Opinión

El rico legado histórico que atesora la Legión (II)

Desde los primeros días comenzó La Legión a adquirir su fisionomía peculiar, con alusión a las viejas glorias de la infantería española, reflejando en su emblema, un arcabuz, ballesta y alabarda, (como veremos detalladamente), la recuperación de Guiones como enseñas de unidad, el título de Caballero otorgado a los legionarios y, sobre todo, el Credo Legionario, código de conducta dictado por Millán-Astray. Y otros interesantes aspectos que configuraron el “Tercio de Extranjeros”.

Campamento de la Posición A (García Aldave)

La instrucción de las primeras compañías se efectuó en las proximidades de Ceuta, en la llamada, en aquella época “Posición A”, donde existía un reducto desde 1860 y que en 1909 estaba constituída por dos barracones de madera y chapa, donde se alojaban tropas para operaciones en el llamado en aquella época Campo Exterior de Ceuta.

En el año 1917 la “posición” se adecuó como Sanatorio de convalecientes y en 1918 la Posición A, pasó a recibir el nombre del prestigioso teniente general García Aldave

En 1920 fue ocupado para iniciar la instrucción de las primeras “compañías” del recién fundado “Tercio de Extranjeros”, hasta su traslado al famoso acuartelamiento de “Dar Riffien”, en el Protectorado Español el 17 de octubre de 1920.

En este escenario castrense y adusto, se enseñan las primeras lecciones Militares a los “Legionarios”. La instrucción en la Posición A es dura, agotadora. Aquellos voluntarios se van transformando en hombres que responden sin titubeos a las voces de mando. El trabajo era tan intenso que nadie tenía ganas de hablar en los breves momentos de descanso. Aquellos primeros voluntarios se habían convertidos en menos de un mes en soldados disciplinados, y con una gran ilusión de poder cumplir el “Credo Legionario”.

Ahora, La Legión está en la cima de su prestigio, que no toca de guerras sino de Paz en las Misiones Humanitarias en cuatro continentes.


La primera jura de bandera del Tercio de Extranjeros

Las tres Banderas organizadas (I, II, y III) al mando del Teniente Coronel Jefe y Fundador del Tercio de Extranjeros D. José Millán-Astray y Terreros, celebran el solemne acto de Jura de Bandera en la explanada del Tarajal (Ceuta). La “Bandera Nacional” corresponde a la del Regimiento de Infantería Serrallo nº 69,

El acto estuvo presidido por su fundador, el teniente coronel Millán-Astray, y la formación mandada por su lugar teniente, el comandante Francisco Franco. El teniente Lizcano de la Rosa actúa como abanderado, portando la “Bandera” desfiló a paso lento hasta el centro de la Formación. El Jefe del Tercio tomó el juramento con la siguiente fórmula:

¿Juráis a Dios y prometéis al Rey, defender la Bandera de España hasta perder hasta la última gota de sangre y no abandonar al que os mande?

Franco, en su “Diario de una Bandera” contaba: “A los acordes de la Marcha Real, se aleja por la carretera la Bandera en que prestaron su juramento los soldados, la vemos alejarse con emoción, pero sin pena ¡no es nuestra propia Bandera, que aún hemos de ganar…!

El 10 de octubre se incorporó el comandante Franco, haciéndose cargo de la Jefatura de la I Bandera, marchando al Campamento de Dar-Riffien, el 16 del mismo mes. Allí se levantó el acuartelamiento que se convertiría en casa solariega y entrañable de La Legión. Las previsiones de reclutamiento se desbordaron y, apenas dos semanas después, se organizaron la II y III Bandera.

La Legión tardó 3 años en hacerse merecedora de su “Bandera” y 7 años en que la Reina Victoria Eugenia les hiciera entrega de su propia “Bandera”, en un solemne acto celebrado solemnemente en el acuartelamiento de Dar Riffien.

En la primavera de 1923 la Bandera, “Enseña Nacional” que la Reina Doña Victoria Eugenia se había comprometido a entregar al “Tercio de Extranjeros”, ya estaba confeccionada. Una Bandera expedicionaria formada por legionarios de todas las unidades de La Legión, se desplazarían a Madrid para el acto de entrega. A finales de mayo, el entonces Jefe del Tercio, el teniente coronel D. Rafael Valenzuela Urzaiz, (Zaragoza, 23 julio de 1881 – Tafersit, 5 junio 1923) y su ayudante el capitán Ortiz de Zárate se encontraban ya en Madrid, cuando se suspendió la entrega de la “Bandera Nacional” debido a los acontecimientos que se estaban produciendo en el Protectorado de Marruecos.


Qué haces con urgencia el 4 de junio el jefe del Tercio, el volver a los campamentos de Dar Drius y Tarfesit y al frente ya de sus legionarios pronunció la famosa frase:

¡Mañana entrará el convoy en Tizzi Assa o caeremos todos en el empeño, porque nuestra raza no ha muerto aún!

El día 5 de junio, cayeron Gloriosamente el jefe del Tercio, teniente coronel Valenzuela y 63 legionarios más. La Bandera ya estaba teñida por la sangre de sus legionarios y también por la de su Jefe.

