Desgarradoras han sido las llamadas de auxilio de los habitantes de Alepo a la Comunidad Internacional estos últimos días a través de las redes sociales, aterrados ante los combates y el odio sembrados durante estos años de guerra en Siria. Esta antiquísima y estratégica ciudad, situada al noroeste del país entre el río Éufrates y la costa mediterránea (importante ruta comercial), es la más grande y contaba antes de la guerra con algo menos de 2,5 millones de habitantes (más poblada aún que la capital Damasco).
El Colegio Oficial de la Psicología de Ceuta (COPCE), consciente de las consecuencias psicológicas que padecerán de por vida los que tengan la suerte de sobrevivir a cualquier guerra o barbarie humana como esta, se posiciona al lado de los inocentes y de las verdaderas víctimas, de cuyos estados psicológicos nadie parece acordarse, dada la prioridad de buscar refugio para hallarse relativamente a salvo y disponer de las necesidades físicas y sanitarias básicas; e insta a la Comunidad Internacional a articular los mecanismos necesarios para, de una vez, poner fin a esta vergonzosa situación de la que se desprende toda humanidad.
Allá la conciencia de quienes alientan las guerras y comercian con las armas, de quienes tergiversan la información maquillando o adoctrinando a las masas. Por encima de esto están millones de personas inocentes con sus vidas truncadas para siempre. Y entre sus múltiples traumas psicológicos, en muchos casos irreversibles, destaca “El Duelo del Refugiado”, que es considerado un trastorno depresivo por Estrés Postraumático Crónico debido a la pérdida de las raíces identitarias y de todo aquello que perdieron o dejaron atrás (familia, amigos, lengua, tierra, etc.), por lo que se hace necesaria la psicoterapia para mejorar la calidad de vida de estas numerosas personas que se hallan en esta situación, entre las que se encuentran gran cantidad de niños de todas edades, aún más vulnerables.
En los estudios previos realizados se ha demostrado que las terapias cognitivo-conductuales, en combinación con los tratamientos farmacológicos, son las técnicas más eficaces. Con ellas se logra, por un lado, amortiguar el impacto del trauma y gestionar adecuadamente los pensamientos y las emociones. Así mismo, se previene la aparición de trastornos de la personalidad, particularmente en los niños. Y, por otro, también se ha comprobado que las labores psicoeducativas y psicoterapéuticas aplicadas a los refugiados les convierte en personas mejor integradas en el país de acogida, y por tanto menos conflictivas, que aquellos que carecen de estos servicios psicológicos.