Ya lo dice Vicente Álvarez, vamos a tener que quejarnos a Benedicto XVI, hacer una protesta para que no nos quiten al vicario. Y es que a nuestro Curro nos lo hemos ido apropiando poco a poco y ahora, tras 16 años en la ciudad, parece que nos roban un tesoro. Será porque don Francisco lo es. Mis visitas a las misas de la iglesia de África son ocasionales, más frecuentes son las que hago para echar mis rezos en solitario y de paso darle calor a mi padre poniéndole unas velas. Mi relación con el padre Curro se ha gestado en otro ámbito, el de la inmigración. Ya no sé ni las veces que hemos coincidido en los entierros de inmigrantes. Siempre los mismos, Curro, los de la Funeraria Curado, alguna de las Vedruna, Quino con su cámara y yo. Participábamos de un homenaje a quien ha perdido la vida buscando un mundo mejor. Hablábamos sobre ese drama que, aquí en Ceuta, asimilamos ya como algo normal cuando es una tragedia. Tenemos una costra hecha ante lo que es una auténtica sangría en esta parte de África. Nuestro vicario, porque siempre será ‘ nuestro’, ha buscado la integración de estas personas al igual que en su día lo hiciera el padre Béjar, continuando con la buena labor que siempre se ha hecho en la parroquia de África con los inmigrantes.
Cercano con todos, don Francisco siempre se bajó del pedestal en el que parte del clero se sube olvidando que en la proximidad al otro está la clave de la religión y la espiritualidad. ¿Qué el vicario se llama Curro? Pues sí, porque es nuestro Curro, porque es alguien cercano, implicado en los problemas específicos de una Ceuta complicada y que responde adecuadamente a los buenos jefes. Ahora nos informan del relevo del vicario y la marcha del nuestro. “El cariño de la gente es la riqueza que me llevo”, le comentaba ayer a mi compañero Juanmi Armuña en la entrevista que hoy pueden leer en ‘El Faro’. Se le ha olvidado decir que la riqueza se la gana cada uno, que para que los demás te echen de menos hay que darles más, que aunque acepte la voluntad de la Iglesia, aquí nos hacen la puñeta. Pues nada don Francisco, Curro, vicario, padre... hasta la próxima, aquí la que suscribe le va a echar de menos.