En 1927, cuatro años más tarde, finalizada la Campaña y realizada la Pacificación del Protectorado, se pudo llevar a cabo la entrega de la primera “Bandera” al “Tercio de Extranjeros. El 5 de octubre de 1.927 se realizó el solemne acto de entrega en el patio de Armas del Acuartelamiento de Dar-Riffien, del cual daremos información completa de dicho acto más adelante, con una información lo más completa posible.

Haberes del Tercio de Extranjeros

Los “Haberes” correspondientes a los miembros del “Tercio de Extranjeros”, de forma breve:

Los Jefes, Oficiales y asimilados que presten sus servicios en el “Tercio de Extranjeros”, percibirán además de los sueldos, gratificaciones y demás devengos que puedan corresponderle por sus empleos y servicios en África, una gratificación anual que se fijará en los presupuestos del Estado, y que en el actual Ejercicio será de 1.500`00 pesetas. Pago haberes legionarios

Los sargentos, suboficiales y contratados disfrutarán los devengos que tienen asignados en los restantes cuerpos de aquel territorio, y el sobrehaber mensual que se determina.

En cuanto a los legionarios alistados, el sueldo, era de 4 pesetas y 10 céntimos diarios y 350 pesetas de prima de “alistamiento”.

 

Origen: La denominación del ‘Tercio’

Encabezo este nombre de “Tercio”, al considerar que dicha palabra se incluye en primer lugar en la creación o fundación de La Legión.

Los “Tercios”, eran unidades de infantería que dominaron Europa durante el siglo XVI y buena parte del siglo XVII, han generado multitud de escritos de historiadores que han buscado ahondar más en su existencia y forma de vida. El problema, al que se enfrentan todos, y cada uno de ellos es establecer una fecha clara sobre el origen del modelo de “Tercio” de forma oficial, la falta de documentación sigue siendo la causa más robusta para solucionar esta cuestión

El 15 de noviembre de 1536 se dictaba la forma oficial la “Ordenanza de Génova”, documento en el que encontramos por primera vez la palabra “Tercio”. Se trata de una orden por lo cual el emperador Carlos V, definía la organización de todas sus fuerzas estacionadas en Italia.

El sistema organizado por las ordenanzas de 1495, 1496 y 1503 se fue afirmando y evolucionando hasta las medidas tomadas por Carlos I en Italia en 1534. A partir del periodo 1535 -1536 el modelo adoptado fue el de los “TErcios”.

Los “Tercios” nacieron en una fecha incierta y discutida entre octubre de 1534, año en que Carlos V dio la orden de reorganizar las compañías de infantería española, que la corona española tenía en Italia desde mucho tiempo atrás, y la llamada ordenanza de Génova de 1536 en la que dicta instrucciones para pagarlos.

Pese a la disolución de los “Tercios”, uno de los legados que nos han dejado dichos “Tercios”, además que su nombre, sigue siendo utilizado en la creación de los “Tercios de Extranjeros”, y en la actualidad por Unidades de La Legión y de la “Infantería de Marina Española”, fue la incorporación en nuestro vocabulario de

numerosas palabras nuevas surgidas de las campañas por diferentes países, y la rápida evolución del armamento y las técnicas de combates que se vivieron entre los siglos XVI y XVII, relato de D. Miguel Ángel García.

Por lo tanto, vamos directamente a explicar el origen de la palabra “Tercio”. Aunque su origen es algo dudoso, su procedencia más probable es la mención que aparece en una ordenanza para “Gente de Guerra” de 1.497, donde se combina la formación de la Infantería para dividirla en “Tercios”.

Repartiéronse los peones (la infantería) en “Tres partes”:

•El uno, “Tercio” con lanzas (picas), como los alemanes que las traían y llamaron “picas”

•El otro tenía nombre de “escudados” (gente de espadas).

•Y el siguiente de “ballesteros” y espingarderos.

Con el tiempo los ballesteros y espingarderos serían sustituidos por los arcabuceros.

No obstante, expuesta la primera teoría de la palabra “Tercio”, hay otra situación en la que:

Se establece que el nombre se debe a que en un principio fueron tres el número de guarniciones que conformaban los “Tercios Españoles”: Nápoles, Sicilia y Lombardía.

Son los denominados “Tercios viejos” que el emperador Carlos I de España y V de Alemania crea a lo largo del siglo XVI. Pese a todo, a día de hoy se desconoce el motivo por el cual los “Tercios españoles” eran llamados así.

Y por si falta algo; hay quienes consideran que el nombre de “Tercio”, proviene de los tres mil hombres, divididos en 12 compañías que constituían su primitiva dotación. Al parecer esta última razón parece la más acertada, ya que es la que recoge el maestre de Campo Sancho Londoño en un informe dirigido al Duque de Alba a principios del siglo XVI.

Los uniformes de los legionarios

Millán -Astray, excelente psicólogo, se preocupó desde un principio de dotar a sus legionarios de un uniforme marcial, atractivo y cómodo al mismo tiempo. Ya se anunciaba en el primer cartel de enganche: “El uniforme es vistoso”.

