Era previsible que el Gobierno de la Ciudad contestase a los comentarios hechos por nuestra asociación sobre la desastrosa e involutiva gestión medioambiental en Ceuta. Y lo ha hecho con el peor de los estilos posibles y con acusaciones muy graves que ponen en entredicho nuestra integridad, honradez y honestidad.
Han venido a decir que vendemos nuestro silencio de manera oportunista, se entiende que a cambio de subvenciones, y que hablamos según quien gobierne. Este tipo de argumentos proceden del manual de estilo putrefacto que utilizan los partidos políticos en nuestro país. Cada vez que alguna entidad cívica se atreve a poner en cuestión su gestión política atacan con similares argumentos y se dedican a difundir sus mensajes difamatorios por todos los cauces que tienen a su alcance, que son muchos. Con nosotros llevan haciéndolo desde que hace trece años constituimos la asociación Septem Nostra. Se aprovechan de la desconfianza que ellos mismo han sembrado sobre cualquier movimiento cívico que ejerza la crítica vigilante. Para los que les siguen el juego y actúan como cómplices en su ejercicio oligárquico del poder todos son loas y reconocimientos. Para los críticos difamación, infamias y ataques despiadados. Es una manera de combatir a estos últimos, poniendo en cuestión su honestidad, y advertir al resto de ciudadanos de que ya saben lo que les espera si se atreven a cuestionar al poder.
El complejo del poder lleva siglos refinando sus métodos y técnicas para conseguir sus objetivos, que no son otros que la acumulación de poder y dinero. La escuela inaugurada por Maquiavelo basó sus principios en la difusión de una triste descripción de la condición humana. Se empeñaron en transmitir la idea de que los seres humanos son ingratos, volubles, simulados y ansiosos de ganancias. Todo esto es cierto, pero se encargaron de borrar cualquier huella de la otra cara de la moneda, aquella que representa a estos mismos seres humanos como leales, sinceros, listos a enfrentar el peligro, indiferentes a la ganancia personal cuando están en juego los principios o las lealtades son despertadas. La visión negativa del ser humano, según la cual todos participamos de su obsesión por el dinero y el poder, ha sido siempre la excusa del absolutismo y la de sus herederos, los partidos reaccionarios, que vapulean a los ciudadanos críticos desde las tribunas oficiales.
La mayoría de la población se ha convertido en cómplices voluntarios de los que esgrimen el poder de forma despótica, a partir de la autocorrupción, es decir, con la repugnancia a cumplir los deberes públicos y la disposición para abandonar derechos políticos preciosos a cambio de una vida de complacencia no perturbada. Allí donde los ciudadanos callan y dimiten de su obligación de control y supervisión del poder, por miedo, dejadez o vagancia, el poder despótico impone su voluntad y machaca al discrepante. De este silencio colectivo se nutre el poder político que es tomado por consentimiento y la paciencia de los ciudadanos puede ser confundida con el aplauso.
Desde Septem Nostra venimos rompiendo este silencio desde hace más de una década. En este tiempo hemos podido cometer errores, pero lo que nunca hemos hecho ha sido callarnos, y menos por dinero. Ahí están las hemerotecas para demostrarlo, al igual que pueden consultar los contenidos de esta columna de opinión que mantenemos sin descanso desde el año 2001. Nunca hemos sido complacientes con el poder, aunque tampoco nos ha dolido reconocer sus aciertos. Tampoco hemos aceptado ningún intento de poner nuestra voz y nuestra pluma al servicio de intereses políticos o empresariales. Nuestra única lealtad es con la verdad y con los legítimos fines que perseguimos que no son otros que la defensa, estudio y difusión del patrimonio cultural y natural.
