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Sin papeles, sin opciones

Asociaciones como Al Ambar piden agilidad a Delegación para que la reforma de la Ley de Extranjería sea real ∑ Decenas de ilegales con hijos nacidos en Ceuta podrán tener derecho a ayudas para subsistir

Hace años que desde diversos sectores de la sociedad se venía advirtiendo de la existencia de una bolsa de pobreza muy particular y que en Ceuta, especialmente, la integrada por personas que o bien separadas, viudas o incluso casadas y con hijos, se encontraban en una situación de precariedad absoluta y sin ninguna posibilidad de recibir algún tipo de ayuda al estar ilegales por carecer de papeles de residencia. A pesar de que sus hijos, de nacionalidad española,fueran los más perjudicados por carecer de recursos, algunas asociaciones y organizaciones no gubernamentales suplían las carencias o incluso la solidaridad de la gente de este colectivo.
Los que durante tanto tiempo han denunciado esta situación, como la Asociación Al Ambar, aplauden ahora la reforma de la Ley de Extranjería que está a punto de ponerse en marcha. “Apremiamos a Delegación para que se den prisa en aprobarlo porque son muchas las personas que se verían beneficiadas y siendo sinceros: lo que es realmente ilegal es permitir que se mueran de hambre personas a nuestro lado por culpa de la tramitación”. Habiba Abdelkader es la presidenta de esta asociación que trabaja en el Príncipe y es testigo en primera persona y a diario “de muchos casos que se derivan de la  actual Ley de Extranjería y que se arreglarán con la reforma”. Algunos “realmente injustos pero es comprensible: las administraciones no pueden concederles ningún tipo de ayuda porque no tienen residencia ni siquiera si sus hijos con pequeños”, explica. “Comprensible y también inadmisible”. La mayoría son mujeres, pero hay de todo. “Muchas se casan con ceutíes y ellos a cambio de darles un techo en el que vivir creen que tienen derecho sobre ellas y no les dan los papeles y eso se llama esclavitud”, explica el portavoz de la asociación, Ahmed Enfedal. Otras, simplemente quedan viudas o se separan y vagan por el camino de la indigencia sin ni siquiera poder comprar los libros para el colegio de sus hijos aunque sean españoles porque no tienen lo que les obliga a adelantar la beca que recibirían. “Estamos contentos con ésta ley, ahora debe aprobarse y empezar a funcionar pero debería haber llegado mucho antes”, sentencia.  
Si finalmente se aprueba, la redacción del borrador ya está lista, habrá papeles para los inmigrantes cuyos hijos hayan nacido en España. Es un borrador pero la intención es clara: regular la situación de residencia de los extranjeros que tengan hijos españoles a su cargo. Bajo la fórmula de arraigo familiar, recibirán un permiso de residencia temporal, por un plazo de un año, siempre y cuando el menor conviva con ellos y viva a su cargo. Estos progenitores, al cabo de un año, ya que han estado en una situación regular, podrán obtener otro permiso de manera normalizada de acuerdo con la situación y los requisitos que cumpla.

Voces críticas
Las voces críticas ya se han alzado. Hablan del muy mentado  efecto llamada. De que ahora serán muchos los que quieran tener hijos en territorio español o con españoles y que es una nueva forma “de recibir subvenciones sin hacer nada” y también no faltan los que creen que “mientras ahora tenemos que trabajar hasta los 67 años otros que nunca han contribuido a las arcas se llevan lo que hay dentro”. Elfedal hace frente a los que piensan así: se trata de que las personas que viven en este país lo hagan con dignidad y cada caso es distinto. “Si se hubiese aprobado hace un tiempo ahora no tendríamos este problema que es preocupante y si bien es cierto que no existen datos puntuales del número de personas que se beneficiarán de la ley en la ciudad autónoma, también lo es que hay infinidad de casos”.
No es oro todo lo que reluce. Ya desde el CAM, anunciaron que el nuevo reglamento impide la absoluta indefensión de las personas que se encuentran en esta indefensión pero se otorga residencia y no permiso de trabajo, por lo que salir del círculo de la dependencia de las ayudas de las administraciones seguirá siendo complicado. Al menos ahora, las personas que comienzan a entender lo que supone la nueva ley y se verán beneficiadas, tienen esperanza en que sus hijos comerán cada día y les podrán ofrecer algo más de lo que les ofrecían hasta ahora.

