Dentro de esa discusión bizantina en la que se ha convertido el debate sobre la forma de la Jefatura del Estado, un debate alentado por un arco significativo de la izquierda, se ha dicho y escrito de todo, y se han expuesto argumentos de todo tipo, algunos elaborados y otros francamente mejorables, en favor de la celebración de un referéndum para decidir sobre monarquía o república.
Pero el que más me ha llamado la atención es el utilizado por el líder de Podemos en Ceuta, al comparar la celebración de un referéndum sobre la Jefatura del Estado con el incidente que protagonizó la activista norteamericana Rosa Parks: “En los años 50, Estados Unidos era una democracia consolidada, sin embargo, existían estados con leyes de segregación racial. Rosa Parks, afroamericana, decidió desobedecer una de esas leyes y a partir de ahí todo cambió. Los que hoy nos hablan de respeto a la legalidad habrían condenado el gesto de Parks, le habrían dicho que había cauces legales”.
No es la primera vez que se utiliza el acto de valentía de Rosa Parks para justificar el incumplimiento de la ley. El sofisma planteado es el siguiente: si Parks vulneró la ley en aras de un bien superior, como es el fin de la segregación racial, ¿por qué no vulnerar la ley para promover un referéndum, en favor de un bien superior como es el hecho democrático de elegir a nuestro jefe de Estado? La cuestión importante que se obvia es que Rosa Parks, al igual que la mayoría de activistas de los derechos civiles en Estados Unidos, no buscaban la vulneración de la ley si no su aplicación. Las leyes de algunos estados del sur como Tenesse o Alabama mantenían normas de segregación racial que vulneraban el espíritu de igualdad de los ciudadanos recogido en el Bill of Rights. Lo que pretendían estos activistas no era vulnerar la Constitución si no su aplicación por encima de las leyes discriminatorias locales y de los estados. Y lo consiguieron por la vía legal, cuando un año después del incidente Parks el Tribunal Supremo declaró inconstitucionales las normas segregacionistas en el transporte.
Lo que pretenden los de Podemos y otros congéneres de la izquierda que por desgracia abarca a sectores del PSOE, no es profundizar en la Constitución sino su incumplimiento. Pretenden convocar un referéndum para decidir sobre la Jefatura del Estado cuando para este propósito es necesaria una reforma de la norma suprema. Si quieren un referéndum solo tienen que plantear esta propuesta para las próximas elecciones dentro de su programa electoral y una vez en las Cortes, obtener el apoyo de dos tercios de los diputados e iniciar el proceso. Esa es la vía democrática y no el voluntarismo y la imposición. Si tuviéramos que buscar a una Rosa Parks de nuestros tiempos no la encontraríamos entre aquellos que usurpan por la fuerza el derecho de otros a la propiedad, ni en los que roban en los supermercados para “redistribuir” según sus criterios superiores, ni entre aquellos que acosan en las universidades a los que piensan diferente. Las Rosa Parks de nuestros tiempos están en lugares como Cataluña, luchando contra la segregación nacionalista, contra unas leyes autonómicas que vulneran los principios constitucionales de igualdad de los ciudadanos, contra unos gobiernos que se niegan a aplicar las sentencias judiciales, esta si es una lucha desigual y democrática, aunque mucho me temo que no suscitará la atención de nuestros queridos sofistas.