Asocio mi adolescencia, mi juventud , los años universitarios y las épocas convulsas de mi vida a Juan Manuel Serrat. Aunque él sea mayor que yo 20 años siempre he estado a su lado escuchando su música, disfrutando las letras de sus canciones, llorando debajo de las sábanas el dolor del abandono, la angustia existencial de las despedidas y las nostalgias de lo que fuimos.
Por él he sabido de Miguel Hernández, Antonio Machado, León Felipe, Jaime Sabines, Rafael Alberti...y otros muchos poetas que me hicieron aferrarme a la literatura como una tabla de salvación.
Sin renunciar a ninguna de sus lenguas trató de igual a igual al castellano y catalán; reivindicó mediante la música los nexos que unen pueblos, culturas, distancias, emociones y cercanías.
Yo tarareaba poemas escuchando a Joan Manuel, inventaba letras e imaginaba partituras, abría los ojos junto al olmo seco, me abracé a la higuera y al almendro de nata de Miguel Hernández cuando visité su casa de Orihuela. La semana Santa fue el Cristo de los gitanos.
También supe de palabras de amor sencillas y tiernas, del Quijote existencial, vencido por la guerra y el genocidio.
"Penélope
Con su bolso de piel marrón
Y sus zapatos de tacón
Y su vestido de domingo
trazó los surcos que el tiempo deja en el alma y Lucía representó a los amores platónicos que vienen para decirnos que no pueden quedarse. Hay nada. No hay nada más bello
Que lo que nunca he tenido
Nada más amado
Que lo que perdí;
era Lucía, la lucía de todos y de nadie.
Cuántas hojas de diario escribí mientras escuchaba esta canción en la voz rota de Serrat:
Uno se cree
Que las mató el tiempo y la ausencia
Pero su tren
Vendió boleto
De ida y vuelta
Son aquellas pequeñas cosas
Que nos dejó un tiempo de rosas
En un rincón
En un papel
O en un cajón
Una canción breve que identifica la memoria por los recuerdos, por los acontecimientos vividos y por todas esas cosas que nos hace bien recordar, pero que en fin no son más que Aquellas pequeñas cosas.
Menos tu vientre, el niño Yuntero, Mediterráneo. Nací en el Mediterráneo.
El sur también existe. Benedetti pensó en Serrat cuando escribió este poema, una visión de la vida en la que predominaban ideales de la justicia social, el amor, los sueños, el tiempo y la política.
Es curioso que Joan Manuel se haya acordado de mí y me ha mandado una invitación para asistir al certamen del PREMIO CONVIVENCIA.
Siempre pensé que hay personas que nunca te olvidan aunque no te conozcan.
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