Una vida pegada al teléfono. Las 24 horas de cada uno de los 365 días del año. Una familia unida que se ha enfrentado a servicios complicados, que son todos aquellos en los que la vida se arriesga en un mar que ha robado ya demasiadas. Un servicio siempre en alerta, siempre pendiente de la llamada de socorro en medio de un Estrecho que se ha convertido en un cementerio oculto, en el que han quedado atrapados hombres, mujeres y niños.
Salvamento Marítimo mantiene desde hace años de forma fija a la Salvamar Atria en Ceuta (antes estuvo la unidad Gadir). Sin una ubicación definida (ha pasado del muelle de España al deportivo y ahora permanece atracada en una de las esquinas de este puerto, viéndose obligada a superar complicadas maniobras de atraque que carecen de lógica), permanece alerta permanentemente, controlada por dos equipos que se turnan cada 15 días. Julio Sellés (patrón) junto a José Manuel García y Carlos Pérez (mecánico y marinero, respectivamente) integran uno de esos turnos, alternado con el del patrón Francisco Chaves y sus compañeros el mecánico Carlos Blanco y el marinero Francisco Bernardo.
FAROTV se mete en la piel de estos profesionales, de los que trabajan en una base que, reconocen, es complicada. “Es una de las peores bases porque hay un poco de todo. Está en un sitio muy peculiar, estamos en una zona en donde hay tres países, con tres fronteras, con inmigración, contrabando, tráfico marítimo, contaminación... tenemos de todo, hacemos no solo muchas intervenciones sino también muy variadas”, expone el patrón Julio Sellés. Atrás quedan las estadísticas de trabajo realizado desde que Salvamento Marítimo decidió establecerse de forma fija en Ceuta, desarrollando una media de entre 20 y 30 servicios mensuales.
Los más complicados, los que afectan a las vidas de las personas. Detrás de los titulares que engrosan la particular crónica migratoria, detrás de esos rescates, hay momentos de marcada tensión, de dudas, de incluso miedo a que pueda terminar de la peor de las maneras: con la tragedia.
“Son los servicios más delicados. No son bienes ni materiales, son personas. Personas que la mayoría de las veces vienen en situaciones límite. Antes salían en verano, ahora salen en verano e invierno, les da igual el mal tiempo, salen en embarcaciones muy precarias, muy sobrecargadas... Vienen además en condiciones físicas muy malas, sin comer muchas veces, enfermos... Muchas veces se complican estas intervenciones”, explica Sellés.
Es imposible no recordar nombres. Nombres de tragedias, de hombres y mujeres que no pudieron sobrevivir, que perecieron ahogados, a los que se les tuvo que traer a puerto ya cadáveres. Brenda, Ndiwa y muchos más, muchos jóvenes o incluso niños, enterrados sin identidad. “Las embarcaciones son muy precarias y vienen semihundidas la mitad de las veces, hay que saber aproximarse para no volcarlas... En fin, hay que hacer muchas cosas y sin equivocarse, porque si se equivoca uno puede haber problemas. Seguimos el protocolo: nos llaman, nos activan, llegamos al barco e intentamos salir lo antes posible. Todos sabemos lo que tenemos que hacer y todo sale de manera automática. Llevamos aquí bastante tiempo, sabemos y lo hacemos de la manera más profesional que podemos”, matiza. “Los episodios se te quedan grabados cuando hay muertes por medio, estamos ‘acostumbrados’ e intentamos tomarlo de la manera más profesional, pero sí, las muertes siempre se te quedan. Nosotros estamos muy condicionados por el tiempo, nunca hay dos servicios iguales. Vamos siempre sobre la marcha sin saber lo qué nos encontraremos porque cada día las condiciones meteorológicas son diferentes, las embarcaciones, la gente que viene a bordo es distinta ... Con el mar hay que tener mucho cuidado, la gente lo desconoce y toma riesgos a veces sin saberlo, sin darse cuenta. Mientras todo va bien no hay ningún problema pero como tenga el más mínimo te quedas vendido en el mar”.
Capitanía Marítima o la torre de control de Tarifa Tráfico son las que se encargan de activar la Atria. Desde que se recibe esa llamada hasta que se encuentran ya en el mar no han tenido que pasar más de 15 minutos.
