Opinión

Separatismo y guerra de banderas

Pido disculpas por reincidir tanto en el tema separatista. Pero, ¿les dejamos que ganen la batalla de la información con sus astronómicas mentiras?. Pocas veces se ha visto un gobierno regional tan falto de responsabilidad, seriedad y rigor. Y es que, cada vez que España está debilitada, Cataluña vuelve a inventarse sus “ínsulas”, “naciones” y “estados”, nacidas como setas en otoño. Los separatistas están agazapados al acecho del momento propicio en que puedan hacerle más daño para romperla. Se inventaron el inexistente “derecho a decidir” para, bajo su subterfugio, colarnos el “derecho de autodeterminación”, que sólo existe para los pueblos colonizados. Pero no para Cataluña y el País Vasco, por ser regiones dependientes del Estado español.

Las semanas pasadas se reactivó el eje independentista Puigdemont-Urkullu con este último en Barcelona para redoblar su presión como plataforma conjunta contra la “España opresora”. Relanzan así su delirante obsesión de separarse buscando ser lo que nunca fueron ni tuvieron: un estado independiente; porque necesitan curarse el tremendo complejo de inferioridad que padecen por ser de las pocas regiones que nunca pasaron de ser un condado y varios señoríos. Y lo hacen invocando su “democrático derecho a votar” y su “hecho diferencial”.

En la cabeza de Puigdemont no entra que no es votar lo que se les impide, sino que voten contra la Constitución y la ley para romper España, que es distinto. Dice que son muy “demócratas”, pero atentan contra el orden constitucional casi todos los días, saltándose olímpicamente las leyes, las sentencias, el castellano,  amenazando ahora a los medios con que si no hacen propaganda independentista les retirarán las subvenciones, y Junqueras jaleando a 500 alcaldes separatistas con una nueva amenaza al Estado: “Les damos miedo, pero más miedo les daremos”. Y es que el complejo de superioridad nace del de inferioridad. Más todas las Autonomías tienen “hechos diferenciales”. Si los separatistas hubieran realizado en América las gestas de los extremeños, exigirían proclamar unilateralmente “su” imperio americano dirigido desde Cataluña, porque hasta tienen la desfachatez de aseverar que “Hernán Cortés y Pizarro fueron catalanes, pero que la España opresora se los arrebató”. Y nacieron en Medellín y Trujillo  (Extremadura) no lejos de Mirandilla, mi pueblo.

Y no sólo quieren su independencia, sino también anexionarse las regiones limítrofes y apropiarse de sus símbolos. Veneran y enaltecen sus símbolos (estelada y els himno segadors catalanes, y la ikurriña y el gora ta gora vascos); pero son tan sectarios, que sienten inquina y aversión hacia la Bandera y el Himno de España, que tanto desprecian, mancillan y vilipendian públicamente. Cuando se trata de sus símbolos, se pavonean fervorosamente enaltecidos. Nada les hace más felices ni les produce complacencia más sublime que cuando están ante su himno o su bandera. Y me parecería bien, siempre que respetaran que los demás también tenemos nuestros sentimientos que, si son españoles, ellos tanto odian y denigran.

Hubo un diputado vasco en el Congreso que decía sentirse oprimido y coaccionado por tener que pasar ante la bandera de España en la Plaza de Colón de Madrid. Con la cantidad de rodeos que pueden dar a tan digno lugar quienes no merezcan pasar por allí. Pero ninguna coacción ni asco sentía cuando todos los meses cobraba de España. Parecido a “Pep” Guardiola, que siendo jugador de la Selección Española decía sentirse orgullosísimo. Ahora murmura y desprecia a España llamándola estado opresor con peor democracia que la de Qatar. Se nota que su amigo separatista Puigdemont, con su magia sobre la excelente “democracia” qatarí, lo ha  embelesado. Pero si cree que con la democracia de Qatar estaría allí en un paraíso, sepa Guardiola que en España vivimos sin él en la gloria.

Pero no sólo los separatistas se enternecen y regocijan ante sus símbolos, sino que quieren también  imponérselos a las Autonomías limítrofes que pretenden anexionarse. El pasado 3 de junio tuvo lugar una manifestación de 23.000 pamploneses exigiendo que se retire la bandera vasca de Bildu de sus instituciones que, pese a ser ilegal e inconstitucional, los separatistas vascos y sus afines navarros tratan a toda costa de imponerla en Navarra. La presidenta abertzale navarra, Uxue Barkos, quiere cambiar la ley para que ondee en las instituciones navarras, a pesar de que el Tribunal Constitucional ya falló en contra.

