La asociación cree que, aunque la legislación no obligue, habría que tomar todas las medidas preventivas
La asociación conservacionista Septem Nostra considera que, aunque la legislación marco nacional, que es la aplicable en Ceuta,no lo exija, y a pesar de que la costa de la bahía sur es la más “antropizada” de la ciudad, la actuación de relleno de las playas desde El Chorrillo hasta El Tarajal con arena de las dunas de Caños de Meca planteada por el consejero de Medio Ambiente al Ministerio esta semana “debería llevar aparejada una Evaluación de Impacto Ambiental completa”.
“Llevamos años diciendo”, contextualizó ayer José Manuel Pérez Rivera, presidente de la entidad, su posición en declaraciones a ‘El Faro’, “que el Gobierno de la Ciudad tiene una visión de nuestro litoral limitada casi exclusivamente a la vertiente lúdica y de ocio, a las playas, mientras persisten otras prioridades de regeneración olvidadas”.
A partir de esa crítica general, Septem Nostra reconoce que la costa de la bahía sur es la más “antropizada”, en la que la huella de la intervención del ser humano es más apreciable, por lo que la actuación que plantea ahora Carreira “no puede ser equiparable a lo que supondría en la bahía norte, en San Amaro, El Desnarigado o el litoral del Monte Hacho en general”.
“En Ceuta no tenemos capacidad legislativa y, por lo tanto, se aplica la normativa nacional, que habla de aportes de tres millones de metros cúbicos como mínimo para hacer una Evaluación de Impacto Ambiental completa aunque otros documentos estatales y europeos aconsejan elaborar dictámenes locales”, enmarcó el contexto legal.
Más allá de las exigencias legales, Septem Nostra opina que, a la vista también de los antecedentes de operaciones de regeneración como las efectuadas en La Ribera, “ciertas actuaciones pueden generar consecuencias difícilmente previsibles que es conveniente analizar a fondo para calibrar si la arena que se va a elegir es la adecuada y no encontrarnos, como aconteció en el foso y el entorno de La Ribera, con escenarios de turbidez permanente y otras consecuencias negativas para el entorno”.
Por ejemplo, Pérez Rivera recordó que en las inmediaciones hay varias almadrabetas “por las que sería necesario analizar las repercusiones de la intervención anunciada, con arena muy fina como aporte, para estudiar el efecto sobre las especies que aprovecha, así como sobre la alimentación de las tortugas, por ejemplo”.
LAS CLAVES Normativa La legislación aplicable en Ceuta solo exige Evaluación de Impacto Ambiental para aportes superiores a 3 millones de metros cúbicos pero Septem Nostra cree que sería necesario no ceñirse a la imposición normativa para evitar efectos indeseables “difícilmente previsibles”.
Riesgos En la bahía sur hay explotaciones pesqueras de almadrabetas y es zona frecuentada por especies como las tortugas.
Greenpeace y la regeneración de playas
La regeneración de playas con aporte artificial de áridos es “la solución más demandada desde las administraciones locales afectadas ante la desaparición de una de sus principales fuentes de ingresos”, según Greenpeace, que tiene varios reparos a este tipo de operaciones. En primer lugar, porque “u elevadísimo coste limita su aplicación”, ya que se estima en 6 millones de euros el coste necesario para regenerar un kilómetro lineal de playa (la actuación en la bahía sur se ha presupuestado en unos 800.000 euros). “No existe arena suficiente para regenerar todas las playas según han denunciado ya los expertos, a menos que se quiera seguir destruyendo la riqueza de los fondos marinos”, alerta Greenpeace;, que también cuestiona que “supone la destrucción de hábitats naturales imprescindibles y muy valiosos para la supervivencia de las playas naturales y de los recursos marinos”. “Las regeneraciones artificiales”, añade la organización no gubernamental, “exigen un mantenimiento constante y nunca son duraderas en el tiempo porque al tratarse de arena depositada artificialmente no se fija a la playa y el primer temporal se la vuelve a llevar”. En la actuación de La Ribera de hace quince años se utilizaron arenas del fondo marino, no de Caños de Meca, como se propone ahora.
Analizar para evitar males mayores “no previsibles”, petición
El consejero de Medio Ambiente y Sostenibilidad de la Ciudad, Emilio Carreira, ha propuesta esta semana a la secretaria de Estado de Medio Ambiente, María García, la firma de un convenio para “compensar la pérdida de arena, especialmente en las playas urbanas de la bahía sur (La Ribera, El Chorrillo, La Almadraba y El Tarajal) con el aporte de áridos procedentes de los bancos de arena de Caños de Meca (Cádiz)”, una “ambiciosa actuación” que a juicio del Ejecutivo que preside Juan Vivas “redundará en una ostensible mejora de estas zonas de baño y de las prestaciones que reciben los usuarios”.
Aunque el Gobierno autonómico no ha precisado el volumen de áridos a traer desde el otro lado del Estrecho ni los plazos en los que se ejecutaría la operación, otras fuentes de la Asamblea han apuntado que la intención de la Administración es acometerla de inmediato.
Para Septem Nostra, la Ciudad Autónoma debería, antes de ponerse manos a la obra, valorar todas las posibles repercusiones de la iniciativa. “No vale la pena, por tener un año antes una imagen más bonita de la costa, arriesgarse a efectos que en principio son difícilmente previsibles”, advirtió Pérez Rivera, que también ha reclamado que se dé voz a “otros agentes como la Dirección de Costas y a las entidades ecologistas antes de actuar”.