Te voy a dedicar unos minutos, aunque escribir sobre política me aburre y pienso que al que lo lee más. Aunque con ello te has hecho algunos platós, el puto crack –por unos días- de las redes sociales y los medios de comunicación. Con esos medios que te quieren y te necesitan a ti, y a los que como tú le dan carnaza a la picadora de las audiencias. Sean estas de derechas, de izquierdas, o de las mercenarias que están siempre dispuestas a darle gusto al consumidor de turno. Pues nada, a alimentar a los mercados, con sabor de daguerrotipo andaluz en desuso.
Tú, sí tú, también eres mercado. Parte del mercado de la inmundicia y la gran feria del todo a cien en que nos hemos convertido todos. Incitando a `mangar´ con el peor espíritu de tiempos pretéritos de extrema necesidad, pero en esta ocasión en compañía de algunos medios de desinformación. Dándole leñazos a la evolución al grito de ¡Viva la revolución! En este caso, desconozco si con sabor venezolano, cubano… ejemplos de democracia autoritaria. Eso sí, desde tu cómoda y, garante en derechos, posición del peor capitalismo occidental. De camino animando, a los que parafraseando a Woody Allen, esos que cuando te escuchan les entran ganas de invadir Polonia. Que en este país somos mucho de resucitar fantasmas, miedos y calentarnos a hostias cuando vienen tiempos de vacas flacas.
Veo que estas poniendo en juego todo tu potencial y capacidad de movilización para tu ardua misión revolucionaria. Antes de ello, te rogaría que te dieras una vuelta por los bancos de alimentos, los comedores sociales y las plataformas logísticas de los grandes supermercados. Quizás allí vieras a gentes que por motivos personales, religiosos o los que les da la gana se parten el pecho a diario para intentar poner su grano de arena. Encargándose de hacer su revolución diaria, eso sí, sin medios de comunicación. Recogiendo ropas y alimentos, poniéndose en contacto con otras organizaciones y particulares. Distribuyendo lo que les llega, intentando aderezarlo con una palabra de aliento o una sonrisa.
Supongo que todos los que están pasando esta terrible situación, viéndose ellos, sus hijos y sus familias; no sólo se les habrá pasado por la cabeza coger un carro del super, sino seguramente que algo mucho peor. Señor Sánchez Gordillo si hay que agitar las conciencias, agítense. Si hay que dialogar, hasta que se nos seque la lengua. Buscar soluciones entre tod@s, que para lo suyo siempre habrá otros tiempos.