Sara Grela imparte desde ayer y hasta pasado mañana en el IES Luis de Camoens un curso de formación del profesorado ‘Intervención con alumnado TEA’ que registró una demanda que más que duplicó las 30 plazas disponibles. Licenciada en Psicología Clínica y Máster Universitario en Profesorado por la Universidad de Santiago de Compostela especializada en el apoyo a personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA) y otros del neurodesarrollo, su objetivo es ir más allá de la base teórica y profundizar en aspectos “prácticos” como los que aplica en el Centro de Atención Temprana (en colegios, casas...) en el que trabaja en Galicia, respondiendo a la demanda de los docentes ceutíes.
–¿Es más difícil trabajar en la relación con niños con TEA con las familias, con el profesorado, con otros pequeños...?
–Yo creo que no debemos encasillar a ningún colectivo y señalarlo como ‘el más complicado’. El problema está en la falta de información para comprender el autismo. Lo que hay que hacer es dirigir el trabajo a formar porque cuando se comprenden las estrategias, la actitud y el comportamiento cambian totalmente y son mucho más positivos. Las respuestas negativas suelen deberse a falta de información o a una transmisión equivocada.
–¿Los docentes, los maestros, salen de la Facultad con formación sobre el trabajo con alumnado TEA?
–En la Universidad se da muy poquito de la práctica. Se aprende a nivel teórico qué es el autismo pero apenas nada sobre estrategias prácticas. Cuando terminas tienes que especializarte pero donde realmente se aprende es en la actividad cotidiana. Por mucha teoría que sepas, solo en la práctica compruebas que cada niño con autismo es diferente...
–En Ceuta hay abiertas actualmente tres Aulas Abiertas Especializadas para alumnado TEA que reciben a un total de 18 estudiantes. ¿Es muy distinto el trabajo en esas unidades al que se realiza con las clases ordinarias con esos mismos niños?
–Sí, el enfoque es muy diferente aunque realmente lo que se pretende a largo plazo es que esos niños estén toda la jornada con los demás y que todos los maestros, cuidadores, y sus propios compañeros adquieran estrategias para enseñar, comunicarse, jugar con el alumnado TEA. El aula es un reflejo de la sociedad y en ella estamos todos.
–En el curso se plantea enseñar “por dónde empezar para sacar el mejor partido” de los niños con TEA. ¿Cuál es la respuesta?
–Comprendiendo cómo procesan la información y creyendo en sus capacidades. Comprender a la persona y creer en ella son los factores clave. También es fundamental la motivación para crear estrategias de aprendizaje.
–¿A cualquier edad o hay algún nivel en el que sea más factible o más efectivo?
–Cuanto antes mejor. A veces escuchamos eso de ‘vamos a esperar’ y no debemos esperar nunca. Si apreciamos dificultades en un área hay que empezar a trabajar ya, a abordar esa problemática, porque cuando más pequeños son los niños mejor van a interiorizar esas estrategias. El pronóstico de una persona depende mucho del momento en el que se empieza a intervenir y por eso las guarderías son tan importantes en la detección e intervención.
–Porque no todos los niños con TEA llegan con un diagnóstico a las aulas
–Este tipo de formaciones como la que vamos a desarrollar en Ceuta es especialmente importante desde el punto de vista de la detección del trastorno. Muchas veces son los maestros los que dan una señal de alarma a las familias y los que pueden poner en marcha estrategias de intervención con o sin diagnóstico.
–¿Cómo se trabaja con los niños la relación con sus iguales con TEA?
–Yo diría que es más fácil porque no tienen determinados esquemas mentales de los adultos, ciertas barreras hacia la diferencia que cuando somos más pequeños son más fáciles de naturalizar y normalizar para asumir que todos somos diferentes, que todos nos comunicamos de formas diferentes y que todos gestionamos los problemas de manera diferente. Sobre todo, enseñarles que cada persona tiene una forma completamente distinta de responder a un estímulo, al ruido o al silencio, tengamos autismo o no. Hay diferentes formas de comunicarse y de responder de manera emocional y hay estrategias de habilidades sociales e inteligencia emocional para saber detectar cuándo un compañero está bien o mal y qué hacer en cada caso. Está comprobado que cuando eso se hace desde chiquitines, esos niños, a la larga, tienen una empatía por encima de sus iguales que no han convivido con pequeños con estas necesidades especiales.