Un 30% de las intervenciones que gestiona Tarifa Tráfico está relacionada con la inmigración irregular; otro 30%, con mayor incidencia en los meses de verano, está relacionada con las embarcaciones de recreo. Adolfo Serrano, jefe del Centro Zonal de Tarifa, dibuja el esqueleto porcentual de ese trabajo que depende del buen hacer de muchas personas. “Otro 30% de nuestras actuaciones estaría relacionada con buques mercantes, de pesca y emergencias relacionadas con la seguridad marítima. En cuanto al servicio de tráfico marítimo es una labor continua y constante a todos los buques que transitan por el Estrecho que al cabo del año son más de 100.000 barcos”, explica en su despacho del Centro Zonal a donde se trasladan las cámaras de FAROTV.
“Si recibimos alguna llamada en la que se nos requiera de asistencia, lo primero que se hace es tratar de que el informante nos aporte la mayor información posible, que permita hacernos una idea de lo que está sucediendo y a partir de ahí evaluar cuáles son las necesidades para dar respuesta a esa emergencia. En función de las necesidades se activa una o varias embarcaciones o incluso unidades marítimas tanto propias de Salvamento como de un organismo colaborador como puede ser Cruz Roja, Guardia Civil o la Armada”.
Tarifa Tráfico manda entonces a cada una de esas unidades una misión y se va haciendo seguimiento de la intervención hasta obtener el resultado. El tiempo de respuesta es fundamental, por eso el Centro Zonal ordena actuar a la embarcación con base más cercana a la incidencia porque lo normal es que sea la primera en activarse. Después, de complicarse el operativo, se pide ayuda a otras. ¿Hasta cuándo mantener esa búsqueda? “Siempre que mantenemos una esperanza de encontrar a una persona con vida continuamos, incluso más allá de lo que las tablas de supervivencia en el mar nos indican”, explica Serrano. Parámetros como la temperatura del agua, el tiempo que lleve en el mar la persona o las condiciones meteorológicas son claves. “Una vez que perdemos toda esperanza de encontrarla con vida o a flote, o no llegara a aparecer nunca o en cualquier punto, no podemos continuar las labores de búsqueda y desgraciadamente hay que suspenderlas”.
La coordinación con Salvamento de Marruecos es importante, más aún en una zona en la que esa conexión resulta clave para salvar vidas y localizar emergencias. Los barcos que transitan del Mediterráneo al Atlántico se reportan al centro de Tarifa y, a la inversa, al de Tánger. Ambos mantienen una línea telefónica continua. Cuando hay una incidencia en el Estrecho se informa al centro de Tánger y desde Madrid Salvamento Marítimo lo comunica al de Marruecos para reforzar la búsqueda en la zona de forma conjunta y en el menor tiempo posible.
Las comunicaciones en el mar son fundamentales. “Si vamos a salir al mar la mejor forma de comunicación es el sistema VHF, no hay que fiarse de los móviles que pueden perder cobertura en el mar o se pueden quedar sin batería. En el sistema VHF la comunicación es gratis y todos los barcos que hay alrededor, los centros de salvamento y las estaciones costeras nos van a escuchar”.
La misión de la Atria viene marcada por lo que se encontrarán en el mar, por el miedo de esas personas a cuya endeble embarcación deberán aproximarse sin incurrir en riesgos. El tiempo cambia radicalmente el desarrollo del servicio emprendido. Y así día tras día. En el mar.
TRABAJO EN LA SALVAMAR
Tres trabajadores en dos turnos, en alerta todos los días y activos las 24 horas
Los trabajadores destinados en la Salvamar Atria conforman una pequeña familia. Son seis personas repartidas en dos turnos que tienen que estar operativas las 24 horas de todos los días del año. Trabajan en turnos de 15 días seguidos alternos y tienen la unidad siempre a punto para cualquier emergencia.
UNOS SERVICIOS PENDIENTES DEL TIEMPO
Ceuta es una de las bases más complicadas por la cantidad y variedad de servicios
La base de Ceuta es una de las más complicadas por la cantidad de servicios variados que deben tratarse. Sin duda todos aquellos que tienen que ver con personas son los más complicados porque sus vidas se ponen en riesgo. Es aquí donde el factor tiempo incide y mucho. Los fenómenos adversos complican la intervención, se vuelven en contra de la unidad.
