Ceuta pasa por ser una de las ciudades más ruidosas del país. No lo digo yo sólo. Han sido también los Tribunales los que, incluso, han dictado alguna sentencia al respecto. En términos de indicadores de sostenibilidad, es lo que se conoce como contaminación acústica. Lo que los medios han publicado es que casi un tercio de los ceutíes soporta niveles de ruido nocturno excesivo, que a veces se tornan imposibles en algunas zonas.
Quizás sea esta la razón de que, en su día, la Ciudad presentara el denominado Mapa Estratégico del Ruido, o que antes de esto, la Ordenanza del Ruido previera multas de hasta 3.000 euros para los particulares. Días atrás no podía conciliar el sueño a consecuencia de los ruidos que provenían de los bajos de la Marina. La música, si es que se podía llamar así al amasijo de sonidos estridentes, machacones y repetitivos, era atronadora. Y de muy mala calidad. Como toda la música discotequera enfocada al consumo de alcohol, y otros productos, sin freno, ni límite. Además, el eco de la zona, ayudado por el viento, amplificaba el sonido y lo llevaba hasta la misma ventana de mi dormitorio. Me levanté varias veces para intentar descubrir desde donde venía este espantoso sonido. Ni siquiera desde los bares de copas del Poblado Marinero era habitual esto. Pensé que quizás se tratara de algún mitin electoral. Pero no era posible, pues no suelen durar tanto. Miré a lo lejos y vi unas terrazas iluminadas en el Casino. Pero no acababa de creérmelo, pues alguna vez he estado en la terraza del restaurante El Cielo, que allí se ubica, y la música era relajante. Parecía como si yo estuviera tomándome una copa en el lugar. Llegué a pensar en llamar a la policía municipal, pero desistí y volví a la cama. Por fin, a eso de las tres de la mañana, parece que pude conciliar el sueño. A la mañana siguiente estaba bastante cansado y con ojeras. Lógico. Sólo había podido dormir la mitad de lo que es necesario. Pero tuve que llegar al trabajo a la hora de siempre. Casualmente ese día trabajaba mañana y tarde, y después viajaba hasta altas horas de la noche. Fue en el tiempo de desayuno, mientras leía la prensa, cuando descubrí la causa de mi malestar. La noche anterior se habían inaugurado las Terrazas del Cielo. Y para llamar la atención, la fiesta se montó por todo lo alto. Fuegos, bengalas, música en directo, comida….¡Y ruido, mucho ruido!, que pudimos sufrir los vecinos de la zona, casi a la vez que los participantes en la misma disfrutaban de exquisitos “mojitos de todos los colores y sabores”, canapés….etc. Exactamente no sé si el ruido provenía sólo de esta terraza. Quizás en otros locales cercanos, para competir, subieron el sonido de su música. Pero lo cierto es que algunos tuvimos que seguir la fiesta a la fuerza. Como está demostrado científicamente, y algunas asociaciones ecologistas han denunciado, los niveles de ruido afectan seriamente a la salud. Casi la mitad de los hogares españoles tiene problemas con la contaminación acústica, según publica el Instituto Nacional de Estadística. En concreto, según algunos informes, estar rodeados de ruido excesivo puede provocar problemas de audición, incremento de enfermedades cardiovasculares, insomnio, problemas psicológicos o un desarrollo cognitivo más lento en niños. En Ceuta están localizadas las causas de los ruidos. Terrazas de los bares, algunos locales de música, actividad portuaria, transportes, limpieza con vehículos viejos y no adaptados..etc. El Mapa Estratégico del Ruido y la Ordenanza del Ruido, parece que han de ser los instrumentos legales para combatirlo. Sin embargo, hasta donde yo conozco, la única actuación que he visto realizar a la policía municipal fue una en la que, con un medidor de decibelios en la mano y un taco de multas en la otra, denunciaban al vehículo que Comisiones Obreras puso a disposición de los parados de larga duración en sus manifestaciones reclamando trabajo y dignidad. Esperemos que los partidos que obtengan la confianza este domingo para formar parte de la Asamblea de Ceuta, se tomen este problema con la seriedad que se merece. Y también, que los magníficos profesionales que componen la plantilla del restaurante El Cielo, sepan combinar la diversión con la música relajante y el respeto a los derechos de los vecinos. Estoy seguro de que lo harán, y de que no convertirán El Cielo en un infierno de ruidos.
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