Rompo una lanza

Según define la Real Academia Española, romper una lanza significa “salir en defensa de alguien”, Pues bien; hoy quiero romper una lanza por todos aquellos buenos socialistas que hace ahora dos años –el dos de octubre de 2016- forzaron la dimisión de Pedro Sánchez como Secretario General del PSOE con el fin de impedir su intención de pactar con el mismísimo diablo si fuera necesario para lograr su sueño dorado de vivir en la Moncloa.

Podía haber sido un día histórico, pero la tozudez de Sánchez y su hábil maniobra de aprovechar unas primarias ofreciendo a la militancia el “no es no” y la posibilidad de “echar a Rajoy”, dieron al traste con aquel honroso esfuerzo de centrar al PSOE y de mantenerlo en la línea socialdemócrata imperante en Europa., evitando así males mayores.

En definitiva, se intentó –desafortunadamente sin éxito- homologar al partido con lo que es el socialismo del siglo XXI. Sí, rompo era lanza por Javier Fernández (en la foto), el moderado Presidente de la Comisión Gestora, un hombre sensato, honesto, serio, ejemplo vivo del socialista de este siglo, ahora rebasado y marginado por el tsunami “sanchista” de una mayoría de militantes que no entiende de sutilezas políticas y prefiere “ir a por todas” sin pensar ni en las consecuencias ni en los compromisos adquiridos con todo lo peor del Congreso de los Diputados, algo que está pagando España, y no Pedro Sánchez.

Pablo Iglesias mangoneando en unos Presupuestos de incierto resultado, proponiendo subidas de impuestos y gasto a mansalva; mientras los independentistas gritan “¿Qué hay de lo nuestro?”, cuando ese “nuestro” supone colocar a la Nación única e indivisible en que se fundamenta la Constitución en un muy grave riesgo de ruptura…

Sí, rompo esa lanza por Susana Díaz, que se confrontó con Pedro Sánchez en unas difíciles primarias, y lo hago también por quienes, con ella, dieron la cara aquel dos de octubre: Ximo Puig, Emiliano García-Page, Micaela Navarro, Carmen Chacón, Tomás Gómez, etc., aunque alguno de entre ellos se dedique ahora a dar palmaditas en la espalda de Pedro Sánchez Y esa lanza la rompo en la cabeza de los que para llegar a la Moncloa buscaron sus apoyos en el trasnochado filocomunismo bolivariano, en los secesionistas y en los herederos de ETA, con la terrible carga que ello comporta para España. Sánchez y sus “Ministros y Ministras” creyeron (o pretendieron hacernos creer) que la crisis se había terminado y que había llegado la hora de hacer una política “expansiva”, basada en un gran aumento del gasto con la consiguiente subida de impuestos y la creación de otros nuevos, así como también en un mayor endeudamiento, cuando, en realidad, el enfermo todavía convalece.

Las continuas advertencias que nos llegan desde la UE son, de por sí, suficientemente clarificadoras de aquel error inicial. Sin embargo, sí hay mil quinientos millones de Euros y alargamiento de los plazos para el pago de la multimillonaria deuda que la “Generalitat” mantiene con el Estado, provocando el consiguiente malestar en el resto de las Comunidades.

Todo por acallar a una fiera corrupta que solamente tiene una meta obsesiva: la ruptura de España. Una fiera inasequible al desaliento que se permite rugir amenazando al Gobierno, mientras éste se limita a quitar hierro de las continuas y graves ofensas y a maullar dulcemente “diálogo, diálogo”. Es lamentable, pero cierto. Nos está tocando vivir los peores momentos desde aquella floreciente democracia de paz, concordia y progreso que nos legó la transición.

Un Gobierno débil, montado sobre el exagerado “ego” de un personaje vulgar pero tenaz, que copia en su tesis pero que ha conseguido –con menos de la cuarta parte de los Diputados- ver convertido en realidad su ansiado sueño de ocupar La Moncloa, aunque lo haya hecho entrando “por la puerta de atrás”; un Gobierno cogido con alfileres que se pasa el tiempo rectificando lo que dijo ayer, tapando agujeros y urdiendo Decretos-Leyes sin ton ni son, un Gobierno que habla de algo muy parecido a la censura de prensa y que se considera acosado por una supuesta “cacería”; un Gobierno que, al más puro estilo “Maduro”, pretende marginar al Senado porque en dicha Cámara legislativa tiene la oposición una amplia mayoría lograda en las urnas; un Gobierno obsesionado con exhumar la momia de Franco sin saber qué hacer después con ella; un Gobierno débil que, para existir, ha de apoyarse en enemigos de la Constitución y en separatistas cediendo a sus exigencias; un Gobierno que, en menos de cuatro meses, ya ha tenido que hacerse tres fotografías distintas ante la puerta del palacio de la Moncloa…

En definitiva, todo un serio peligro para lo que fue la tan admirada transición. Añoro de verdad a aquellos socialdemócratas que, hace hoy dos años y cinco días, pararon los pies a Pedro Sánchez. Como ya sostuve en otra ocasión, hay decisiones que deberían ser adoptadas necesariamente por los órganos colegiados de los partidos, siempre mejor informados, que están concebidos para eso y no para ser sustituidos por la militancia en pleno. Como definitiva demostración, basta considerar que lo que se evitó entonces es lo que está sucediendo ahora.