Categorías: Opinión

Salvemos a la AD Ceuta

Un grupo de seguidores, de manera espontánea, se ha constituido en plataforma para intentar "salvar a la AD Ceuta". Han irrumpido en los medios de comunicación y han comenzado su actividad con la publicación de un manifiesto y una recogida de firmas. Al parecer, estos aficionados intuyen un riesgo cierto de desaparición del club (quizá alarmados por el precedente) e imputan tal responsabilidad a un "ataque de los políticos" a excepción del PSOE que, según ellos, comulga con sus inquietudes y planteamientos. Sin embargo, de la lectura de su manifiesto fundacional se deduce que, en realidad, se trata única y exclusivamente de exigir al Ayuntamiento que aumente la subvención que recibe este equipo. En la actualidad, el Presupuesto de la Ciudad para el año dos mil doce aprobado por el PP, contempla un total de setecientos mil euros para esta finalidad. Lo consideran insuficiente. Algunas partidas incluidas en el mismo documento nos pueden servir de referencia para centrar correctamente el debate. El "ingreso mínimo de inserción" (salario para familias sin ningún recurso) está dotado con trescientos mil euros. Al concepto "fomento del empleo" (nunca se pueden olvidar los doce mil parados), se le han asignado doscientos noventa y tres mil euros. Esto no es óbice para que la reivindicación de la plataforma sea legítima. Ni la solidaridad con los parados, ni la compasión con los necesitados, constituyen una obligación. Es comprensible que existan personas que prefieran invertir los impuestos de los ciudadanos en financiar partidos de la tercera categoría del fútbol profesional, en lugar de abordar otras prioridades relacionadas con el empleo, la pobreza o la educación. Es una opinión respetable, y están en su perfecto de derecho de movilizarse para hacer prevalecer su criterio.
En todo caso, y desde la discrepancia sobre la financiación del deporte profesional, me parece loable todo esfuerzo por "salvar" cualquier entidad, y saludo positivamente la participación activa de los ciudadanos en las decisiones políticas. En consecuencia, me gustaría aportar algunas ideas que, al margen del presupuesto municipal, también pueden contribuir a la pretendida salvación.
Uno. Observar un comportamiento honrado y ordenado en la gestión económica. Como premisas insoslayables, no gastar más de lo que se ingresa y cumplir puntualmente con las obligaciones contraídas. Es bueno estar al día con la hacienda pública, no tener deudas con la seguridad social, pagar los contratos de los futbolistas, las facturas de las agencias de transporte... Esta forma de proceder ayuda mucho a la imagen del club y evita problemas.
Dos. Dispensar un trato respetuoso y considerado a todas las personas relacionadas con el equipo, en especial a los jugadores. Los futbolistas de esta categoría no son estrellas multimillonarias, sino modestos profesionales con una trayectoria limitada (difícilmente más de diez año) y unos salarios que en ningún caso aseguran su futuro. Decisiones tales como "negarles la carta de libertad", "apartarlos del equipo", "no pagarles el contrato", y similares, suponen, en la práctica, destrozar la vida profesional de los afectados. No es recomendable ir acompañado de la fama de equipo bravucón y pendenciero que trata a los futbolistas despiadadamente como si fueran una simple mercancía.
Tres. Deslindar con nitidez los diferentes ámbitos de actuación que conforman el organigrama del club, dotando de plena autonomía y confianza a los profesionales en el ejercicio de sus competencias. La anacrónica figura del directivo plenipotenciario que ficha, entrena, hace las alienaciones, impone la táctica e insulta airadamente cuando las cosas no salen bien, está demostradamente fracasada.
Cuatro. El club se debería transformar en Sociedad Anónima Deportiva. Implicando y comprometiendo al mayor número de socios posible (los abonados son clientes, no socios) se podría constituir un capital suficiente para garantizar la viabilidad del proyecto. Los estatutos sociales regularían un funcionamiento democrático y permitirían exigir responsabilidades a los gestores. Disparar siempre con "pólvora del Rey" no tiene excesivo mérito.
Cinco. Sería deseable crear una estructura deportiva racional, inspirada en criterios exclusivamente técnicos, que canalizara adecuadamente la práctica del fútbol de élite en todas las categorías. El primer equipo debería aparecer en la cima de la pirámide como una estimulante referencia para los jóvenes, y no como un negocio ajeno absolutamente inaccesible para ellos.
Seis. Proteger y promocionar a los deportistas locales. No parece una política deportiva muy acertada aquella que, por un motivo u otro, termina por alejar de Ceuta a todos los jugadores autóctonos que apuntan cualidades. La experiencia demuestra que los equipos en los que la cantera tiene peso específico, sintonizan mucho mejor con la masa social y albergan más posibilidades de éxito.

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