Opinión

República y “republiquetas”

Para un republicano como yo que cree que el Jefe del Estado debe ser la persona más preparada entre las elegidas por la sociedad en una votación democrática, sin necesidad de herencias o de familias, en una verdadera democracia, con separación de poderes, con una Justicia independiente , y diputados sometidos a los votantes no a los partidos políticos, que respete además la libertad de cada uno, la propiedad privada, la libertad de educación de los padres para con sus hijos, la libertad de mercado, es decir algo que nunca ha existido en España, nuestro país, y que a lo más que hemos llegado en la pedrea del destino, ha sido a meras aproximaciones, recordar las diferentes repúblicas que hemos padecido en España me produce una gran zozobra al comprobar una y otra vez que esta sociedad, por unas circunstancias o por otras no desea verdaderamente una verdadera república, sin poder disfrutar tampoco de una monarquía moderna con los mismos parámetros antes citados. Los hechos anteriores y posteriores a la I República del 11 de Febrero de 1873 como a la II del 14 de Abril 1931, lo demuestran empecinadamente.
Desde la muerte del sátrapa absolutista Fernando VII en 1833 hasta la proclamación de la II República en 1931, en estos casi cien años ha habido tiempo suficiente para haber consolidado un régimen republicano sobre todo después del peor de los Borbones, con parada y fonda, cuarenta años después, en la I República que pudo ser un ensayo positivo y que resultó completamente baldío. Nos acostumbramos entonces a los espadones, en parte por las regentes y monarcas ineficaces para dirigir un país y en parte por las guerras civiles en el interior y las coloniales en el exterior, los espadones no nos dejarían proclamar la república, salvo en dos ocasiones y desgraciadamente cuando se pudo realizar, las experiencias republicanas, aún fueron peores.
“Abajo la Isabelona, fondona y golfona”, gritaban los ciudadanos al conocer el éxito de la revolución de Septiembre de 1868, la Gloriosa, que encabezada por los generales Prim y Serrano dio al traste con la monarquía. Isabel II que veraneaba en San Sebastián tardó poco en abandonar el país e irse al vecino. Se elaboró una Constitución, la de 1869 para que los espadones pudieran manejar el país, pero era necesaria una testa coronada. Se buscó afanosamente un reemplazo durante un año, porque ¿qué íbamos a hacer los españoles sin monarca?, se rebuscó entre las Cortes menos importantes, por la cuestión del equilibrio internacional y se encontró en Italia al Duque de Aosta, Amadeo I de Saboya, que justo pasaba por allí, y ser Rey de España bien vale un viajecito y en Diciembre de 1870 apareció por Cartagena. Amadeo que aguantó veinticinco meses de no reinar ha sido el único Rey que ha dimitido, no abdicó pues no había nadie detrás, abandonó nuestro país el 11 de Febrero de 1873. “Ah per Bacco io non capisco niente. Siamo una gabbia di pazzi” (No entiendo nada. Es una jaula de locos). Fue el segundo rey masón, el primero José Bonaparte, abajo la Constitución. Aquí comienza la I República, aunque se proclamó el 7 de Junio de 1873 al ser aprobada en artículo único la propuesta que señalaba “La forma de gobierno de la Nación española es la república democrática federal”.
¿Por qué no consolidó esta I República que fue votada por mayoría en las Cortes por 218 votos a favor y 2 en contra? Porque ya nació muerta al proclamar la federación de todos los territorios de España. El primer presidente don Estanislao Figueras forma un gobierno que solo dura trece días, se encuentra con la indisciplina del Ejército, otra guerra carlista, la tercera, y la proclamación del Estado catalán por la Diputación provincial de Barcelona; su frase más célebre “Estoy hasta los cojones de todos nosotros” demostraba la situación del Congreso antes huir a Francia . Pero fue el tal Pi y Margall, el segundo Presidente , el que llevó al desastre la república, obsesionado como estaba con el sistema de pactos entre entidades autónomas para construir celularmente la sociedad, por lo que redactó un proyecto de Constitución federal, en el que se leía: ”Las regiones ABCDE, estados soberanos, declaran en uso de su autonomía, que quieren formar parte de la Federación Española”, con él aumenta el caos, estalla la sublevación cantonal, se declaran repúblicas independientes un sinfín de ciudades levantinas y andaluzas. Mientras el Gobierno incapaz de resolver los problemas se inhibe; el 18 de Julio, Pi cae después de decir que no derramaría sangre de los sublevados. Los otros dos presidentes que le sucedieron intentaron arreglar los platos rotos, pero apenas lo consiguieron. España no es un estado federal, ese fue el gran error de la I República. De nuevo un espadón, esta vez Pavía espectáculo tragicómico político en el que los soldados expulsaron del hemiciclo a los representantes de la soberanía. Terminan las “republiquetas” y vuelta la burra al trigo. Adiós I República.
