La alegría y la tristeza se pueden dar de la mano. Y no lo digo yo, sino mucha gente que he consultado. Cuando mi olfato se impregna de ese perfume característico, que solo me viene cuando estamos en la Semana Santa, es cuando mi memoria se desenrolla y me trae recuerdos de lo vivido en años pasados. Esa fragancia que en muchos bazares los he percibido y que en estos días en distintos lugares de nuestra querida Ciudad Autónoma de Ceuta, ya me han venido. No hace mucho en un lugar de nuestro querido edificio Ceuta Center, donde me dijeron que era una esencia que se llama incienso. Muchos lo utilizan los viernes para rociar todos los rincones de su casa buscando que los buenos espíritus vengan y salgan aquellos que nadie desea.
En los pasos, es para menguar los olores corporales de los costaleros, que con sus esfuerzos hacen realzar a esa figura, representativa de nuestros Santos Misterios, y pasear los palios por las distintas calles de nuestra querida Perla del Mediterráneo, donde la tradición se prorroga, y nos puede poner dentro de las órbitas de otras ciudades españolas.
Y los golpes dados por los capataces, dando lugar a una respuesta de esos hombres que sacrifican su cuerpo para poder sacar a lucir esas esculturas llenas de años de tradición y devoción de esa muchedumbre que va detrás de ese paso que nunca estará solo, ya que sus seguidores dan su vida por ella, en agradecimiento a los favores recibidos por esa imagen bendecida, en su día, y que gracias a su intercepción nos ha ayudado en algún instante en salir del apuro de algún familiar, o de nosotros mismos.
También los penitentes que hacen la corte de luces para decir sin palabras que la luz está presente con nuestra presencia, y nuestro corazón es fiel a aquel paso que hemos elegido y estamos presentes.
Las bandas de música que deleitan los oídos de los espectadores y el acompañamiento necesario de algunos hombres uniformados de nuestros cuarteles ancestrales de nuestra querida Ciudad, orgullo de nuestro estandarte militar que tenemos en muchos lugares de nuestro territorio tan caballa y español.
Y la pasión se ve por todos lados. Los fieles consultan las salidas procesionales para ir eligiendo los mejores días, e ir buscando los sitios para no perderse los momentos más emotivos de nuestras procesiones.
La verdad que soy fiel a nuestro Padre Medinaceli, que este año se ha adelantado mucho, y ha puesto en carnes de gallina a muchísima gente y ha retrasado el éxodo que ha habido por la semana Blanca.
En los videos se ve como sigue siendo, sin duda alguna el día grande de nuestra Semana Santa, el traslado de su parroquia donde se guarda durante todo el año la San Ildefonso, allá en el corazón del Príncipe, hasta su Casa de Hermandad, en lo que era antiguamente Automovilismo.
Muchas lágrimas, mucha devoción, muchos sacrificios, se observaron y eso si no estuvo solo, fue custodiado por todas las Autoridades civiles, militares, por todos los medios posibles.
Y la tradición de cumplió con la puesta en libertad de un preso que se le dio la perla de los detenidos, su libertad para estar en la calle.
Y muchos pasos más podemos destacar como por ejemplo el Encuentro, donde nuestros legionarios vuelven a ser las estrellas invitadas dentro de una Semana Santa, donde el público desea cantar con esos caballeros, su himno del Novio de la Muerte.
Con las lágrimas, el coraje, y el amor a unas letras que hacen el protagonismo en una noche de fantasía de martes.
El silencio se ve.
Me impregna mi fe.
Que tengo dentro.
Donde salgo llorando.
De mi querido Nazareno.
Que siendo Santo.
Murió por nosotros.
Para la salvación del mundo.
Cierro mis ojos.
Y vuelo contigo.
Y te digo al oído.
Muchas gracias mi Dios.
Por lo que has hecho.
Por todos los pecados.
De todos nosotros.