La “guerra de las banderas” empezó 1868, cuando el Gobierno vasco incorporó las “cadenas de oro” del escudo de Navarra a la bandera vasca, insistiendo el País Vasco en apropiárselas para que en su escudo figuren no sólo Vizcaya, Álava, Guipúzcoa y el territorio limítrofe vasco-francés, sino también Navarra, que quieren anexionarse para formar Euzkalherría, que ellos llaman. El historiador Luis Javier Fortún recientemente acreditó que la bandera navarra data del año 1558, según consta en el Libro de Consultas del Ayuntamiento de Pamplona, cuando se reclutó allí un regimiento para luchar contra los franceses, eligiendo como símbolo la primera bandera de Navarra de la que se tiene noticia, constando textualmente: “la dicha vandera… la qual es colorada, sembrada en ella cadenas y una corona doradas…”. Aunque hasta el año 1908 no sería establecida por decreto como bandera oficial. Y el conflicto ha resurgido ahora porque el cuatripartito gobernante en Navarra  (Podemos, Bildu, Geroa Bai e I.E.), pretende que la bandera de Bildu ondee en los centros oficiales navarros, a lo que se oponen frontalmente los constitucionalistas navarros de UPN y PSN.

La bandera vasca ha tenido dos versiones, la primera creada por Sabino Arana, padre del nacionalismo vasco, en base al antiguo escudo de Vizcaya. Se exhibió  por primera vez el 14-07-1894 como representativa del actual Partido Nacionalista Vasco. La ikurriña no tendría carácter oficial hasta octubre de 1936, cuando la oficializó un decreto del entonces Gobierno provisional de Euskadi presidido por José Antonio Aguirre. Franco la prohibió. Y en 1977 fue legalizada cuando se autorizó la Autonomía y en 1979 el Estatuto, pasando a ser la bandera oficial vasca.

Por su parte, Navarra acordó el 15-07-1910 establecer como bandera oficial la que cuenta con sus armas, en base al escudo navarro. Pero, fue izarla por primera vez el 16-07-1910 en el aniversario de la batalla de las Navas de Tolosa, y el mismo día fue también enarbolada simultáneamente por los nacionalistas vascos en el balcón del primer Centro vasco en Pamplona, para apropiársela. Un texto publicado en la revista “La Avalancha”, expresa: "Interceda este año San Fermín, el día de su fiesta, con el Señor todopoderoso para que (…) la patria prospere al amparo de la Cruz sacrosanta, y bandera roja y gualda de España, a cuya sombra bienhechora flamee victorioso el pendón bermejo de Navarra" (Pamplona, 6-07-1915). Aclaro que las “cadenas de oro” del escudo navarro figuran también en el escudo español, porque representan la incorporación de Navarra a España.

Por eso, las banderas española y navarra convivirían en un mismo tándem. Y, de forma contrapuesta, lo mismo harían los nacionalistas vascos con la bandera de Navarra y su ikurriña, que por aquel entonces pasó de ser la bandera separatista de Euzkadi, contraviniendo esta segunda versión la primera creada, Sabino Arana. El golpe de estado de1923 de Primo de Rivera prohibió: "izar y ostentar otra bandera que la nacional en buques, edificios, sean del Estado, de la Provincia o Municipio, ni en lugar alguno". Después, la Ley Orgánica del Régimen Foral de Navarra, de 10-08-1982, estableció en su artículo 7.1: "El escudo de Navarra está formado por cadenas de oro sobre fondo rojo, con una esmeralda en el centro de unión de sus ocho brazos de eslabones y, sobre ellas, la Corona Real, símbolo del Antiguo Reino de Navarra". Y su en artículo 7.2: "La bandera de Navarra es de color rojo, con el escudo en el centro".

