Casi todos los años en agosto suelo ir un día a la playa, sobre las siete de la mañana, y bañarme en pelotas si no hay nadie al que moleste. Créanlo es como un pequeño renacer y un balance vital que para los que estamos un poco pirados estas cosas nos vienen bien. Este año el balance va a ser claro: impotencia.
Impotencia por ver millones de seres humanos que huyen de la barbarie a través de ese mismo mar. Al parecer ya se han dado cuenta en el norte de Europa -me vienen a la cabeza, entre otros, los hijos de la Gran Bretaña- que es también su problema. Aunque en Europa somos muy dados a que a alguien le dé por invadir Polonia para darnos cuenta que teníamos un problema en casa, ¡pues imagínense si lo veían tan lejano!
Impotencia ante las salvajadas del noticiario de turno. Sea ésta el porcentaje de mujeres asesinadas, hectáreas de montes quemados, maltrato animal, graves accidentes, actos violentos... Noticiarios pertenecientes a unos medios de comunicación que lo fundamental es entretener e idiotizar “cómo sea, de lo que sea, del que sea, al precio que sea” el formar ha quedado reducido a lo mínimo, al igual que lo de informar libremente. Aunque versionando el final de la película Casablanca: ¡Siempre nos quedará internet! La última esperanza de encontrar un espacio libre, aunque no exento de insultos, amenazas y algún que otro personaje público que desconoce que ‘algunos tuits los carga el diablo’.
Impotencia ante lo que me comentaba una señora el otro día sobre los problemas que tiene su joven hijo que está cumpliendo condena para que le hagan unas pruebas médicas fuera de prisión, pese a no tener éste delitos de sangre, ni estar considerado peligroso. Por supuesto me hizo mención a la situación de Isabel Pantoja y su reciente ingreso en un hospital privado. Supongo que todas las madres son así, son cosas de madres que les ciega el amor por sus hijos. Incluso mi anciana madre pensará que yo soy un santo.
Me vino a la cabeza -algo que por supuesto no le comenté- que por qué no le pedía audiencia al ministro de Justicia. Con las últimas declaraciones del de Interior ya hay un nuevo escándalo político para el verano. Otros se habrían reunido en una comida privada, en un ‘casoplón’ apartado o incluso en una gasolinera... algo más discreto. A usted y a mí, que somos pobres mortales, sólo nos llegará información adulterada de parte de los unos, de otros y del resto. Ni somos portadores de informaciones que cotizan, ni pertenecemos al club de los cien poderosos. Porque de eso es de lo que se trata de proteger a un ex ministro imputado, y un ex ministro es un ex ministro. Supongo que entre personas de relevancia será eso normal -gobierne quien gobierne-, pero no me imagino yo esta misma situación con un juez inhabilitado como es Baltasar Garzón para preocuparse por su seguridad. Total este sólo le metió el dedo en el ojo a narcos, terroristas, dictadores extranjeros y nacionales, corrupción política... Y que sí, que sí, que fue condenado a pena de inhabilitación por escuchas ilegales en el caso Gürtel... ¿Pero se lo pueden imaginar la misma escena en el Ministerio cuando estaba imputado?
Pues como empezamos con lo de la impotencia me iré mañana a pegarme mi baño de renacimiento -aunque mi hija diga que estoy como una cabra- y con suerte me pilla un tiburón, continuando la cadena alimenticia, habiéndome sentido vitalmente útil en algo. Y con menos suerte me pica una medusa en las pelotas y entonces seguro que sentiré el tipo de impotencia en la que pensaban ustedes al principio de este artículo.
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