La asociación conservacionista Septem Nostra dará la batalla administrativa y legal para que el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) aprobado inicialmente esta semana en el Pleno no consienta, cuando adopte su versión definitiva, “ni un ladrillo más” en el Monte Hacho,
un espacio que a juicio de sus responsables debe ser tratado “como lo que es, un espacio natural de utilidad pública que merece la máxima protección en su integridad” y para que se convierta “en un Parque Cultural sin margen para la actividad lucrativa privada”.
Según explicó ayer el presidente de Septem Nostra, José Manuel Pérez Rivera, aunque el Plan ha recortado el area urbanizable que contemplaba el documento de 1992 y a pesar de que en algunos de sus capítulos dice querer darle total protección urbanística, “al mismo tiempo contempla operaciones como la de Huerta Solís, la de encima de las viviendas protegidas del Sarchal o la del actual emplazamiento de los depósitos de Ducar que tendrían un indudable efecto paisajístico y natural negativo”.
La asociación tampoco es partidaria de facilitar la implantación de una iniciativa hotelera “tipo balneario” en la zona del Desnarigado, ya que alerta de que este tipo de proyectos “acaban ejerciendo como avanzadillas para otras parecidas de la mano del sector privado”.
Tras una primera lectura a fondo del documento aprobado en solitario por el PP, Pérez Rivera aprecia que adolece de un diagnóstico de la realidad de Ceuta “que debería haber sido mucho más profundo” y lamenta que “no parece ni participativo, ni realista, ni flexible, ni equilibrado, como dice aspirar a ser”.
Septem Nostra es especialmente crítica con la vocación de “crecimiento a toda costa” que ha detectado en el texto. “Nosotros”, ha recordado, “llevamos mucho tiempo criticando que ni el Gobierno de Ceuta ni el resto de la clase política local parecen tener asumido el concepto de límite para esta ciudad, donde se insiste como un mantra en el crecimiento urbanístico y poblacional”.
A juicio de Pérez Rivera el PGOU tendría que apostar por “conservar todo lo que tiene la ciudad autónoma de valor natural e histórico” y “apostar por darle un carácter equilibrador a los espacios no utilizados, esas ‘zonas de oportunidad’ que el documento señala como espacios propios para nuevas construcciones y no para crear espacios verdes, por ejemplo”.
Septem Nostra también señala que el Plan no ha tenido en cuenta como debiera “las limitaciones legales al desarrollo urbanístico en las cabeceras de los pantanos, en el que se insiste pese a que es inviable”, y cuestiona su apuesta por el aprovechamiento inmobiliario de diferentes arroyos y vaguadas “para poder alcanzar esa cifra de 6.000 nuevas viviendas a construir a medio y largo plazo”.
“El PGOU se ha gestionado como un texto inaccesible hasta ahora que contempla muchas actuaciones muy concretas y con repercusión directa para muchos ciudadanos que desconocen que sus casas podrían desaparecer”, alerta Pérez Rivera, que también opina que el documento “no ilusiona a nadie sino que, al contrario, es muy decepcionante”.
En el haber del Plan se apunta que recoja como propósito el desarrollo de la Agenda 21 Local. En su debe, que tampoco alude a la necesidad de desarrollar los Planes Especiales de la Ciudad y el Monte Hacho, que no habla de la falta de una Ordenanza de Inspección Técnica de Edificios y que “no concreta dónde se van a ubicar y cómo se van a financiar los equipamientos que se promete habilitar”.
El Plan promete “máxima protección”
El Plan aprobado el pasado jueves en el Pleno promete “garantizar la máxima protección del Monte Hacho”, que queda “incluido en una categoría de suelo no urbanizable con protección del planeamiento, lo que permitirá el mantenimiento de los valores naturales y paisajísticos del conjunto”. La Fortaleza pasa de estar incluida en el suelo urbano a ser considerada como una instalación militar en suelo no urbanizable en igualdad de condiciones con la futura Base Única”.