Una Orden Circular de fecha 4 de septiembre de 1920 establecía las prendas que habían de componer el uniforme de los legionarios. En ellas se especificaban…. “tenderá principalmente a ser práctico, cómodo, vistoso y económico”.

He aquí la relación de prendas que habían de componerlo según esta O.C.:

-Como prenda de cabeza, gorro y teresiana, quedando autorizados para ensayar el sombrero de paja en verano.

-La guerrera será de color Kaki verdoso, con cuello vuelto y bolsillos.

-El pantalón del mismo color y de forma breeche

-Las polainas, de vendas, del mismo color que el traje.

-Los zapatos color avellana, empleando dos tipos, uno para campo y otro para cuartel o campamento.

-El correaje, morral, bolsa de costado, etc, serán de los modelos usados por la Infantería.

-La prenda de abrigo será el capote-manta.

-El Jefe de cuerpo, oyendo a la junta económica propondrá el uniforme que proceda a adaptarse como definitivo.

-Los jefes y oficiales destinados en el Tercio, usarán el de este Cuerpo.

Sobre estas prendas propuestas como reglamentarias, la práctica y un cuidadoso estudio, introducen algunos cambios que completaran la airosa silueta del legionario. Así el sombrero de paja es sustituido por el de lona pespunteada, mucho más práctico, cómodo y duradero. La bota alpargata, tomada de los Regulares, se hace de uso general y desplaza a la sandalia, propuesta por el Fundador como ‘calzado de descanso’. Para las primeras campañas se adopta el correaje inglés de lona tipo ‘Mills’, que tan excelentes resultados había dado en la gran Guerra Europea; y, sobre todo, se da entrada a la inmortal “camisa legionaria” que fue introducida a propuesta del Comandante D. Adolfo Vara del Rey, camisa de tipo deportivo abierta sólo hasta la mitad del pecho, y con cuello abierto, cuello que la práctica legionaria hace llevar vuelto por encima de la guerrera, resolviendo así dos problemas: el de la comodidad y el de la limpieza. Otra prenda legionaria por excelencia la ha de constituir el gorrillo de borlita, llamado también ‘isabelino’ por recordar el antiguo gorro de cuartel de las tropas de Isabel II; el Fundador decía de él: ‘es el clásico y castizo que usaron los militares españoles luengos años. Tiene un especial atractivo, es gracioso, airoso y muy marcial. Es, desde luego, infinitamente más estético que los bonetes circulares’.

En las campañas de 1921 a 1925 el legionario consolida su silueta y así ha de permanecer hasta 1938, año que se adopta el pantalón bombacho; hasta nuestra época poco ha variado su fisonomía; el sombrero alterna con el gorrillo, las vendas por la pernera abotonada; la guerrera con la camisa. Hacia 1927, se introduce el correaje de cuero. Interesante lo escrito sobre los uniformes de José María Bueno y José González, fuente de mi información.

Los primeros uniformes: 1920

1.- Legionario en uniforme de formación. Octubre de 1920

Aún no existía una uniformidad propia; los uniformes eran los usuales de la infantería. El distintivo de los legionarios en aquellos primeros días fue una cinta con los colores nacionales que llevaban cosida al borde de la guerrera entre el segundo y tercer botón.

Se toca con el característico gorro de cuartel de los batallones de cazadores.

2.- Legionario en uniforme de cuartel y campamento. Octubre de 1920

Viste la guerrera de infantería modelo 1914, pero se toca ya con el gorrillo isabelino que habrá de ser tan característico de La Legión: este primitivo gorro, según la contrata de confección, no iba provisto de vivos rojos, solamente de la borlita.


3.- Legionario en uniforme de campamento. Octubre de 1920

Aunque lleva el pantalón-polaina de la infantería, ya viste la camisa legionaria propuesta por el comandante Vara del Rey. Nótese que estas camisas sólo están abiertas hasta la mitad del pecho, por lo que habían de introducirse por la cabeza, y que están desprovistas de hombreras; más adelante, cuando el legionario se acostumbra a pelear en mangas de camisa, surgirán las hombreras para sujetar los tirantes del correaje.

Calza sandalias, tal como especificaba el primitivo reglamento de uniformidad, según deseos de Millán-Astray, como “calzado de descanso”.

4.- Primeras campañas 1921-1922

Los clásicos y famosos capotes-manta de La Legión, fueron introducidos a propuesta del Comandante General de Ceuta Álvarez del Manzano, estando previstos de una gran capucha. Estos capotes de excelente paño, fueron usados incluso por la oficialidad no legionaria, que acudían a comprarlos a los almacenes del Tercio. Con el tiempo llegaron a ser prendas de abrigo reglamentario de todo el ejército de África.

Según cuenta Carlos Micó en su libro “Los Caballeros de La Legión”, las patillas de “boca de hacha” fueron de uso general en la 1ª Bandera, debido a que un día su comandante Francisco Franco, apareció con patillas de este tipo, y sus legionarios, que lo adoraban, inmediatamente se las dejan crecer.

Este apartado de los uniformes es muy extenso, por lo cual como se pueden imaginar, hemos realizado una selección.

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