No pensaba escribir este viernes, mejor hacerlo cada quince días pensé, pero al leer el Faro del pasado día 4 me resulta bastante incomodo quedar en silencio. Se despertaba en mí la necesidad de reflexionar -escribiendo- sobre lo leído.
Desde luego, si Septem Nostra no existiera habría que inventarla. Es de esas asociaciones sin ánimo de lucro de verdad de la buena; otras no sabemos muy bien a qué intereses sirven, más allá de los propios de quienes las representan.
En su último artículo, “La inseguridad prolongada que provoca la política ceutí”, hacen una reflexión cruzada entre “políticos-funcionarios-Justicia-especuladores” (causa) y “poder-interés-dejadez-enriquecimiento” (efecto). El orden cuenta, no se lo salte, es importante: acción-reacción.
Como decía en mi primera colaboración, huyo de referencias a otros (en la medida de lo posible), así como de leyes y reglamentos para centrarme en mis propias reflexiones (por supuesto no exentas de influjos externos). En base a esto, y desde la perspectiva que me da la observación de las personas que trato y del medio en que vivo, filtrado con algo -o mucho- de sentido común, elaboro mis conclusiones.
Desde luego, la que corresponde en este caso parece sencilla: el comportamiento de algunos determina la situación por la que atraviesa la ciudad. También resultaría, en principio, sencilla la solución: si quiere cambiar los efectos cambie sus causas, los causantes en este caso.
Pero claro, no es tan sencillo cambiar al poder de su privilegiado lugar: al político… sólo cada cuatro años; al funcionarial… ¡en la vida! (so pena que te pillen con el carrito de los helados); si Justicia… ni te cuento; y de los especuladores… creo que imposible, existirán siempre, como la mala ambición y la avaricia; así que sólo queda tenerlos a raya.
Pero lo que más me ha llamado la atención del artículo y ese es el motivo de mi meditación, es el pesimismo de ciudad que transmite. Lo malo es que creo que aciertan bastante. Pesimismo que parece contagioso, pues la reflexión última que hacen es desoladora, aunque desearía fervientemente equivocarme. Conozco personalmente a bastantes miembros de ella y sé de su preocupación por Ceuta. Preocupación que nace del amor a nuestra tierra y del conocimiento profundo que tienen; siendo éste último fruto del estudio constante que hacen del entorno y que plasman, con buen intelecto y tenacidad, en sus artículos y publicaciones. Mostrando siempre un gran respeto por nuestro patrimonio: material e inmaterial, urbano o natural (terrestre o marino).
Sería por lo tanto una pena que bajasen la guardia, arrastrados por esta desidia colectiva que parece apoderarse de la ciudad cada cierto tiempo y que desde luego tiene causa. Por ejemplo, y en asunto que no cejan de recordar, si hablamos de calles emblemáticas las que se están desnudando de su antigüedad: Alfau, Miaja, Aranda o Real. Si hablamos de edificar sin medida: San Antonio, carretera del Hacho, Sarchal, Postigo, Loma Margarita… Si decimos de edificar sin control: bueno, eso lo pone Vd. que seguro que al lado de su casa hay algo. Y yo seguiría además con el patrimonio inmaterial, como el estilo o el decoro, por ejemplo: los establecimientos cutres que están proliferando, algunos los tenemos en pleno centro con mantelitos de hule, o tiendas solo de estanterías, etc. Podríamos seguir con playas mal gestionadas (como las de San Amaro, la Bolera para perros (¿?) o la del cementerio); el descuido del campo o del litoral. La verdad es que hay materia para desesperarse.
Todo esto me recuerda el descuido imperdonable y la desidia por no acometer la recuperación de las construcciones militares. No sólo por su valor histórico, constructivo y de posibilidad de uso una vez recuperadas -hablamos de las que ya no tienen uso militar-, sino por la oportunidad que estamos perdiendo de incorporarnos a un turismo cada vez más interesado en visitar este tipo de instalaciones. Conozco muchas de España (Canarias, Tuy, Coruña, Pontevedra, Sevilla, Segovia, Badajoz, Cádiz, etc.); en Portugal (Vila Real, Valença, Bragança o Beja); alguna en Irlanda, Siria, Jordania, Marruecos o Chequia... Ya le digo, en ningún lugar he visto tanta variedad constructiva en tan poco espacio: paños de muralla defensiva, torres, fuertes y contrafuertes, castilletes, observatorios, rondas, minas, almacenes, baterías, galerías... Por nuestra privilegiada situación sobre el Estrecho, hemos tenido, durante años a la vista, puestos de tiro fijos que siempre fueron la admiración de los que pudimos corretear por sus abovedadas galerías, viendo los puestos de mando o donde el almacenamiento de la munición. Entrar en aquellos cañones navales puestos en tierra y abrazar sus tubos que no abarcábamos era todo una aventura: El Pintor o Valdeaguas fueron ejemplos de ello.
Tenemos a todas luces un tesoro que no aprovechamos y del que ya hemos perdido buena parte. Como ejemplo uno antiguo: la destrucción de revellines que produjo la ampliación de Ceuta hacia el campo, buscando la expansión que la modernidad apresurada necesitaba. Reciente una que me dolió particularmente: la operación inmobiliaria con apoyo de pleno municipal, como la que se cargó el Cuartel del Revellín (algún político aún anda por ahí haciendo de las suyas). Claros ejemplos de la cortedad de miras en nuestra ciudad. Total, que aún no hemos empezado a poner en valor nuestras instalaciones como ahora se dice, o de una puta vez que diría un castizo.
Bueno, sólo quería reconocer la labor de estos hombres y mujeres de Septem Nostra y el lujo que supone tenerlos en nuestra ciudad que, a la postre, trabajan desinteresadamente a favor de todos para lograr un mundo más humanizado, solidario y respetuoso con el entorno, y del que todos, todos, nos hemos de beneficiar o perjudicar al final.
Creo que su trabajo merece la pena, por eso como decía al principio... si no existiera habría que inventarla.