Si ha pasado en Benzú...

Los autobuses llegan a Benzú pero no a la zona de los apedreamientos que sucedieron la semana pasada en una barriada tranquila donde “nunca hubo estos problemas”

Paco lleva 25 años en la empresa de autobuses y nunca había pasado nada en la barriada de benzú como lo de los apedreamientos de la semana pasada. “Es una barriada tranquila, nada que ver con el Príncipe y lo que dicen los usuarios es que los chicos no son de aquí y que es una vergüenza que haya pasado. Están indignados”. Es verdad. Acaba de anochecer y una veintena de personas van sentadas en los asientos. Más allá de Benzú, se apean unos cuantos residentes del CETI y pese a la decisión de interrumpir el servicio allí mismo en un primer momento, la empresa decidió que el resto de usuarios no podía pagar por esos actos vandálicos y da continuidad al trayecto pero sin llegar al final de la barriada como antes donde fueron apedreados los autobuses. Ahora se quedan poco más allá del cafetín, frente a la mezquita, lo que provoca también la queja de los usuarios. Ragma cuenta que vive “bajo el pecho de la Mujer Muerta y desde aquí, caminando hasta la frontera de noche, hay un buen trayecto”.
Dice que por favor lo solucionen, que además es de noche cuando toman esta medida y “somos muchos los perjudicados”. A su lado, en el autobús, varios vecinos de la barriada lamentan los actos vandálicos. “Eso no son chiquillerías. Es muy mala educación y puede que ni sus padres lo sepan pero son los culpables. Es verdad que hay un grupito de chavales que son un poco gamberros pero aquí nos conocemos todos y pensamos que han sido chicos de fuera, que no viven aquí, los del centro de menores, por ejemplo”. Todos asienten y no quieren pensar en que vuelva a pasar y se queden sin autobús. “Es que hay que entender que nos aíslan, que somos gente humilde que viene de trabajar, que no es ninguna tontería”.
Paco responde a los usuarios que le paran al llegar al a barriada preguntando si se van a quedar sin autobús y lamentando los hechos. “Todos saludan con educación y esto es muy familiar, por eso que hayan apedreado el autobús en Benzú es algo ya preocupante”. Él ha tenido suerte, pero recuerda un compañero al que le alcanzó una piedra en el Príncipe y tuvo que jubilarse a raíz de las secuelas. “¿Miedo? Bueno, es tu trabajo, no puedes planteartelo, pero lo que es verdad es que ahora la juventud tiene muy poca vergüenza”. Nunca le ha pasado nada, pero el mismo viernes, explica que iba con su coche por el Tarajal “y desde un monte me tiraron una pedrada y rompieron la luna delantera...mi mujer llorando pensando que fue un tiro...y uno se imagina qué hubiera pasado si me hubiera dado en la cabeza”. Lleva ya más de cuatro horas de servicio en la línea y aún no ha visto ninguna patrulla. “Tan sólo a la Guardia Civil pero no sé si estaban de paso”. Se ha dicho que se incrementaría la seguridad pero a la vista está que no ha sido así. Algo que desde la empresa de autobuses se imaginaban. Manolo Cuéllar lamenta en qué ha desembocado una situación que consideran ya crítica. Han pedido a las Administraciones que tomen cartas en el asunto y las promesas de incrementar la vigilancia siempre se quedan en meras promesas sin cumplir. En Benzú, todos están convencidos de que no volverá a pasar, pero en Juan Carlos I o en el Príncipe o en otros destinos los conductores conocen la situación que se da a menudo. “Pero sinceramente, si ha pasado en una barriada como esta, puede pasar el cualquiera”, admiten.

“Se pusieron al lado del bus y apedrearon”

La mayoría de las personas que utilizan el servicio de autobús a esas horas son trabajadores. “Casi todos nos conocemos y la mayoría trabajamos y llegamos a esta hora a nuestras casas”, explican. Varias personas de las que ayer hacían el trayecto fueron testigos de los apedreamientos del viernes. Mohamed explica que de repente cuatro encapuchados se pudieron en medio de la carretera, el autobús pitó para que se apartaran y redujo el paso y al pasar a su lado, le apedrearon. “Fué une estruendo tremendo, casi dan a un hombre y desde luego no nos lo podíamos creer”. Explican que tenían una complexión de ser chavales jóvenes e incluso se atreven a apuntar que no creen que fueran de la barriada de Benzú.