En el Martirologio romano, o catálogo de los santos, es normal encontrar una misma santa o santo con el mismo nombre, a los que se les rinde culto, se adoptan como patrona o patrón de ciudades y pueblos, o sus iglesias toman su mismo nombre. Por ejemplo, Santa María Magdalena, patrona de Mirandilla, mi pueblo, también es patrona de miles de lugares del mundo cristiano. Pero lo que no es tan normal es que existan dos santas mártires con la misma edad, con mismo nombre de Eulalia, que significa: “bien hablada”, que sufrieron el mismo martirio y tuvieron tantas similitudes como que las dos parecen ser una sola. Pues eso ocurre con Santa Eulalia de Mérida y Santa Eulalia de Sarriá (Barcelona).
Por cierto, que la preciosa iglesia de Santa María Magdalena de Mirandilla, es de las mejores de toda la comarca de Mérida. El templo se construyó durante los años 1499-1505, aunque su torre y fachada se terminaron en 1737; es de piedra maciza de granito, fachada de estilo clasista y portada gótico-mudéjar. Su interior es de estilo gótico, con cuatro grandes arcos de medio punto, más otro impresionante arco ojival al fondo, gótico, antepuesto al altar mayor. Su retablo mayor es de estilo barroco-neoclásico, fabricado también en 1737, precisamente, mismo modelo que el de Santa Eulalia de Mérida. La construcción de la iglesia la pagó la Orden de Santiago, pero repercutiéndola luego al pueblo, que en 1751 (246 años después) todavía la seguía pagando, según mis últimas investigaciones.
Sobre las dos santas existe una vieja polémicas que conduce a preguntarse: ¿Existieron ambas o una sola?. ¿No será más cierto que sólo existió la de Mérida, desdoblada luego en dos imágenes distintas?. Apoyo mi pregunta en la serie de similitudes que ambas tienen: a).- Ambas fueron vírgenes y mártires en la Hispania romana casi en las mismas fechas. b).- Ambas eran niñas de entre 12 y 13 años. c).- Ambas abandonaron la casa paterna en secreto para presentarse ante el pretor romano a recriminarle duramente la persecución cristiana. d).- Ambas fueron torturadas con hierro y fuego. e).- De ambas dice la leyenda que, en el momento de morir, les salió una paloma por la boca que voló hacia los cielos simbolizando el alma, siendo vistas por los espectadores. f).- Tanto en Mérida como en Barcelona nevaba copiosamente en el momento del martirio, cubriendo la nieve sus cadáveres, expuestos públicamente, vistiéndolos de blanco un día con niebla.
Es cierto que también tienen diferencias: 1ª.- La de de Mérida nació el 10-12-292, siendo martirizada el 10-12-304. La de Barcelona nació el año 290 y sufrió martirio el 12-02-304. 2ª.- La de Mérida fue martirizada conforme al decreto de Maximiano promulgado el año 236; la de Barcelona por decreto de Diocleciano del año 303. 3ª.- La de Mérida fue desgarrada con garfios y quemada viva con antorchas; la de Barcelona, también desgarrada y quemada, aunque muriendo crucificada. Por eso, la primera lleva como atributo un horno en alusión a su muerte y una palma en la mano; y la segunda una cruz. 4ª.- La de Mérida fue al martirio acompañada de una amiga llamada Julia (luego santa Julia); la de Barcelona marchó sola al suplicio. 5ª.-La de Mérida fue juzgada por un gobernador llamado Calpurniano; la de Barcelona, por Daciano; pero esta diferencia a veces se suprime, siendo las dos juzgadas por Daciano en algunas versiones. 6ª.- De la emeritense se dice que era hija de Liberio y fue instruida por un cristiano llamado Donato; mientras que los padres de la barcelonesa fueron Fileto y Leda.
