Sanah, la joven que superó el virus pero perdió a su madre

A Sanah Mohamed Abderrahman y a su familia el coronavirus trastocó para siempre sus vidas. Entró en sus hogares en Ceuta en octubre de 2020, atacando con tal dureza a Sanah que poco se esperaba de su vida. Enfermó tanto, que tuvo que ser hospitalizada en la Unidad de Cuidados Intensivos, siendo el pronóstico muy negativo. Mientras se debatía entre la vida y la muerte, su madre también fue ingresada por coronavirus. Sin saberlo, ambas compartieron sala en la UCI.

Las dos estaban muy graves, aunque todo apuntaba a que sería Sanah la que no saldría adelante. Sin embargo, un giro inesperado del destino hizo que fuera Yamina Ahmed Mohamed, la madre, la que perdiera la vida y que la hija se recuperase. Cerca de un año y medio después del peor episodio de su vida, Sanah recuerda cómo vivió aquellos momentos: “Todo comenzó el 4 de octubre. No me encontraba bien y me hice la prueba. Dimos positivo tanto mi marido como yo. Me quedé en casa y por la noche empecé a sentir que la parte del corazón me dolía y que la lengua se me dormía. Llamamos a urgencias y una ambulancia me llevó al Hospital, donde un médico ya me estaba esperando para atenderme. Permanecí cuatro días en Observación y, al quinto, me tuvieron que subir a la UCI porque estaba muy grave, me daban horas de vida. En ese momento te asustas y piensas: esto es lo que hay, hasta aquí hemos llegado”, relata.

De los meses que estuvo sedada dice no recordar nada, no sentir nada, pero sí de los días anteriores en los que lo que más tuvo fue miedo: “Cuando ya caí sedada no me enteré de nada, pero, antes de eso, estaba aterrorizada, escuchaba hablar de mi situación y pensaba que me iba a morir, fue horrible”, señala.

Tras dos meses en la Unidad de Cuidados Intensivos, Sanah despertó sin saber que su vida había cambiado para siempre: “Cuando salí de la UCI estaba fatal físicamente, pero también mentalmente. Recuerdo que abrí los ojos y no sabía ni dónde estaba ni por qué. Me tuvieron que explicar lo que me pasaba, porque lo único que recordaba era que había dado positivo en covid y que me habían ingresado. Cuando venían a verme mis hermanos, les preguntaba por mi madre. Apenas podía hablar, pero necesitaba saber de ella, porque una señal en mi interior me alertaba de que algo malo había pasado. Sin embargo, nadie me contaba nada, al revés. Me aseguraban que todos estaban bien para que me tranquilizara y me pusiera bien.

Finalmente, un día llegaron a la habitación el médico, el psiquiatra y un psicólogo. Pensé: seguro que me van a decir que me muero. Pero, no. Era algo peor. Mi hermana pequeña se me acercó y me contó que mi madre había muerto hacía ya dos meses siendo la víctima número 17 del covid en Ceuta. Se me cayó el mundo encima. No podía creérmelo”, espeta.

El duelo fue duro para esta mujer, que tuvo que hacer frente a una profunda rehabilitación mientras asumía que su madre había fallecido: “Al darme de alta, como mi casa es un tercero sin ascensor, tuve que irme a casa de mi madre y la sensación de llegar y no encontrarla fue indescriptible”, rememora.

“Ahora me siento mejor de salud, aunque me han quedado algunas secuelas del covid y aún tomo medicamentos. Tengo una rodilla sin movilidad y sigo con pastillas para poder dormir, pero poco a poco. Lo peor de todo es que echo de menos todos los días a mi madre; eso no se va a curar jamás”, señala, agradeciéndole a la vida el poder contar con una familia tan maravillosa: “Si algo me ha enseñado el covid es a valorar a los míos. Ahora soy otra persona. Lo material no lo es todo, lo más bonito es la familia sobre todas las cosas”, finaliza.

“Tuve que ver a mi madre y hermana a la vez en la UCI”

Los familiares de las personas que pasan covid de forma grave tienen que enfrentarse a una situación complicada que, en el caso de Mohamed Mohamed Abderrahman y sus hermanos fue vivido por partida doble. Su hermana Sanah ingresó muy grave en el Hospital en octubre de 2020 contagiada de coronavirus. Mientras la joven, de 37 años, se debatía entre la vida y la muerte, su madre, Yamina Ahmed Mohamed, también enfermó de gravedad y, al tener patologías previas, tuvo que ser ingresada. Finalmente falleció.

“Estaban las dos en la Unidad de Cuidados Intensivos a la vez. Era surrealista. Cada día nos llegaban los médicos para darnos los dos partes. Una jornada nos decían que era mi hermana la que estaba peor, que no había esperanza para ella. Otra mañana nos comunicaban que había mejorado y que por el contrario mi madre estaba peor… Fueron unos días que no se los deseo a nadie”.

Tiempos complicados a los que esta familia, como tantas otras, tuvo que añadir todas las limitaciones que había por entonces para poder ir al Hospital: “Entraba solamente yo, llegaba, rezaba y me iba. Los médicos me hacían el favor por ser un caso tan extremo, con dos familiares en la UCI. Fue muy duro. La familia desde Marruecos estaba también muy alarmada, esperando noticias. Lo peor llegó el 25 de octubre, cuando nos dieron la terrible noticia de que mi madre había muerto. No pude ni despedirme de ella. Se murió y tuvimos que seguir porque nuestra hermana estaba aún en la Unidad de Cuidados Intensivos”, recuerda Mohamed entre lágrimas.

Yamina falleció en una jornada con tres muertos por covid en Ceuta

El 25 de octubre de 2020 el covid se cebó con Ceuta, teniéndose que lamentar hasta tres muertes en una sola y trágica jornada. Un anciano de 88 años, un hombre de 64 y una mujer de 65 años , Yamina Ahmed Mohamed, la víctima número 17 de la pandemia en la ciudad. Madre de cinco hijos: dos varones y tres mujeres y abuela de ocho nietos.

Fueron malos días para los ceutíes. Ante una situación que empeoraba por momentos, la Consejería de Sanidad, Consumo y Gobernación y el Instituto Nacional de Gestión Sanitaria informaron de la detección de 34 nuevos positivos y 26 nuevos curados. En aquella jornada, había 389 casos activos en la ciudad de los que 353 se encontraban aislados en sus domicilios y el resto, 36 personas, en el hospital: 8 en la Unidad de Cuidados Intensivos, 21 en planta y 7 en la zona de urgencias. El riesgo era, por entonces, extremo y, por eso, el gobierno de la Ciudad envió un comunicado oficial para pedir a todos los ceutíes colaboración ante el avance imparable de la pandemia en Ceuta. Las recomendaciones que pedían limitaban, sobre todo, el movimiento: salir de casa solo cuando fuera necesario; no permanecer en espacios cerrados y no ir a zonas de más afluencia. Indicaciones que se alargarían más de lo esperado en el tiempo.