Es un problema grave y cada vez va a peor. El origen, esta vez sí, está en las familias, en los padres de esos hijos que acuden a diario al instituto y que al regreso al hogar se dedican a causar todo tipo de altercados.
Los conductores y auxiliares que ocupan estos autobuses son las principales víctimas de lo que está pasando. Les insultan, se ríen de ellos, les provocan, generan problemas, se les encaran, intentan chotearles para no pagar el trayecto. Y ante esta situación los afectados no encuentran amparo, no pueden reaccionar, solo pueden intentar que la situación no se desmadre.
Padres de familia que están trabajando y que se encuentran atados de pies y manos por culpa de unos auténticos salvajes que supuestamente vienen de recibir educación en unos institutos y lo que hacen es generar todo tipo de incidentes.
Esto, día tras día, convierte las rutas de algunas líneas como la 4, 8 y 5 en un auténtico infierno.
Otros alumnos se ven también afectados por esta situación porque pagan los actos vandálicos de quienes lideran ese comportamiento incívico que está llegando a unos límites insostenibles.
El trabajo es imposible en estas condiciones, y no es una exageración, bien lo saben quienes sufren en sus propias carnes el auténtico descontrol y caos que generan estas personas.
¿Qué solución hay?, ¿poner policías en cada parada, dentro de los autobuses? Esto no es un patio de colegio, la Policía está para otros fines, no para resolver los inaceptables comportamientos de unos jóvenes que tienen padres y madres que deben reconducir esa situación porque son responsables de su formación como personas.
No se puede mirar hacia otro lado y considerar esto como una chiquillada. Quien pierda solo 5 minutos de su tiempo en hablar con los conductores o auxiliares podrá verificar la situación de estrés que padecen y el límite al que han llegado ante un problema de envergadura que debe ser tomado en serio.
Pues yo creo que la policía está para poner orden, en la calle, en los autobuses y donde haga falta.