Así, pues, ¿qué conclusiones más razonables y objetivas se pueden extraer del análisis de ambas?. Sin poder determinar nada definitivo, sí existen indicios racionales muy fundados y evidencias documentadas que otorgan mayor credibilidad a la hipótesis de que sólo existiera la Eulalia de Mérida. Así, el año 405 el poeta Prudencio nos presenta un amplio relato sobre una basílica construida sobre su sepulcro en Mérida, dedicada a la emeritense, y en su honor, también Prudencio escribió su tercer himno del Peristephanon. Igualmente, encontramos testimonios posteriores de los siglos V-VI, como: un sermón de San Agustín, el Martirologio Jeronimiano donde se menciona a Eulalia de Mérida los días 10, 11 y 12 de diciembre, el de Cartago, San Gregorio de Tours, un mosaico en San Apolinar de Rávena y, atención, también el 12 de febrero… fecha en la que se fijará posteriormente la fiesta de Eulalia de Barcelona.
En cambio, sobre la de Barcelona, no existe ninguna referencia hasta el siglo VII, que por primera vez es mencionada en la passio de Santa Leocadia, siendo testimonio muy posterior a los de Santa Eulalia de Mérida. Más existen serias dudas de expertos en la materia de que existiera la Eulalia de Barcelona, creyéndose que más bien pudo tratarse de otra versión de Santa Eulalia de Mérida, que fue la única que inspiró a Prudencio que, de haber existido la de Barcelona, la hubiera mencionado; cuyo primer testimonio escrito de ésta que se conoce es el himno “Fulget hic honor sepulcri” del Obispo Quirico, fechado el año 660, tres siglos después del tormento. Y en el año 878, fueron encontradas sus reliquias. Pero hay que tener en cuenta que las passios de las dos Eulalia fueron redactadas en el siglo VII.
Entresaco los datos más relevantes sobre la narración del poeta Prudencio en el siglo IV sobre el martirio de Santa Eulalia de Mérida: ''De madrugada, antes de la salida del sol, llegó a la ciudad (vivía en las afueras de Mérida, a orillas del río Albarregas), y, valerosa, se presentó ante el tribunal, en medio de cuyos lictores vociferó a los magistrados: `Decidme, ¿qué furia es esa que os mueve a hacer perder las almas, a adorar a los ídolos y negar al Dios creador de todas las cosas? Si buscáis cristianos, aquí me tenéis a mí: soy enemiga de vuestros dioses y estoy dispuesta a pisotearlos (…) No te detengas, pues, sayón; quema, corta, divide estos mis miembros; es cosa fácil romper un vaso frágil, pero mi alma no morirá, por más acerbo que sea el dolor”,
El pretor, ordenó furioso: "Lictor (funcionario romano), apresa esta temeraria y cúbrela de suplicios para que sepa que hay dioses patrios y que no es cosa baladí la autoridad del que manda. Más, antes de que mueras, atrevida rapazuela, quiero convencerte de tu locura. Mira cuántos goces puedes disfrutar, qué honor puedes recibir de un matrimonio digno. Tu casa, deshecha en lágrimas. Gimiendo estará la angustiada nobleza de tus padres, puesto que vas a caer, tan tiernecita (…). ¿O es que no te importan las pompas doradas de un lecho ni el venerable amor de tus ancianos padres, a quienes con tu obstinada temeridad vas a quitar la vida? Mira, ahí están preparados los instrumentos del suplicio: o te cortarán la cabeza con la espada, o te despedazarán las fieras, o se te echará al fuego, y los tuyos te llorarán con grandes lamentos, mientras tú te revolverás entre tus propias cenizas. ¿Qué te cuesta, di, evitar todo esto? ".
Pero Eulalia nada respondió; arrebatada de indignación, escupió al rostro del pretor, arrojó al suelo los ídolos que tenía ante ella y de un puntapié echó a rodar la torta sacrifical puesta sobre los incensarios. Inmediatamente dos verdugos se aprestaron a desgarrar sus tiernos pechos y los garfios abrieron sus virginales costados hasta llegar a los huesos, mientras Eulalia tranquilamente contaba sus heridas. Al contemplar aquella carnicería, Eulalia decía al Señor sin lágrimas ni sollozos: "He aquí que escriben tu nombre en mi cuerpo. ¡Cuán agradable es leer estas letras, que señalan, oh Cristo, tus victorias!. La misma púrpura de mi sangre exprimida habla de tu santo nombre" (…).
