Cada año, por estas fechas, me da la sensación de que yo empiezo a ir al Colegio, como uno más de esa gran cantidad de niñas y niños de España que estrenan un nuevo sistema de vida, la del colegial, que es algo sumamente interesante. Ellas y ellos - los más pequeños - experimentan un cambio muy importante en sus vidas, de la que no se dan cuenta más que en lo externo, en que tienen que ir a ese sitio del
que han oído hablar, que tienen que llevar - en algunos casos - un uniforme y una mochila con unas cuantas cosas nuevas para él, o ella, pero que están deseando empezar a manejar a su antojo para ver las figuras que hay en sus páginas y “tratarlas” a su aire con los lápices de los que ha pasado a ser poseedor cada uno de esos flamantes “estudiantes”.
En general es un día muy divertido para todo ese conjunto infantil, aunque alguno de ellos vaya con temor y hasta con lágrimas en los ojos: No dura mucho ese malestar y pronto será otro personaje más de los que forman ese grupo delicioso de gente menuda que acude cada día a cumplir con sus obligaciones; ya han empezado a ser personas con una misión que es sumamente importante, aunque ellas y ellos no entiendan de esas cuestiones y ni siquiera piensan en tal asunto. A nosotros, a los mayores, empezando por los padres y siguiendo por todos los demás, sí que nos debe preocupar mucho todo lo que se refiere a la educación que esas niñas y niños. empiezan a recibir en esos Centros como complemento de la que cada uno de ellos recibe en su propia casa.
Yo no tengo el más mínimo recuerdo de cómo transcurrió, para mí, ese día; el primero de asistir al Colegio. Han pasado muchos años y las costumbres y los medios de difusión eran muy diferentes, pero sí recuerdo lo que era alguna que otra hora de clase y, sobre todo, la hora del recreo en el que todos luchábamos, sobre un arenal, por la posesión de un balón y con todo ello la necesidad, general, de esforzarse por conseguir algo en la vida. Asocio la experiencia que empiezan a vivir esas niñas y niños, con la experiencia de toda mi vida. Sé que la vida de cualquier persona se basa en ese día, en ese comienzo de la formación que se irá complicando, paso a paso, para poder atender los muchos e importantes problemas que, día a día, se presentan a lo largo de la vida.
Contemplo con mucho cariño a esas niñas y niños que en estos días comienzan a trabajar para llegar a ser útiles en la vida. Útiles en su más importante sentido y también en ese importantísimo valor de hacer las cosas - todas las cosas - con el mejor sentido y en beneficio siempre de la convivencia humana. Es necesario que sus corazones aprendan a amar y no a odiar, y necesario es también que sus mentes sepan enjuiciar todos los problemas con sencillez, sin prejuicios de ninguna clase y deseando para todos lo mejor que se desea para uno mismo. Todo eso, que es una especie de condensación de la vida, es lo que esas chiquillas y chiquillos están llamados a aprender y a ponerlo en práctica sin demora. En definitiva, darse a los demás, sin pensar en uno mismo.
Se ha iniciado el Curso Escolar, uno más a lo largo de la Historia, y uno contempla con emoción a quienes, tan pequeños, dan comienzo ya a algo que es sumamente importante para la vida de la Humanidad. Ellos no lo saben ahora pero lo irán aprendiendo conforme los años se les vayan sumando. Desde ahora les deseo lo mejor en su educación y en su acción en la vida. Estamos necesitados de la alegría con la que ahora inician su vida escolar y de la alegría que les deseamos vayan acogiendo en sus corazones a lo largo de los años. Ánimo a todas y a todos y que vuestras vidas estén llenas de la verdadera felicidad.