”La reforma de la Ley llega tarde”

Hay que conocer a fondo la realidad de la barriada para contribuir a su desarrollo. A veces se intenta alfabetizar a la gente, pero desde la asociación Al Ambar saben que muchos piensan “¿para qué aprender a leer si lo que necesito es comer para tener fuerzas para vivir?”. Es sencillo. No existe un listado de personas que se encuentren en situación  de pobreza extrema pero “son muchas, muchísimas. Y nos cansamos de reclamar que es inhumano permitirlo”. La noticia de la reforma de la Ley de Extranjería les ha alegrado enormemente. Habiba y Ahmed conviven a diario con las lágrimas de vecinos desesperados que recorren un camino marcado por un destino de desesperanza. La nueva ley dará alas a la desesperación porque al menos podrán contar “con una ayuda para seguir adelante o simplemente con los papeles de la residencia que les alejan del estado de ilegalidad”. Al Ambar ni cuenta con subvenciones. Sus ocho miembros costean de su bolsillo los gastos que van surgiendo y con casos como los que se explican en el reportaje, acuden a la UCIDCE “que siempre nos ayudan y les estamos muy agradecidos”. Conocen a sus vecinos. Saben de primera mano cada caso. Quiénes han tenido mala suerte, dónde se cometen injusticias. Tienen claro que “la reforma llega tarde, pero al menos, llega”.

”Vivíamos bien. Él murió y ahora... lucho yo sola”

Cuando su hija llega del colegio le espera un plato de comida y mucho amor. Es lo único que le queda y por ella sigue luchando. Malika enviudó hace ya 14 años. Un cáncer le arrebató a su marido, del que se enamoró en Castillejos y con el que se casó “por amor”. Nunca quiso papeles. Esa no era su intención, explica mientras muestra una foto de él que siempre le acompaña en la cartera junto al retrato de su hija. Sólo quería disfrutar de su familia, tranquila, en su casa. Pero cuando falleció Mustafa, de condición apátrida, vinieron los problemas. No podía apuntar a su hija a la guardería porque no tenía papeles y el hermano de su marido la empadronó en su casa para poder acudir al colegio. Consiguió nacionalizar a la pequeña gracias a la ayuda de una abogada. Mientras acude a clases ella va al Tarajal a ayudar a alguna mujer con la mercancía, limpia las casas donde la llaman y entre ese dinero y la ayuda de una cuñada sale adelante.”Nunca pensé que iba a estar en esta situación. Hubiese regresado a Marruecos, pero pienso en mi hija, en la posibilidad de darle una buena educación. Con mi marido vivía bien. Tengo una casa bonita, pero si no puedes mantenerla... Vivo al día. A veces ni eso. Estoy sola. Luchando. Por ella”. Lo que más le preocupa es que a su hija no le concedan becas por no tener ella la nacionalidad. Por eso, la noticia de la reforma de la Ley le ha llenado de alegría. “Su padre tenía familia en Algeciras. Ella podrá conocerla porque no iba a dejar que viajara sola tan pequeña. Podré recibir alguna ayuda para seguir adelante. Encontrar quizá un trabajo mejor, más estable...”.

”Yo no quiero nada. Sólo que mis hijos coman”

Fatima Meseke abraza a su hijo pequeño mientras espera que el resto vengan del colegio y del instituto. Tiene cuatro. Todos españoles. Se casó y se vino a vivir con su marido, ceutí, al Príncipe hace 17 años. El primogénito tiene 16 y el más pequeño aún no ha cumplido los dos años. Les ha estado criando sola durante muchos años, los que su marido lleva en la cárcel por cumplir las causas pendientes que tenía “cuando estaba aún soltero”. Los vecinos dicen de él que es buena persona pero está pagando las consecuencias del dinero fácil por el que muchos optaron en los años 90 en lo que se sigue considerando en las calles del barrio “la época dorada del chocolate”. En el último permiso que le concedieron por el nacimiento de su último hijo pasó a Marruecos y allí le apresaron y aún le queda más de un año entre rejas. Mientras, su mujer y sus hijos no optan a ninguna ayuda, ella cuida de sus pequeños y no tiene opciones de trabajo “aunque es lo que más quiero. Soy masajista profesional”, explica enumerando sus estudios y mirando a sus hijos. Al tener su marido causas pendientes no se pudo regularizar y ahora “abro la nevera, la veo vacía y nunca pensé que pasaría ésto”. Sus hermanos que viven en la península le echan una mano y con eso paga la luz y come. “Pero a los niños no se les puede engañar y hay veces que pasan hambre”. Rompe a llorar. Piensa en Tetuán, en que allí ya no tiene a nadie porque sus padres fallecieron y que está sola, atada a sus hijos y sin posibilidad de mejorar. Quiere que vuelva su marido y tener papeles para al menos “recibir una pequeña ayuda para comida”. Para ella no quiere nada. “Sólo para ellos, que puedan comer y estudiar”. La nueva ley le permitiría regularizar su situación y trabajar cuando el pequeño ya entre en la guardería. Sonríe entre lágrimas y mira hacia arriba: “In sha’a Allah”.

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