Restaurada la democracia, el 2-11-1978, los vascos acordaron incorporar a su Estatuto de Autonomía las “cadenas navarras”. Navarra reaccionó interponiendo conflicto positivo de competencia nº 22/1982 instando al Tribunal Constitucional a que anulara la parte del Estatuto vasco que se refería a la utilización de dichas cadenas, por estimar que las mismas pertenecen en exclusividad a Navarra, declarara la competencia exclusiva navarra para disponer sobre el uso de su escudo de armas, anulara el acto del Gobierno vasco de hacer uso del emblema que incluía el escudo de Navarra, y dispusiera la eliminación y retirada de dichas cadenas del escudo vasco. Y el Tribunal Constitucional falló que la titularidad de la competencia corresponde a Navarra, anulando acuerdo vasco de 2-11-1978 y ordenando la exclusión de “las cadenas” navarras del escudo vasco, por invadir y lesionar el ámbito competencial de Navarra.

Los separatistas vascos vuelven ahora a las andadas. España está débil; no hay mayoría absoluta parlamentaria y al partido gobernante apenas le dejan gobernar. Tienen prisas en anexionarse Navarra y apropiarse de sus símbolos, en base a que la Disposición transitoria cuarta de la Constitución recoge la posibilidad de que Navarra pueda incorporarse voluntariamente al País Vasco.  Pero para ello, tendrían que dar los navarros su pleno consentimiento expresado mediante referéndum. Ya el llamado “Plan Ibarretxe” incluía a Navarra en el País Vasco por considerar al territorio navarro parte integrante de  Euzkalherría. En aquella ocasión los navarros expresaron su total rechazo al Plan, dado que la incorporación que pretendían era forzada, completamente al margen de la voluntad del pueblo navarro y sus instituciones, arrogándose indebidamente una representación de la que carecen.

El Plan Ibarretxe fue abrumadoramente rechazado por el Congreso de los Diputados y él se tuvo que marchar a su casa, como previsiblemente sucederá pronto con Puigdemont y los suyos, porque en un estado de derecho, donde la soberanía reside en el pueblo, ésta es indivisible, y una parte no puede decidir por el todo.

Pero algo distingue a Ibarretxe de Puigdemont. Al menos aquél, tuvo la valentía de pedir autorización para ir al Congreso de los Diputados a exponer su “plan” separatista y someterlo a votación el 1-02-2005. Mientras Puigdemont quiere ahora comparecer tras haberse negado a hacerlo por miedo. En su lento discurrir, ha caído en la cuenta de que en Madrid le pondrían un micrófono por delante con resonancia en toda España para poder lanzar a todos los españoles su soflama separatista y, a la vez, inflamar los pechos catalanes de fervor independentista. Y ya conocen su jugada. Ahora quiere comparecer, pero se permite poner condiciones: Sólo irá si previamente se le autoriza el referéndum, “sí o sí”, lo quiera o no el Estado, y siempre que no tenga que votarse ni en el Congreso ni por los demás españoles. Él acude a “dialogar”, si antes se le deja imponer, tras haber ya fijado unilateralmente el referéndum y su fecha. Él es tan “demócrata” entre los demócratas, que quiere ir a la sede de la soberanía “española” a imponernos su soberanía “catalana” sin votación. ¿Pero no dice que lo democrático es votar?. ¿En qué quedamos?. Utilizaría el Estado para destruir al propio Estado. Todos los españoles estaríamos obligados a escucharle en silencio, sin poder replicarle ni votar sobre algo tan fundamental para todos los españoles. Y, además, todo el “teatro” le saldría gratis. ¡Qué portentoso talento!. Los españoles para él somos unos palurdos “charnegos”. Esa es su “democracia”.

Se lo acaban de reprobar más de cien personalidades catalanas relevantes, reclamándole que, “por dignidad democrática, desactive el referéndum, porque no se cumplen los requisitos imprescindibles para que sea democráticamente homologable”.

También lo ha enfilado ya el presidente francés, Macron. Ha sido llegar y decirle: “Sólo conozco un socio y amigo, que es España, toda y entera». Aunque no crean, luego se codea con otro genio “demócrata” como él: Con Maduro, de Venezuela (Dios los cría y ellos se juntan). Mientras tanto, Cataluña ya debe a la “España que le roba” 51.000 millones de euros; porque no sólo son portazos políticos, también financieros. Las agencias Goldman Sach y Morgan Stanley se niegan a financiar hipotecas catalanas, porque su deuda está ya clasificada como “bono basura”. Pero su “vice” Junqueras, jactándose de que Cataluña tiene solidez económica. ¡Ver, para creer!.

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