La búsqueda de fórmulas imaginativas siempre ha sido una de las promesas defendidas por la clase política. Ya saben, nos venden con discursos grandilocuentes lo que van a hacer, aunque luego de eso poco quede. Esas fórmulas imaginativas son las que urge aplicar en sectores que se encuentran en una situación crítica. El último en subirse al carro es el sector de las gasolineras. Cuando antes éste era precisamente uno de los atractivos de Ceuta, el ofrecer un combustible más barato, ha terminado convirtiéndose en un sector atacado por los menores precios que se estilan en el vecino país. El Ayuntamiento optó por aplicar unos tributos que han terminado convirtiéndose en uno de los factores que ha ayudado a esta caída en picado. Ahora una familia de clase media ceutí ha tomado ya como norma el acudir todos los sábados a Castillejos, comprar en el mercado y de paso llenar el tanque del coche. A la larga esa costumbre está haciendo daño, sobre todo, en el negocio de las gasolineras.
La última noticia la conocíamos esta semana, cuando los sindicatos advertían de la adopción de medidas drásticas en algunos de estos negocios, con la implantación de reducciones de jornada y por tanto de salarios. Hay que hacer frente a las situaciones con tijeretazos a los que no se puede dar la espalda.
Cierto es que la Ciudad necesita tener una fuente de financiación básica vía impuestos, pero también es cierto que, visto lo que está sucediendo, cabría la adopción de medidas correctoras para paliar la sangría que ya se apunta. ¿Cuáles? Ahí precisamente es donde deben estar las fórmulas imaginativas de la clase con poder en mano.