CONDICIONES DE NAVEGACIÓN EXTREMAS
“Los episodios que se te quedan más grabados son cuando hay muertes”
Los componentes de la Atria actúan siguiendo un protocolo, unas pautas ya establecidas. Se enfrentan a servicios diferentes según las condiciones del mar. Reconocen que el drama de la inmigración afecta y mucho, sobre todo cuando se producen muertes. Un 30% de las intervenciones que gestiona Tarifa Tráfico tiene que ver con la inmigración irregular. En muchos casos no saben qué se van a encontrar y necesitan orientarse por los datos que se les dan desde las embarcaciones.
EL LUGAR DE ATRAQUE
La Atria permanece atracada en el puerto deportivo, aunque su lugar no es el mejor
La Salvamar Atria lleva varios años en Ceuta. Antes estaba la Gadir y es ahora esta unidad la que atiende las incidencias en el mar bajo la competencia próxima a nuestra ciudad. Pasó de estar en el Muelle de España a la base del deportivo. Ahora está atracada en una esquina, las maniobras que tiene que hacer para el atraque no son las mejores. Se necesitaría una zona mejor y fija.
LA FORMACIÓN, IMPORTANTE
El desarrollo de simulacros es clave para que todas las unidades estén formadas
FAROTV asiste a un simulacro organizado en alta mar con la participación de la Atria y del helicóptero Helimer. Se trata de un ejercicio dinámico y otro estático (según la embarcación esté o no en navegación) en el que se simula la evacuación de un herido. Son importantes para mantener esa formación.
ASÍ FUNCIONA EL CENTRO ZONAL
Pantallas, localización al detalle por radar, control de todo lo que pasa en el mar
El Centro Zonal de Tarifa Tráfico acoge un complejo de monitores con los que se hace un seguimiento y localización exhaustivos del tráfico de embarcaciones. “Nos permiten realizar el servicio de tráfico marítimo a todos los buques que transitan por el Estrecho de Gibraltar”, explica Serrano. La sede central de Tarifa se apoya en dos estaciones remotas, una ubicada en Punta Almina en Ceuta y la otra en el Faro de Trafalgar. En los tres puntos hay radares y cuentan con equipos VHF para la comunicación con los barcos además de un sistema de identificación automática mediante el cual el barco, por una frecuencia de VHF, va mandando una serie de datos como su nombre, tipo de barco, el puerto de destino, la posición, el rumbo o la velocidad... esa información se transforma en otra gráfica y la posiciona en el mapa. Se puede ver todo lo relacionado con el barco y su velocidad, facilitando la información adecuada para un trayecto seguro. Esto sucede en el caso de embarcaciones reconocidas, ¿pero qué pasa cuando se trata de las típicas balsas hinchables de juguete usadas por los inmigrantes para sus travesías? “Son imposibles de detectar con radar. En casi todas las embarcaciones alguien porta un teléfono, nos llaman o nos lo facilita una oenegé. Hablamos con ellos y les pedimos que nos cuenten lo que ven. Como tenemos todo el tráfico identificado en las pantallas buscamos que ellos, con lo que ven, nos ayuden a saber qué barcos tienen cerca y buscarlos a través de los datos que nos dan. De no ser así tendríamos que rastrear toda la zona en busca de esa embarcación”, añade.
EL PAPEL DEL CONTROLADOR
Solventar las situaciones complicadas, uno de los retos para los controladores
En la sala de Tarifa los tres controladores que están como mínimo de plantilla se reparten el trabajo teniendo como funciones principales el control del tráfico marítimo y las emergencias, desde el control de contaminación hasta cualquier suceso que ocurra relacionado con la seguridad en la navegación. Tienen además que gestionar el sistema de envío de mensajes de seguridad a los barcos ya que el Centro Zonal de Tarifa es uno de los tres que hay en España que tiene esto por encargo. Los controladores se van rotando en sus funciones. Pablo Navea reconoce a FAROTV que resulta un trabajo “muy satisfactorio. Te vas de aquí orgulloso de lo que haces. Cuanto más compleja es la situación de la emergencia y más consigue solucionarla tienes mayor satisfacción. Cuando hay un día malo con problemas, malas comunicaciones e informaciones o nos llaman gritando socorro... Eso es duro. En el momento en que nos dicen ¡los tenemos! nos llega un momento muy emotivo. El poder solventar estas situaciones con éxito para nosotros es mucho”.
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