Como decíamos con anterioridad, el poder político confunde el silencio con el consentimiento y la paciencia con la complacencia. Con el paso del tiempo nosotros también hemos madurado y entendido que el ejercicio del gobierno no es fácil y menos en una ciudad tan compleja como Ceuta. Lo fácil es coger una máquina de fotos y dedicarse a denunciar un día sí y otro también todos los problemas que afectan a nuestros recursos naturales y culturales. Pensamos entonces que este camino podría darnos un mayor protagonismo mediático, pero no atacaba las profundas causas que subyace a estos actos y que, además, hacerlo solos no era el medio más eficaz para solucionar estos problemas. Llegamos a la conclusión de que había que aunar más voluntades para que entre todos pudiéramos diseñar un plan que nos permitiera avanzar en la sostenibilidad ambiental, social y económica de Ceuta. Así surgió la idea de promover la redacción y aprobación consensuada de la Agenda 21 Local de Ceuta, documento que consiguió el objetivo de aglutinar voluntades hacia un objetivo común, pero que fracasó estrepitosamente a la hora de convencer a unos dirigentes políticos cortoplacistas y sin la altura de miras suficiente para entender y valorar el interés de una iniciativa cívica de esta índole. Así la Agenda 21 Local terminó en un cajón, a pesar de que el Gobierno central llegó a publicar en el BOE un convenio con la Ciudad Autónoma en el que se comprometía a financiar las propuestas incluidas en la Agenda 21 Local.
Siendo Consejera de Medio Ambiente la señora Bel, le solicitamos que desempolvara la Agenda 21 Local y le propusimos dar un paso más consistente en la redacción de un plan de acción que concretara, cuantificara y priorizara las actuaciones incluidas en la Agenda 21 Local. Y así se hizo. Pero el resultado ha sido igual de infructuoso. Cuando el señor García Castañeda accedió al cargo volvimos a sacar el tema de la Agenda 21 Local y su plan de acción. Ni siquiera lo conocía y tampoco se ha preocupado en estudiarlo y analizarlo de manera conjunta, como se comprometió con nosotros. De vuelta al cajón. Nosotros, mientras tanto no hemos estado de brazos cruzados. En nuestra voluntad de escalar en los niveles de comprensión de la compleja realidad social, económica y ambiental de Ceuta promovimos el Observatorio de la Sostenibilidad, que nunca ha recibido, porque nunca lo hemos pedido, ni un duro de la Ciudad Autónoma de Ceuta. Este proyecto se ha podido llevar adelante con la colaboración de la Delegación del Gobierno, de este y del anterior Gobierno, y las subvenciones otorgadas por el SEPE en convocatorias abiertas y libres. Fruto de este esfuerzo se han emitido, hasta la fecha, seis informes muy completos y detallados que han recibido una extraordinaria acogida por parte de los medios de comunicación locales, pero que no han despertado ni el más mínimo interés en el Gobierno de la Ciudad. El único responsable político que públicamente ha expresado su interés por alguno de estos informes ha sido el actual delegado del Gobierno en Ceuta. Nadie más.
Ante la ineficacia de nuestra estrategia de conseguir avances en materia ambiental a través de la dinamización cívica, la publicación de informes concienzudos y rigurosos, el diálogo sereno, responsable y leal con las autoridades públicas, que desprecian nuestro trabajo, no nos queda otro remedio que volver a la táctica inicial de la denuncia constante en los medios de comunicación y si es necesario en los tribunales y ante las autoridades comunitarias. No nos van a persuadir de nuestros objetivos las difamaciones de personajes tan funestos como el señor Carreira al que debemos reconocer que cumple a la perfección su papel de cancerbero del poder político, escupiendo por su boca nada más que mentiras e infamias y pegando dentelladas a cualquiera que se acerque al inframundo del poder. Un político profesionalizado, con un toque de licántropo, que hará lo que sea por mantener su estatus y continuar involucrado en el entramado del poder. Su vuelta a la primera escena política es prueba de que la involución a las que nos referíamos en nuestra rueda de prensa no solo afecta a la gestión del área medioambiental, sino también a la ética y la moralidad de este gobierno. No olvidemos que el señor Carreira lanzó tan graves acusaciones contra nosotros como portavoz del Gobierno y, por tanto, en nombre de todos sus integrantes, empezando por su presidente. Un presidente altivo y displicente que esconde su cobardía moral y política azuzando a su cancerbero preferido para atacar a cualquiera que ose cuestionar a su Gobierno y, sobre todo, lo que más el preocupa, que puedan erosionar su imagen, dando muestra de que su autoadoración ha adquirido rasgos patológicos.
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