camella. En el colmo de su grandeza y de su fortuna, en todo momento se mostró digno del destino de su esplendor que Dios le había deparado.