Me he convencido; solo defenderé con entusiasmo aquella idea que esté sujeta a un sistema discursivo lógico, sincero y armonioso. Y la idea será más o menos atacable según la amplitud del ángulo que dejemos a la indefinición. De esta forma podré ejercer la prudencia, y exhibir su fruto o elemento diferenciador como es la castidad de palabra.
El discurso es un estado del lenguaje donde las palabras, o expresión de las ideas, alcanzan sentido en su relación con las demás. Es decir, una cosa es defender la salud mental como un problema circunstancial y aislado que sufren algunas personas, y otra cosa es verla sujeta a una estirpe de pensamientos que sitúen a la salud mental como fundamento y experiencia necesaria del ser humano, y de la sociedad.
A todo esto, para construir el edificio del lenguaje, hay que partir de una piedra angular, y averiguar la circunstancia mayor: la existencia, la experiencia universal, el universo. ¿Qué lugar ocupa la salud mental en la naturaleza?
Para obtener respuesta nos interesa averiguar las edades del universo, y los eventos que se sucedieron hasta llegar a la situación actual. Poco sabemos del origen de los tiempos, pero lo cierto es que, hasta la aparición de las primeras formas de vida, la única experiencia universal fue la de los cuerpos celestes.
Entonces, la edad celeste dejó paso a la edad evolutiva. En determinadas condiciones de temperatura, de elementos, de humedad, y de presión, nació la vida. Y el ser inerte que era el universo pasó a ser una experiencia sensitiva (ya conocéis la primera lección de biología; lo seres vivos nacen, se alimentan, se reproducen y mueren).
Así hasta que ocurrió un evento providencial. Hace 200000 años apareció nuestro primer antepasado, y el universo vivió un momento mágico: el fenómeno de la luz fue observado. No se me ocurre otro sentido de la vida que el disfrute de la belleza.
Aunque la luz de las estrellas no es la única posible, y la complejidad del lenguaje nos llevó a la edad del conocimiento, que en bonita dualidad es la luz del espíritu. Puede datarse aquí la génesis de la mente como vehículo de la luz, del conocimiento.
Sin embargo, todavía queda identificar otro hecho existencial que servirá para dimensionar la salud mental. El desarrollo de las comunidades humanas alumbró esa esfera que llamamos sociedad, y la salud mental cobró doble lectura: individual y pública.
La salud mental es un derecho natural del individuo, y la sociedad, a través de esa herramienta que es la política, debe dar respuesta al dolor y sufrimiento de muchas personas.
El diagnóstico que hago de la salud mental como experiencia necesaria, es que hay poca fe en que una decidida política de salud pública puede determinar el bienestar de la mente, o lo que es lo mismo, su salud.
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