Ante aquella intrepidez, los esbirros se dispusieron a aplicarle el último tormento; mas no se contentaron con propinarle azotes, sino que la torturaron aplicándole por todas partes, al estómago, a los flancos, hachones encendidos. Pero, así que la perfumada cabellera que se deslizaba ondulante por el cuello y se desparramaba suelta por los hombros para cubrir la pudibunda castidad y la gracia virginal de la mártir tocó el chisporroteo de las teas, la llama crepitante voló sobre su rostro, nutriéndose con la abundante cabellera, y la envolvió por completo. Y la virgen, deseosa de morir, se inclinó hacia la llamarada y la sorbió con su boca,
Y, ¡oh maravilla!, he aquí que de su boca salió, rauda, una paloma más blanca que la nieve, que, hendiendo el espacio, tomó el camino de las estrellas: era el alma de Eulalia, blanca y dulce como la leche, ágil e incontaminada. Así lo vieron estupefactos y dieron de ello testimonio el verdugo y el mismo lictor al huir aterrorizados y arrepentidos. La Virgen torció delicadamente el cuello a la salida del alma; apagose el fuego de la hoguera (…). El cielo cuidó enseguida de velar por el tierno cuerpo de aquella virgen y rendirle honras fúnebres, porque al punto cayó una nevada y e hizo intensa niebla que cubrió el foro, y en él el cuerpecito de Eulalia que yacía abandonado en la helada”. En Mérida es el mes de diciembre todos los años hay intensas nieblas, llamadas “nieblas de la mártir”.
Los cristianos de Mérida rescataron las preciosas reliquias de aquella intrépida niña que con su muerte acababa de dar tan espléndido testimonio de fe. Embalsamaron delicadamente su cuerpo y le dieron sepultura en aquel mismo lugar donde, pasada la tremenda borrasca de la persecución, se levantó una espléndida basílica, cuyo mármol bruñido -según testimonio de Prudencio, que la vio- iluminaba con cegadores resplandores sus atrios donde los resplandecientes techos brillaban, con áureos artesonados y los pavimentos de mármol jaspeados daban al peregrino la sensación de pasear en un prado en que se entremezclaban, combinándose, las rosas con las demás flores)”.
Como hipótesis más fiable, parece ser que se trataría de un doble relato del martirio de una única mártir; lo que pudo ser porque, tras el martirio de santa Eulalia de Mérida, la noticia se extendió por todo el mundo cristiano y en todas partes comenzaron a rendirle culto y erigir templos en su honor. Pero, además, el escritor de más de 30 libros sobre biografías de santos católicos, Josep Torner Cubilles, escribe: “existen serias dudas sobre la historicidad de Santa Eulalia de Barcelona, pudiendo tratarse de una versión local de Santa Eulalia de Mérida”. En 1958 se publicó en Roma un estudio a favor de la existencia de las dos Eulalia, denominado: “Santa Eulalia de Barcelona, revisión de un problema histórico”, por Fábrega Grau. Sin embargo, estas conclusiones no fueron aceptadas por los “bolandistas”, que en su tomo 77 de la “Analecta Bollandistae” fueron tachadas de inconcluyentes. (“boladistas”, son jesuitas que desde el siglo XVII recopilan datos sobre santos católicos). Y parece ser que el Martirologio Romano acordó retirar la inscripción de santa Eulalia de Barcelona al considerarla una duplicación de la Eulalia de Mérida, pero su exclusión por Roma no se produjo.
En Mérida se profesa a Santa Eulalia fervorosa fe y profunda devoción. Es su patrona y alcaldesa perpetua. Muchas mujeres de Mérida y toda su comarca, se llaman Eulalia. Nombrar en Mérida el Hornito de Santa Eulalia, o primera capilla que le erigieron antes que la basílica en el mismo lugar, es por todos muy conocido. La basílica se construyó a mediados del siglo IV cuando los restos sagrados de la mártir fueron enterrados “ex novo” (de nuevo). La basílica fue casi destruida durante la invasión árabe. La rehabilitó hacia 1235 la Orden de Santiago, y en 1270 fue reconstruido por dicha Orden el actual templo, que fue erigido en 1495 en el lugar que fue inmolada la mártir. Queriendo aprovechar la aparición de restos romanos de gran valor, se aprobó su remodelación y en 1612 ya se habían instalado los mármoles del Templo de Marte que forman un atrio bellísimo.