Si triste fue 2020, este 2021 sigue su infausta estela. Ordenando los primeros datos para la habitual crónica necrológica de la ciudad que habitualmente incorporo al suplemento especial de fin de año de este diario, me llevo las manos a la cabeza al repasar la larga lista de conocidos y queridos ceutíes que se nos han ido desde que arrancó enero.
Limitándome al plano futbolístico y con la imagen gráfica que ilustra la columna, nueve óbitos me han trasladado inevitablemente a mi larga época al frente de la redacción deportiva de ‘Radio Ceuta’. Y es que de esta guisa se nos han ido, así, casi de golpe, cinco destacados canteranos, Paco Anta, que con el At. Ceuta disputó la promoción de ascenso a Primera, Manolo Serrán, que logró con la A.D. Ceuta el ascenso a 2ª División, Hadi, Vicente García y Nono que militaron en distintos equipos locales en categoría nacional. Junto a ellos despedimos también a Manolo Vilches, el legendario utillero de la Agrupación, Miguel Vega Campos, largo tiempo directivo de la Federación con Cózar, o el mismo Enrique Conde, miembro durante una década del Comité de Competición.
Días atrás se nos marchó igualmente ‘Totó’, aquel querido jugador que fue del histórico At. de Ceuta y uno de sus elementos claves en el retorno del equipo a 2ª División. Auténtico ‘9’, noble, corpulento y dominador del juego aéreo, sus goles se prodigaban y se aplaudían a rabiar. Aunque nacido en Larache, Totó se consideraba un ceutí más. Bonachón, admirado y próximo a la gente, Antonio se ganó el cariño de la afición. Valga el ejemplo de la imagen.
Una fotografía que he rescatado de mi archivo al hilo de la ocasión y que nos retrotrae a su vez a otros personajes igualmente en el recuerdo. Flanqueando a Totó, dos conocidos hermanos: Ricardo y Antonio Muñoz Rodríguez, jovencísimos ambos. El primero por entonces administrativo de la firma Borrás y el segundo cuando daba sus primeros pasos como comercial. Quién iba a decir a ambos en ese prolegómeno de un partido en el Murube inmortalizándose junto al bueno de Totó, que Ricardo, siguiendo los pasos de su abuelo, habría de ser alcalde de Ceuta en la transición y en pleno golpe del 23- F, mientras que Antonio estaría llamado a ser una de las cabezas visibles más importantes de los mejores tiempos del PSOE local y presidente de la Junta Obras del Puerto (actual Autoridad Portuaria).
Buena época aquella para la ciudad como para el propio fútbol ceutí en la que acudir a los partidos constituía una especie de acontecimiento social. Y ahí, en esas viejas gradas de cemento y tras la vetusta valla de madera posan también, felices con ídolo, otras conocidas caras de las que ahora mismo sólo acierto a identificar a Copín, a Cutillas, y a Chito, el hermano de Totó, en la parte superior, cuando ambos jugaban juntos en el Atlético. Ya por fin, abajo y en el centro, el ‘Payo’ o, si lo prefieren, ‘Cafelito’, tal y como lo coreaban los aficionados desde la grada en su carrera por el terreno de juego cuando en los descansos llevaba el reconstituyente café del ambigú a los jugadores en el vestuario.
Entrañable añeja postal, ciertamente.
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