Según declaró en su día el propio policía herido y agentes que actuaron en aquel servicio, entre ellos el oficial, el menor había dado una patada al agente para provocar que este cayera. Finalmente el policía sería trasladado al Hospital y desde allí se procedería a su evacuación a la península.
Pues bien, ayer, ya ante el juez, llegaba el momento de la verdad y todas las acusaciones que en su día se vertieron contra el chico fueron desmoronándose. Todas las versiones policiales cambiaron, dejando en evidencia lo que antes se había mantenido. El primero en cambiar fue el policía herido quien manifestó ante el juez que el chico nunca le había dado una patada, insistiendo en que fue un choque de su moto con el ciclomotor que conducía el menor el que produjo la caída. El agente narró que circulaba en paralelo con el vehículo del joven y que pretendió cerrarle la dirección metiendo su rueda delantera hacia el vehículo del menor. Así se produjo la caída y no porque el chico le diera una patada.
Tras su declaración llegó la del oficial de Policía. Este ofreció una testifical muy variable. Dijo que había manifestado en su día que el menor le había dado una patada al compañero porque éste así se lo había comunicado en el hospital. Lo que sucede es que ayer en la vista ante el juez el herido no se acordaba de haberle dicho esto. El oficial no pudo mantener la existencia de esa patada porque sencillamente nunca la vio y su referencia, que era la supuesta declaración de la víctima, ya no se mantenía. Así que la patada desapareció de la escena. Un tercer policía local nada vio. Por su parte el acusado negó la existencia de dicha patada y confesó que había escapado de la Policía por miedo.
El Fiscal, que había llegado hasta el juicio manteniendo una acusación de un delito contra la seguridad del tráfico y otro de atentado, no pudo más que cambiar su calificación final ante la falta clara de pruebas que pudieran sostener uno de los delitos, el de atentado. Si no hay patada, no cabe atentado alguno contra el agente, así que en sus conclusiones advirtió de la modificación manteniendo sólo la existencia de un delito contra la seguridad del tráfico.
Por su parte la defensa del joven solicitó la absolución, al considerar que quedaba claro que lo de la mítica patada nunca se había producido. Entendió que la conducta de su cliente era más propia de una sanción administrativa.
Nadie solicitó que se dedujera testimonio a los policías por ese baile de declaraciones que han dejado en evidencia a todo el Cuerpo.
El ‘juicio paralelo’ en los medios
La historia de este accidente tuvo su juicio paralelo en los medios de comunicación. Ese juicio fue motivado por las declaraciones iniciales de los agentes de la Policía Local ya que manifestaron que habían visto al menor dando una patada al agente para que cayera al suelo. Así que el joven terminaba criminalizado ante las aseveraciones de unos agentes que representan a la Policía. La polémica saltaría después cuando, ya ante el juez, comenzaba el baile de manifestaciones. La patada ya no existía.
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