Son siete familias. Siete unidades familiares que a diario esperan que les sean entregados sus hijos. Padres y madres que tienen que quedarse en las proximidades del hotel Ibis porque la
mehanía les impide llegar a la
frontera; padres y madres que reclaman que les sean entregados sus hijos, que insisten en que fueron engañados para cruzar a una Ceuta de la que quieren marcharse. Entre ellos están los padres de
Dina -la primera reagrupación intentada y abortada por Marruecos-, pero hay más. Todos tienen en común lo mismo: reclaman a sus hijos, pero estos no les son entregados. Por mucho que Mohamed VI mostrara públicamente su preocupación por esta circunstancia y anunciara, de hecho, que daría instrucciones para que los
menores fueran devueltos a sus padres, a pie de frontera todo falla.
Los afectados acuden a diario al hotel, en donde se constituye la barrera que ya no pueden cruzar. Desde allí les impiden acercarse al Tarajal, requisito imprescindible por parte del Área de Menores para entregarles a sus hijos.
Los funcionarios ejercen la guardia provisional y, como tal, tienen que ver el encuentro entre padres y niños de acuerdo con la normativa europea y española. Los mehanis pretenden que esos menores les sean entregados y que ya ellos los darán a sus padres, pero esto supone romper la necesaria comprobación que tiene que hacer España.
Los funcionarios de Menores tienen que ver a los padres y a estos se les impide llegar
El Gobierno local comunicó -y así también lo ha hecho a los padres- que su intención no era otra que hacer posible esa entrega, pero las trabas que encuentran en la Policía marroquí impiden que se produzca.
Al menos esta semana, según cuentan las familias, se ha intentado llevar a cabo esa reagrupación hasta en dos ocasiones pero sin éxito.
Los padres saben del estado de sus hijos por llamadas telefónicas pero lo que quieren es estar con ellos. Y ese trámite que puede resultar fácil choca con una frontera complicada porque, lo primero, está cerrada lo que impide que los progenitores entren con su pasaporte y la documentación para llevarse a sus hijos; lo segundo, la Policía de Marruecos aplica unas normas de absoluto impedimento para que se pueda cerrar el círculo pretendido desde todos los lados.
A diario estas siete familias se reúnen en el entorno de este hotel, a diario esperan que se les permita acercarse al Tarajal y, también a diario, confían en recibir esa llamada telefónica que venga a confirmar que la reagrupación efectivamente se lleva a cabo como debiera, con todos los requisitos y con la legalidad necesaria.