Una guerra unió a muchos españoles y otra guerra los separó. José Riquelme López-Bago fue un oficial altamente especializado en temas marroquíes y llegó a ser imprescindible en el trato con los rifeños. Profesor de la Academia Oficial de Árabe de Melilla, hablaba este idioma y el amazigh perfectamente. Allí conoció a Abd el Krim que fue su instructor en esa Escuela y con quién tuvo desde entonces una gran relación.
Riquelme era un hombre de baja estatura con su 1,60, nació en Tarragona el 31 de agosto de 1880, dos años antes que Abd el Krim y a los 18 ya estaba en la Academia de Infantería. En 1901 llegó a Melilla destinado al Regimiento de Infantería número 2 y peregrinó por la plaza, el peñón de Vélez y Chafarinas, quedando unido para siempre a las tierras africanas.
Casado a los 22 años con Milagros Ojeda Varona en Chafarinas, continuó su labor en la zona de Melilla y fue muy crítico con la forma en que se llevaba adelante la ocupación española del Rif después de 1912, porque era contrario de la política que regía respecto Marruecos. Durante el Protectorado, no sirvieron de nada sus advertencias sobre las injusticias que se cometieron con Mohamed ben Abd el Krim el Jatabi, al encarcelarlo en 1915 por presión de los franceses, prolongando su encierro incluso después de haberse sobreseído el expediente. Riquelme advirtió reiteradamente sobre las funestas consecuencias que podría traer la enemistad con una familia tan respetada en el Rif y sobre todo porque el padre del futuro líder rifeño era de los pocos moros amigos o favorables a España en la cabila de Beni Urriaguel.
Como era Coronel desde 1918 y gracias a sus conocimientos, estuvo destinado en la Subinspección de Tropas y Asuntos Indígenas, lo que le permitió mantener un constante contacto con los bereberes. Ese mismo año, por fin puesto en libertad, Abd el Krim huyó a Beni Urriaguel, llamó a su hermano que se encontraba en Madrid y junto a su padre, iniciaron la difícil tarea de unir a las tribus del Rif para que se levantaran contra España.
Nadie le había hecho caso de lo conveniente que era la penetración pacífica y cuando el General Silvestre fue nombrado en 1920 Comandante General de la zona oriental, Riquelme se temió lo peor. Colaboró siguiendo órdenes y cuando se produjo el desastre de Annual el 21 de julio 1921, estaba recuperándose de una intervención quirúrgica en Madrid pero, a la vista de la grave situación en que se encontraba Melilla al hundirse su Comandancia, regresó el 23 de julio y más tarde propuso llevar acabo una estrategia para salvar a la cercada guarnición de Monte Arruit mediante una arriesgada acción ofensiva pero, al serle negada la autorización para realizarla por el General Berenguer, la citada guarnición de 3000 hombres fue masacrada en agosto de ese fatídico año 1921.
La Policía Indígena fueron unidades que mantenían frecuentes contactos con las cabilas amigas e incluso enemigas. El Coronel Morales que mandó estas fuerzas había muerto en los primeros momentos de la retirada de Annual. Riquelme llegó a ser entonces Jefe de las Tropas de Policía Indígena, cargo en que cesó en 1922, quizás por su actitud frente al citado General Berenguer, terminando ese mismo año en el Ministerio de la Guerra. Esa actitud crítica le enfrentó por segunda vez con los llamados africanistas, los cuales cerraron filas alrededor del Alto Comisario.
Tras oponerse a la Dictadura de Primo de Rivera lo que le granjeó nuevas enemistades, cuando en 1924 asciende a General de Brigada, consiguió regresar a Marruecos y es destinado a la zona de Larache, cuya jefatura le fue confiada y allí colaboró con las tropas francesas en la frontera, lo que le valió la concesión de la Cruz de Comendador de la Legión de Honor, distinción que le ayudó cuando años más tarde tuvo que afrontar el exilio en París.
Eran tiempos de entendimiento con los franceses. Abd el Krim había atacado en 1925 la zona francesa y arrolló las defensas galas a lo largo del río Uarga, acercándose peligrosamente a Fez. Esta circunstancia obligó a que las potencias colonizadoras llegaran a un acuerdo para combatir a los rifeños y Riquelme recibió orden de colaborar con el coronel Freydenberg que mandaba las tropas francesas en la zona.
Sus enfrentamientos con los africanistas españoles le llevó al lado crítico porque se consideraba muy alejado de ellos y, a pesar de que fue pasado a la primera reserva a final de 1929, posteriormente la República lo repuso al servicio activo, ascendiéndolo a General de División y pasando por diversos cargos de responsabilidad. Antes, en 1927 figura iniciado como masón en la logia Mantua número 31 de Madrid.
Cuando se produjo el alzamiento militar en 1936, Riquelme permaneció fiel a la República y entonces culminó el definitivo enfrentamiento con sus compañeros de África. Fue primero jefe de la I División Orgánica con sede en Madrid y después Jefe de Operaciones del Centro, por lo que le tocó enfrentarse a sus antiguos camaradas, precisamente intentando la conquista del Alcázar de Toledo, empresa en la que fracasó, al igual que en las operaciones para frenar el avance nacionalista en Oropesa y Talavera de la Reina.
Desconfiando de él, las autoridades republicanas lo procesaron por estas poco afortunadas acciones, pero fue absuelto y volvió más adelante al servicio activo. Después de desempeñar la Comandancia militar de Barcelona, al final de la guerra civil, tuvo que exiliarse en Francia donde se casó de nuevo y, tras un largo y activo periodo en París, falleció en 1972 a los 92 años, recordando siempre sus hazañas de Marruecos, donde fue un auténtico militar africanista.
En agosto de 1942, tres años después de terminada la guerra civil, le dieron de baja en el Ejército “por encontrarse en ignorado paradero”. Incluso la Asamblea de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo cursó su baja en la misma, basándose en que ya no pertenecía a las fuerzas armadas. Y al no encontrarse presente el titular por razones obvias, el Fiscal jurídico militar de la Primera Región, dio su conformidad a estas actuaciones.
Una tragedia la del Coronel Riquelme de la Policía Indígena, empleo que él siempre destacó. Aquel hombre se enfrentó a su mundo al mantener una postura crítica respecto a sus compañeros de África e incluso declaró denunciando las injusticias que él creía se cometieron contra Abd el Krim y su familia.
Por tanto, a lo largo de su carrera militar tuvo enfrentamientos con los generales Berenguer, Silvestre, Primo de Rivera, e incluso con la República a la que criticó la escasa efectividad de las llamadas Milicias formadas por civiles que debieron enfrentarse al ejército regular de los sublevados.
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