Los plazos marcados para este proyecto que contó desde el principio con el respaldo del PP y el PSOE no se han cumplido afectados por la crisis. En el camino quedó la piscina prevista.
Si en algo van a ganar los internos cuando se produzca el cierre de la cárcel de Los Rosales va a ser en dignidad. Algo perdido hasta la fecha, en una prisión vieja, obsoleta, con claras deficiencias y que guarda historias para no dormir, tantas como todavía recuerdan los funcionarios o tienen en su memoria los presos y familiares que han pasado o siguen estando.
La crisis económica ha hecho que el proyecto se ralentizara, sin respetarse los plazos establecidos porque, entre otras causas, la congelación de oferta pública impedía contar con el número de funcionarios necesarios. La crisis también influyó en el resultado final. En su día, con motivo de la presentación oficial del proyecto aplaudido por la casi totalidad de los grupos políticos, empresariales, sindicales y sociales de la ciudad, se incluyó la construcción de una piscina. La prisión tendrá su campo para prácticas deportivas. Bastante más de lo que hoy ya hay.