Agustín Marañés Morilla, de 92 años, es un vecino del centro que denuncia que no puede pedir cita previa en su centro de salud de referencia, en este caso el de Recinto Sur, porque en ninguno de los tres números de teléfono que le han facilitado le cogen el teléfono. Este periódico ha podido comprobar que en todos no se le coge el teléfono ni se le da opción a elegir una fecha de cita con su médico de cabecera.
“Me da igual si es para dentro de un año, pero necesito pedir cita”, comenta indignado ya que la única vía que le ofrecen es la telefónica y no hay manera, por más que lo intenta. A primera hora de la mañana de este martes, Marañés acudió al ambulatorio para pedir la cita, y fue ahí donde le dijeron que ya no se pueden solicitar de manera presencial y que la única opción es pedirla por teléfono.
Le apuntaron en un papel tres números de teléfono: en dos de ellos salta un contestador automático que le guía por una serie de opciones y en los que, tras añadir los datos como DNI o fecha de nacimiento, le cuelgan o bien la voz del contestador le dice “no hay citas disponibles”; en el otro suenan los tonos pero no lo coge nadie. Este periódico ha verificado que es imposible pedir cita en alguno de los tres teléfonos.
Desde el Instituto de Gestión Sanitaria (Ingesa) se están haciendo comprobaciones en estas líneas telefónicas sin determinar por el momento cuáles son las causas que impiden a Marañés pedir cita previa.
Este vecino, sin ir más lejos, hace “diez o doce días” asegura que sí le atendieron en el centro de salud. Pero a raíz de acudir al hospital la pasada madrugada del domingo debido a una bronquitis crónica de la que ya estaba diagnosticado, le realizaron las pruebas del coronavirus: dio negativo. El problema está en que le indicaron un nuevo aerosol cuyo acceso solo es a través de receta médica. “Me lo dan en la farmacia porque me conocen. Pero lo que me dan requiere que vaya con receta médica. Y si no puedo ir al médico…”, continúa.
Marañés vive con su mujer, que tiene dificultades para moverse debido a una prótesis que tiene en la rodilla. Hasta el cierre de la frontera con Marruecos, una mujer acudía hasta su domicilio y se encargaba de las tareas del hogar: limpieza, cocina, hacer la compra. Ahora, sus familiares suplen alguna de estas carencias, como la de llevarles la comida hasta su casa.
Este vecino sabe de la existencia de un programa de Cruz Roja para que les hagan llegar los medicamentos hasta el domicilio. De hecho, hace aproximadamente un mes “nos llevaron medicamentos y nos los dejaron en la farmacia”, reconoce. El problema es la falta de información a la que tienen acceso. “Podemos pedir que nos los lleven a casa pero desconocemos dónde solicitar este servicio”, explica.
Por otra parte, Marañés rellenó una petición en el Imserso el pasado viernes para solicitar una de las ayudas que concede. Está a la espera de que se resuelva.
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