La presión migratoria que se registra en la frontera sur va más allá de la reflejada en las estadísticas oficiales que quincenalmente difunde el Ministerio del Interior. A pie de frontera la situación es bien distinta, hay que tomar decisiones rápidas y al momento porque no se trata de interceptar a personas, se trata de salvarlas.
Jornadas como las que se están registrando estas últimas noches marcadas por la niebla llevan a situaciones extremas porque adultos y menores buscan la forma de cruzar los espigones a nado a pesar de saber que pueden perder la vida no ya por ahogamiento sino por frío.
Nadar a ciegas, exponiéndose a peligros, provoca que al otro lado haya personal suficiente que sepa tomar decisiones rápidas y acertadas para evitar tragedias. De eso básicamente se trata, porque cada cruce del espigón lleva consigo un riesgo.
La Guardia Civil se coordinó de forma eficaz y rápida para sacar del agua a todos aquellos que habían emprendido la ruta más temeraria. Servicio Marítimo, patrullas, GRS, los búhos, la coordinación del COS… Los agentes desarrollaron sus roles conformando el engranaje perfecto de esta maquinaria que tiene por objetivo que jornadas tan intensas como las vividas en estos días de niebla no den lugar a tragedias.