"Quiero dar las gracias a todos los ciudadanos de Ceuta, tanto de izquierda como de derecha, y a todos los concejales, que por unanimidad me han elegido para este cargo...Y ya sabéis que lo mismo que me habéis traído aquí, si veis que no cumplo con mi deber, que me aparto del camino recto, debéis arrojarme de este puesto, con el cual me habéis honrado, pero no por la puerta... si no por el balcón”.
Este es un fragmento del discurso que pronunció Antonio López Sánchez Prado cuando tomó posesión de su cargo como alcalde de Ceuta en abril de 1931. Luego, repitió unos años después y volvió al cargo de ‘primus inter pares’ en febrero de 1936.
Por supuesto, que Antonio Sánchez Prado era un hombre valiente. Hoy en día, ningún político sería capaz de dirigirse así a los concejales que le han elegido y decirles lo que dijo este médico sevillano: que si se apartaba de la rectitud, le arrojaran de su cargo, pero que no le permitieran salir por la puerta, sino por el balcón.
Voy a proponer que, a partir de ahora, a todos los concejales de Ceuta, cuando juren su cargo, además de la medalla y el escudo de la ciudad, le entregen también en un permagino esta cita de Sánchez Prado. Un pergamino para que se lo pongan encima de la mesa de despacho y lo lean todos los días. Un hombre que tuvo dignidad y que la demostró incluso con su vida que, en definitiva, es el mayor bien que puede entregar un ser humano.
Pero también colocaría esta cita en otro lugar. En el despacho del presidente de la Ciudad, justo al lado de la imagen que tiene de Su Majestad el Rey. En un lugar visible, porque así, cualquiera que entre sabrá que en Ceuta hubo un político que tenía muy clara cual era la vocación de servidor público. Pero de servidor verdadero, no de boquilla.
Porque con Sánchez Prado se cumple una máxima y es que para ser recordado generación tras generación, no hace falta estar quince años, sino que con cinco o seis meses es suficiente. Porque ese tiempo es el que estuvo este político, llegado a Ceuta en 1923, como alcalde de nuestra ciudad.
Tiene razón Vivas cuando dice que Sánchez Prado es patrimonio de todos los ceutíes, por encima de ideas políticas, generaciones o credos. Está en el corazón de todos y cada uno de los habitantes de esta tierra. Una realidad que otros, por supuesto, nunca podrán alcanzar aunque se enconmienden a Dios o al diablo, ustedes elijan.