Dice el Gobierno de la Nación que a los policías nacionales no les falta material de protección. Lo aseguran en una respuesta ante las denuncias publicadas por los sindicatos y trasladadas al foro político oportuno por el PP.
Las respuestas políticas, como esta, chocan con la realidad de la calle, que es la que trasladan los agentes que tienen que patrullar y bailar con situaciones adversas.
Las estadísticas engañan, el mal uso de las mismas dibuja escenarios que no casan con la realidad, pero que sirven para dar luz a respuestas de este tipo. Sucede para bien y para mal.
Esto es como cuando un año no tenemos asesinatos y el año siguiente tenemos uno y la estadística de criminalidad nos cuenta que estos crímenes han aumentado un 100%. Lo mismo.
Al Gobierno central le llega la suerte de números que sirve para avalar esa situación positiva, que quita la razón a los sindicalistas que son los que recogen las quejas de los agentes.
Yo me creo más a los segundos, porque saben precisamente lo que se cuece, pero sobre todo me creo a los propios policías, que son los que tienen que enfrentarse a momentos extremos viéndose desprotegidos.
A la Policía Nacional no solo le faltan medios, sino también infraestructuras. Lo mismo le sucede a la Guardia Civil. Ambos arrastran una central antigua, impropia de las sedes comprometidas desde hace años por los distintos gobiernos.
De igual manera les faltan los recursos suficientes como para afrontar los picos extremos que se dan en Ceuta como ciudad frontera en donde la normalidad nunca casa con la seguridad.