De nuevo una situación extrema y de nuevo los Bomberos asumiendo un servicio que no les compete. Pero lo hacen por humanidad, porque a ver quién se va de una casa desde donde se ha cursado una emergencia y deja a una persona tirada en el suelo porque atenderla no forma parte de sus funciones. Esta vez sucedió en la barriada de Benítez, con un vecino que se cayó al suelo y a quien su mujer no podía mover. Los Bomberos tuvieron que atenderle ante la inexistencia de un servicio regulado que se encargue de estos menesteres.
Hace un par de semanas Servicios Sociales anunció que contraría a una empresa para asumir este tipo de incidencias. No entiendo cómo antes, con la cantidad de acuerdos que mantiene la Ciudad Autónoma con oenegés, no se cubrían esas atenciones. Tampoco entiendo cómo esto no fue resuelto con la celeridad debida mucho antes para evitar las situaciones tan dramáticas que siguen sucediéndose.
¿Cómo se van a negar los Bomberos a atender un servicio de estas características? No lo hacen pero se enfrentan a un problema porque ellos no tienen la competencia para tales funciones además de que, sin pretenderlo, pueden hacer un daño a la persona afectada. Que durante tantísimo tiempo se haya tenido colgado este servicio dice mucho de la implicación real que tiene el área de Servicios Sociales en este ámbito. No les interesa lo más mínimo y solo han reaccionado por la presión de las denuncias y por haberse denunciado en el pleno.
De haber existido un interés previo, ajeno a cualquier presión externa, ya estaría más que regulada esta prestación toda vez que han sido cuantiosas las denuncias trasladadas incluso por escrito tanto del propio SEIS como de la Policía.
Es ilógico que en pleno siglo XXI todavía arrastremos situaciones así, sin tener un protocolo perfectamente coordinado para que una mujer que pide auxilio porque su marido de 75 años se ha caído al suelo sea atendida de inmediato con medios especializados y no gracias a la voluntad de unas buenas personas incapaces de mirar hacia otro lado.
Esto no tiene que funcionar mediante favores, empatías, buenos corazones... porque así no se ganan las batallas contra el vacío, el olvido y la dejación.
Estamos ante un problema gravísimo en el que mirar hacia otro lado no es más que reflejar la cobardía que hasta ahora se ha tenido con estas cuestiones.