Figueredo es alumna del Camoens. Ayer, en el salón de actos del Instituto Camoens, dentro del plan LEAS de fomento a la lectura del centro, tuve la suerte de conocerla. Alice quería compartir su primer libro con los compañeros: Selenofilia.
Tímida, introvertida, sensible, con voz pausada y unos ojos llenos de vida nos habló de poemas y cuentos.
Tula Fernández presentó el acto, nos introdujo en sus poemas, nos hizo viajar a través de las palabras de Alice por mares tormentosos, huracanes en el que los barcos pertenecen a la voluntad de Eolo. Pero también contó que Alice encontraba sirenas, estrellas, la luz de la luna que ilumina un camino entre las aguas, un faro que nos guía a esa isla imaginada.
Escribir para Alice es desgranar las tristezas y las desilusiones, es poder dialogar consigo misma sabiendo que hay luchas y batallas del alma que pueden estar ahí, aunque el desánimo nos haga tener que ver de frente los miedos, las inseguridades y lo que nos hace débiles y vulnerables.
“En el rincón de los sueños perdidos...y encontrados. De las catástrofes y de los amaneceres. De las pérdidas y las derrotas”.
El título de sus poesías parece anticipar la fuerza narrativa, la pasión de las palabras, las lagrimas mezcladas en comas, puntos, mayúsculas y minúsculas. Escribir es moldear, es decir sin decir, avisar sin avisar. Moverse en la quietud.
“ La elegida. Todos somos monstruos, la aguda impotencia. La comida: mi enemiga. Cuervos que esperan”.
Todos los títulos son voces que luchan contra el silencio para gritarnos, para gritarse a sí misma que no todo está perdido.
Sus cuentos cortos dialogan con el amor, el dolor, la cordura, el alma, la soledad y la verdad. Allí está ella que la vamos descubriendo mientras abrimos Selenofilia y nos atrevemos a compartir con ella lo recóndito e inefable que nos atrapa en una red invisible.
Alice es de tinta, difumina sus rostros en todos los rostros recordados, se compromete con el lector a abrazarlo, a invitarlo a ese mundo literario, a encontrar ese poema, ese libro, ese autor que nos está esperando en algún lugar.
Mi cañonazo de hoy va para ella, para esa poesía comprometida.
Como dice el profesor Keating en la película El club de los poetas muertos: “No leemos y escribimos poesía porque es bonita. Leemos y escribimos poesía porque pertenecemos a la raza humana. Y la raza humana está llena de pasión”.