Asistimos, cada día, al espectáculo dantesco de ver a los cuerpos de los emigrantes ahogados sobre las aguas azules del Mediterráneo; o arrojados sobre las arenas de cualquier playa de nuestras costas. Y este retumbe contante de los emigrantes muertos que llaman a sus muertos para ser enterrados con unas lápidas anónimas, se vierte sobre nuestras conciencias con un sentimiento de culpabilidad imposible de soportar por más tiempo… Es el horror y la desolación más devastadora, a la que se le pone cara de un muchacho magrebí, o un subsahariano, o de una mujer embarazada, o la soledad de un cuerpo de un niño de apenas unos años -que los informativos se encargaron de repetir hasta la saciedad- en la orilla de cualquier playa…
Los escenarios con el espanto como protagonista ya están dados de antemano, y los cuerpos destrozados sobre las rocas también. ¿Qué, pues, nos queda? Pareciera que rezar una oración por sus almas, y esperar a otra tragedia, para volver a rezar otra oración…Y, así de manera continua sin que esta macabra rueda maldita pare nunca de dar vueltas vomitando aquí y allá muerte y dolor…
Los buques de las ONGs buscan a sus náufragos, como corresponde a su ideario altruista de salvar vidas humanas; y, a los Gobiernos, les toca marear la perdiz para asignarle un puerto de desembarque… Nada hay nuevo bajo el sol, los mismos rostros desatentos y ausentes de los náufragos, las mismas muertes, y los mismos remordimientos por las nuevas muertes que en cada amanecer el nuevo día nos trae…
Y, a partir de este dolor, y de este sufrimiento innecesario de unos seres humanos puestos en el camino de la lucha por la vida -como mencionaba el novelista vasco Pio Baroja- donde tenemos que profundizar en una reflexión que nos aclare y nos dé una solución a estas ignominiosas circunstancias, que nos trasciende y nos sumerge en la desesperación del no saber qué hacer para impedir que la rueda del destino, siga girando sin freno, alocada, sin que nada ni nadie la pare…
Y, la solución no se encuentra en la admisión de emigrantes sin control, y sin una previsión de la llegada de los emigrantes para mínimamente proporcionarles las necesarias ayudas y poder cuantificar el alcance de las mismas. Esta falta de previsión ya no es posible que continúe por más tiempo. La problemática hay que atajarla desde el desarrollo de unos planes determinados, y no se encuentre al albur de la ONG de turno, que rescate a los emigrantes, hasta que en un acto de misericordia, el también Gobierno de turno acepte su desembarque en algún puerto…
La aceptación de emigrantes no es algo que pueda tomarse a la ligera, sin prever las causas de su acogida y la cuantificación económica de su coste. Pues una cosa bien diferente es la operación de rescate en el mar, que es de obligado cumplimiento puesto de manifiesto de manera clara y expresa por la leyes marítimas rubricadas por los diferente tratados y convenios tantos nacionales como internacionales; y otra, la planificación de la acogida a partir del recate y la puesta de los emigrantes a pie de muelle.
La infraestructura que hay que tener montada para dar curso a la asistencia y ayuda a los emigrantes recién rescatados, para que tengan una vida digna y acceso al mercado laboral del país de acogida, es de tal magnitud, que un país en solitario -salvo Alemania*- pueda afrontar este reto.
Cuando se acepta al emigrante, a renglón seguido, hay que vestirlo, alimentarlo, enseñarle el idioma, e instruirlo en un oficio determinado, que lo ponga en disposición de acceder al mercado laboral, para que pueda subsistir sin necesitar de ninguna ayuda especial, y le conduzca a una remuneración económica que le permita desarrollarse en el ámbito de nuestra sociedad.
Y, la pregunta que nos hacemos, también convendría en apuntar, si esta consideración de acogida, no podría compaginarse con unos planes de ayuda a los países que limitan nuestras fronteras para que puedan ir desarrollándose en los sectores primarios como la agricultura y la pesca, y así también otros sectores como el industrial y el sector servicios. No sería posible que en vez de iniciar una aventura tan llena de riesgos donde en el empeño peligran sus propias vidas, se les ayude en sus propios países, con determinados planos económicos de desarrollo -como ocurrió con el Plan Marshall** para los países Europeos- y permanezcan en sus países de origen, en su propia cultura y en sus propios entornos familiares.
A mi modo de ver, esta segunda opción nos parece más razonable a medio plazo, pues en definitiva hace que estos países puedan salir del subdesarrollo y su población no tenga necesariamente que emigrar para subsistir de la calamitosa situación de desamparo y vulnerabilidad que sufren.
En fin, vamos dando término a este artículo, insistiendo en que la solución para encontrar una respuesta definitiva a la problemática de la emigración, pasa por solucionar la cuestión de la pobreza en los países de origen. En nuestra opinión -llevamos años manteniéndola- la cuestión no es posible dirimirla en los ricos países del primer mundo, por mucha riqueza que generen sus potentes economías, sino trasladando parte de esa solvencia económica y financiera a las tierras abandonadas del tercer mundo…
Porque, ¿a cuántos millones de emigrantes se podrían abrir las fronteras en los países de régimen capitalistas de Europa y América, acaso, diez, quince, veinte, treinta, cuarenta, cincuenta? O, acaso, ¿no poner ningún límite, y abrir las fronteras a cualquier emigrante que considere oportuno allegarse a los países ricos para mejorar sus expectativas de vida?
La respuesta se halla en el viento -como dijera Bob Dylan-; sin embargo, la cuantiosa cifra del montante económico a asignar a la asimilación de millones de emigrantes por integrar, sería de tal cuantía, que rompería el sistema económico y de convivencia de bienestar social alcanzado en el último siglo alcanzado por las sociedades más avanzadas...
Por tanto, y para acabar, la solución, necesariamente, debe de buscarse en el desarrollo de los países del circulo tercermundista que rodean a los países más desarrollados económicamente, desarrollando políticas económicas que abarquen los sectores primarios de la economía, tales como la agricultura, la pesca, y la minería; y, así mismo, se atienda a otros sectores sin apenas desarrollo, como bien pudiera ser la industria y el sector servicio, que junto con una apuesta por el turismo rural que atrajera a turistas que en su inquietud solidaria ayudasen con su presencia a un mejor futuro que conllevase una esperanza a mejorar sus condiciones de vida en sus países en origen… (`*) Alemania admitió alrededor de un millón de emigrantes en el año 2016. A los que alimentó, vistió, dio alojamiento, enseñó la lengua alemana, y preparó durante meses en el aprendizaje de un determinado oficio, para incorporarlo al mundo laboral. (Elaboración propia). (**) El Plan Marshall, fue una ayuda económica para los países devastados por la 2da. Guerra mundial en los países europeos y Japón, otorgado por la potente economía de EEUU. Gracias a estas ayudas a “Fondo Perdido”, los países europeos más destruidos por la guerra –Inglaterra, Francia y Alemania- y Japón, pudieron rehacer sus maltrechas economías y en pocos años, estar de nuevo entre los primeros países de la producción industrial y actividad económica mundial. (Elaboración propia).