Usar las escaleras para ir a un recado o volver de casa. Una acción cotidiana que para tres vecinos de Ceuta es todo un reto. El día a día de estos residentes es difícil. Tres casos distintos que comparten un problema de movilidad y un mismo obstáculo.
Viven en la calle Ramón de Campoamor. Su única salida son dos tramos de escaleras hasta llegar a una rampa que da salida a la vía. Tampoco existen barandillas que puedan usar de apoyo. El caso más grave es el de Mustafa, que, a sus 78 años de edad, convive con una discapacidad física y psíquica del 92% desde que tiene dos años de edad.
Usa silla de ruedas y trasladarlo se convierte en una odisea para su hermana. Jad Dull Mimun y su hija ayudan a Mustafa en este proceso. Normalmente se agarra de los barrotes de las ventanas de las casas para facilitar la caminata.
Los otros dos residentes, un hombre de avanzada edad que usa bastón y una mujer que parcialmente sufre inmovilidad tras un ictus, también se encuentran en esta misma situación. Es este el motivo por el que desde la asociación de vecinos de la barriada de Villajovita han decidido exponer la situación a nivel público.
El objetivo no es otro que pedir un cambio en la vía para facilitarle la vida a ellos. “No puede andar. Cuando subimos o bajamos, tiene que agarrar las ventanas. Le cojo de una mano. Él tiene una silla de ruedas lo que ocurre es que con las escaleras no podemos sacarla. Alguien tiene que ayudarme para cogerla. Mi hija, o un vecino, y yo la llevamos”, explica Mimun.
"No puede andar. Cuando subimos o bajamos, tiene que agarrar las ventanas"
No es posible en algunas ocasiones mover la silla. “Algunas veces no podemos traerla. Cuando bajamos lo llevamos a él en el coche, que lo dejamos arriba. Metemos a mi hermano, lo llevamos en el vehículo”, comenta.
No es plato de buen gusto para Mustafa pasar por esta situación. Su hermana cuenta cómo normalmente le es difícil. “Dice que se va a caer. Lo pasa muy mal”, menciona. “Es como un niño pequeño. Se lo hago todo. Mi madre murió en el 95. Soy su tutora”, detalla.
"A ver si nos puede ayudar alguien y hacer una barandilla o una rampa en la calle"
Mustafa ha estado siempre al cuidado de los demás. No puede estar sin dormir cerca de su hermano y tampoco puede actuar de forma independiente en muchos aspectos. Su propia calle se convierte en un recorrido lleno de pruebas.
Mimun hace un llamamiento para mejorar la vida de su hermano. “A ver si nos pueden ayudar y hacer una barandilla o una rampa”, concluye.
El día a día de Jad Dull y Mustafa se ve recortado por el problema de movilidad del segundo, así como las dificultades que tienen para salir de casa. Intentan estar fuera de su vivienda en los fines de semana, especialmente en estas fechas en las que las altas temperaturas se hacen presentes.
“Al menos esos días tenemos que salir porque si nos quedamos hace mucho calor en esta casa. Es muy pequeña y lo pasamos mal. Los demás días, los laborales, si hay médico para él, nos vamos”, señala.
Ella sobrelleva la situación de no contar con una calle libre de barreras arquitectónicas. “Yo tampoco puedo andar ya. Subo la escalera con dificultad. Menos mal que está mi hija conmigo, que me ayuda en todo”, indica. “Puedo aguantar, pero él no. Esto es lo que pasa”, asegura.
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