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La ruta del abandono en Valdeaguas: insalubridad y riesgo de incendios

Telas, colchones, enseres, cuadros, sillas, partes de muebles, plásticos, basura de todo tipo... Es el rastro visible de lo que queda de los campamentos que fueron levantados en la zona de Valdeaguas. Unos asentamientos que estaban siendo ocupados por marroquíes que cruzaron en mayo y que se desperdigaron por diferentes puntos de la ciudad a la espera de poder cruzar de manera clandestina al otro lado del Estrecho. Muchos lo consiguieron, otros pasaron a ser nuevos vecinos de las naves del Tarajal. Pero todos ellos dejaron en común el rastro de lo que nadie quiere: la basura que además de generar insalubridad supone un riesgo de incendio evidente.

Hay puntos en donde permanecen todavía los esqueletos de esos chabolos. Por el camino han quedado ropa, bolsas con restos y mucha basura. Todavía algunos marroquíes frecuentan esta zona, esperando el momento oportuno para cruzar.

Esos lugares se llenaron de vida, la que hacían quienes convirtieron los montes en un lugar de residencia ocasional, con lo que todo eso conlleva. Y hasta estos lugares con vistas a la playa de Santa Catalina y a la planta de tratamiento de residuos frecuentada por camiones que se convertían en la esperanza para cruzar el Estrecho, se trasladaron hasta muebles o sillas de playa, sofás o butacas más pequeñas ‘pintando’ una particular habitación. Todo eso ha quedado apilado en pleno monte, convertido en un estercolero sin que se haya llevado a cabo una limpieza exhaustiva.

Es, por eso mismo, todo un riesgo más allá del mero atentado contra la naturaleza y el medio ambiente que supone tener este lugar en esas condiciones.

La empresa Tragsa ha limpiado recientemente la zona de los acantilados retirando toneladas de residuos. Esa labor es agotadora, primero porque no tiene un final claro ya que la basura sigue depositándose en la zona; segundo porque conforme se van quitando los restos de los asentamientos se van formando otros. Y así es un no parar.

El resultado de todo esto es lo que se puede apreciar en muchos rincones de Ceuta abandonados, puntos como el de Valdeaguas que continúa la ruta hacia el Hacho y que deja en su camino un claro ejemplo de abandono.

Los vecinos de las residencias próximas así como quienes frecuentan los montes han denunciado esta situación. Pero son quejas que caen en saco roto porque a pesar de obtener la oportuna condena no se adoptan medidas para recuperar esa normalidad perdida, esa cierta tranquilidad que solo era afeada por la práctica de botellones y las concentraciones ocasionales de jóvenes. Tras la entrada de mayo todo cambió. Lo hizo en todos los sentidos, también en el ámbito medioambiental con hechos como este, con destrozos, con una invasión de los montes sin miramiento, sin cuidado y sin atención.

Valdeaguas se ha convertido en un punto negro en el que urge una limpieza exhaustiva, en el que se debe llevar a cabo una intervención de calado para evitar la pérdida de este espacio común.

Se marcharon y después...

Esto es lo que quedo: basura, ropas, enseres... y todo en el monte con lo que supone de riesgo de incendio además de atentado medioambiental bien claro. Cualquier senderista que recorra la zona se topa con estos elementos de insalubridad que hasta hace nada eran asentamientos de inmigrantes que llegaron a Ceuta el pasado mayo y esperaban el momento de cruzar el Estrecho para alcanzar la Península que, en el fondo, es el objetivo que persiguen desde que cruzaron la frontera.

Todavía se pueden ver restos de los utensilios que les servían para dormir, ya que llegaron a levantar auténticos asentamientos aprovechándose el descontrol causado con las entradas masivas del pasado mayo.

Muchas botellas, vidrio que puede causar incendios además de basura acumulada

No solo existe un riesgo grave a nivel de contaminación sino también se puede producir un incendio dada la cantidad de botellas de cristal tiradas. Lo grave ya no es la situación que se aprecie, sino que tampoco se ha llevado a cabo una actuación urgente para retirar toda la basura del lugar y volver a dejar esto en el estado inicial en el que se encontraba.

Todavía se aprecian algunos asentamientos

Los marroquíes que optaron por ocupar los montes se hicieron pequeños asentamientos a modo de chabolas que ahora quedan así. Se aprecia el esqueleto de lo que fue, los restos de lo que sostuvo una particular cabaña que sirvió de acogida. Muchos ya no están porque escaparon en embarcaciones o se les concedió el asilo, pero todavía hay pequeños grupos que pululan por la zona y que duermen en las inmediaciones esperando la escapada en alguna embarcación o colándose en los camiones de la basura.

Los vecinos de las zonas residenciales próximas han denunciado la situación de abandono que se produce en este lugar y el riesgo que supone para las viviendas más próximas.

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