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“Si en Ceuta me invitaran a una iglesia para dar conferencias iría encantado”

El profesor Ihab Salem Mohamed Matar tiene un currículum kilométrico, muchas ganas de mostrar las enseñanzas del islam al mundo y un calor sofocante que le hace pegarse al ventilador. Está en la sede de la Unión de Comunidades Islámicas de Ceuta (Ucidce), en Los Rosales, esperando para dar una conferencia sobre el Azakah, el cuarto pilar del islam que recomienda dar un porcentaje del capital que una persona pudiente posee a alguien necesitado. Algo así como la limosna.  Ihab Salem es profesor de la Universidad del Al-Azhar en El Cairo, doctorado en Ciencias Teológicas y Jurisprudencia Islámica, perteneciente al departamento de Filosofía y  Jurisprudencia e imán encargado de oficiar el rezo en la mezquita central de El Cairo. Es todo eso. Y además ha venido a Ceuta para dar conferencias en las mezquitas adscritas a la Ucidce. Estará hasta final de mes.
–¿Es la primera vez que viene a la ciudad?
–A la ciudad sí. A España he venido más veces. En el 1999 vine al centro islámico de la mezquita de Madrid, pero a Ceuta nunca y la verdad que la ciudad me ha sorprendido.
–¿Para bien o para mal?
–Me ha sorprendido porque es una ciudad encantadora con gente muy hospitalaria, mejor de lo que esperaba. Los ceutíes en su trato me hacen sentirme como en casa.
–¿Viene a Ceuta para realizar conferencias sobre la importancia de dar limosna?
–Vengo para predicar las enseñanza del islam. Pero en algunas conferecias, como esta, voy a hablar del Azakah porque es el cuarto pilar del islam, es como una especie de norma voluntaria, ajena a los Estados, en la que las personas con más capital tienen que dar un porcentaje a aquellos que lo necesitan. Considero que ahora en el Ramadán es una época idónea para tratar este tema porque, a través del ayuno, la gente está más identificada con la pobreza.
–¿Se acabaría la pobreza si todo el mundo llevara a cabo este precepto?
–Se eliminarían las diferencias entre ricos y pobres, se equilibraría más la balanza. La limosna se da a las organizaciones para que hagan un reparto justo. En un versículo del Corán se dice que si cada uno da dinero a gente necesitada purifica su capital. Además, hace que esa persona mejore y que alguna vez también devuelva su riqueza.
–¿Todos los musulmanes pudientes cumplen con esto?
–Digo que no es una norma dictada por los estados, es voluntaria y la gente de buena fe debe hacerlo. Por eso digo que el Ramadán es el mejor momento ya que es una época en la que la gente está más sensibilizada con la pobreza.
–Pero insisto, ¿se suele dar esa lismona?
–Claro, hay mucha gente de buena fe. El profeta era el mejor para dar ejemplo en este sentido.Yo también contribuyo, hay que equilibrar las desigualdades. Si todo el mundo contribuyera, ya no sólo los musulmanes, el nivel de pobreza bajaría.
–Habla de economía en tiempos de crisis, ¿es usted un imán con los pies en la tierra que no se centra en las divinidades?
–No sé, a lo largo de estas conferencias tratamos, yo y otros dos profesores más (los doctores Kotb Mahmoud Kazik  y Mamdouh Salama) que también estarán estos días en Ceuta, pues tratamos el hecho del impuesto para evitar que la gente sea ambiciosa, este precepto purifica el alma y hace que al hacer entrega de un porcentaje de lo que tienen se vuelvan más generosos.
–¿A qué tipo de público piensa dirigirse?
–A todos, jóvenes y adultos. A gente sin medios económicos y sobre todo a los ricos, porque son ellos los que deben cumplir con este precepto.
–¿Alguna vez ha vivido en situación de pobreza?
–La pobreza es un hecho constatable. He vivido en África, en Tanzania, rodeado de gente que no tiene nada. Pero he tenido  la suerte de pertenecer a una familia de clase media-baja y he podido estudiar. Claro que esto no quiere decir que no pueda tener compasión.
–¿Y qué situaciones de pobreza ha visto en Tanzania?
–He visto a gente (la sonrisa del imán se borra de su cara de un plumazo) que no tenía nada. Gente que se sentía muy afortunada porque compraba una naranja y con la mitad tenía que comer todo el día. También a personas enfermas de malaria que tenían dos alternativas: morirse o matarse, porque no tenían dinero para comprar medicinas.
–¿Es usted una persona tolerante?
–Por supuesto.
–¿Tanto como para dar conferencias del Islam en una iglesia?
–¿Por qué no? Si me invitan en Ceuta iría encantado. (De hecho, irá a conocerlas en una visita turística por la ciudad).

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