Hay que esperar cincuenta y siete años hasta el 14 de Abril de 1931, en ese periodo ha habido un aumento del fenómeno anarquista que se traduce en numerosos atentados, entre ellos, dos frustrados contra el Rey Alfonso XII, otros dos también frustrados contra su hijo póstumo Alfonso XIII pero con numerosos muertos y heridos, otros dos también frustrados contra Maura y los asesinatos de Cánovas, Canalejas, y Dato. El caos en la metrópoli induce a las sublevaciones en las colonias que llevan a su pérdida; la derrota del Ejército allende los mares, y una dictadura coronada cuyo fin es él preludio de un cambio de rumbo logran, tras la marcha de otro rey, esta vez Alfonso XIII por la misma Cartagena por la que entró el amigo Amadeo I, la proclamación de la II República. Y comienza con, otra vez, la proclamación por el presidente de la Generalidad, Maciá, del Estado catalán. No hemos aprendido nada. Le dice don Niceto Alcalá a la sazón Presidente de la República, que se espere. Pero ya es el “buenismo” comunista que desde 1917 tiene prisa de imponer su revolución, ya ha asesinado a muchos millones de personas pero convence a muchos de que la revolución es el camino. Y en 1934 el partido socialista entra en ese juego y lo lidera. Tras unos primeros años de cierta estabilidad en los que la sociedad creía estar convencida de que el republicanismo puede ser tanto de derechas como de izquierdas, los socialistas no pueden tolerar la entrada de la derecha en el gobierno republicano y se tira al monte con el Lenin socialista al frente, Largo Caballero, al no admitir el resultado de las urnas. De nuevo otro caos, de nuevo otra revolución dirigida por los socialistas a los que se suman los independentistas y de nuevo otra proclamación del estado catalán, esta vez otro presidente de la Generalidad, Luís Companys, y esta vez sí que hay enfrentamiento y corre la sangre en unos casos y otros corren por las alcantarillas. Como de costumbre seguimos sin aprender. El golpista mayor es sentenciado a cadena perpetua, después será amnistiado y comenzada la guerra civil, entregado a Franco que no lo perdonaría. Desde la revolución de 1934 la suerte de la II República está echada. Seguirían dos años de enfrentamientos y de crímenes hasta el hasta aquí hemos llegado. Otra guerra civil. Tres años de guerra, treinta y seis de dictadura y de nuevo comenzamos con una Constitución más al modelo del necio Pi y Margall, otra vez la España celular, no el mismo modelo de la I República, es el más aseado de la segunda, pero ya tenemos de nuevo otra proclamación de independencia en Cataluña, todo se repite, seguimos sin aprender, seguimos con nuestro cáncer, el nacionalismo tanto el catalán como el vasco y como en la I República, la metástasis no hay quien la pare.
Al final de la I República los rumores de la pronta llegada de Alfonso XII para sanar a la desgraciada nación española y corregir el caos nacional de la mano de Cánovas, que instalaría un sistema de dos partidos ficticio para arreglarse en el “turnismo” del poder, al modelo británico, previa la correspondiente corrupción del sistema, hizo que una oleada de optimismo corriera por el país. Pareciese que con la Restauración del monarca, esta vez español, el paréntesis republicano parecería zanjado y todos habrían aprendido la lección. Hasta la llegada de la II República malograda por el partido socialista que junto a los independentistas fueron los culpables de la guerra civil. Pero ahora ¿que tenemos? De nuevo el socialismo junto a los partidos independentistas y otrora terroristas, obstaculizando la separación de poderes, y declarando de nuevo soberanos determinados territorios, con una Justicia casi inane en los altos predios de la Magistratura, sin independencia de la Fiscalía , con el comunismo en el poder, con un Tribunal Constitucional perdido. ¿Hay algún clavo donde agarrarse, algún Cánovas que nos saque del aprieto? Nos encontramos como a la salida de las dos repúblicas, pero esta vez no se ve a nadie en lontananza que pueda ayudarnos. Hemos de mirar hacia adentro, sacudirnos la galbana, ya tenemos un monarca, no puede venir otro, y lo que hay para presidente de la república es desecho de tienta. La república que llegase sería una que tuviese los cánceres de las dos anteriores, por una parte la separación celular del territorio, que llevó al desastre a la I República y la revolución social comunista que llevó al desastre a la II República. En realidad hemos llegado a una república coronada, con un farsante que desea mantenerse en el poder a cualquier precio, que abusa del poder, que pacta con lo más deleznable de la sociedad política para imponer su santa voluntad, que desprecia la separación de poderes, que está listo para conceder privilegios a los golpistas, que permite que la segunda lengua más hablada en el mundo no se hable , que pacte con independentistas las próximas concesiones, que amplíe el abanico independentista allí donde gobierna , aliándose con el comunismo, de nuevo el comunismo . Dice ahora el iletrado Maniquí que “la II República es un vínculo luminoso con nuestro pasado”, este pobre hombre ha leído nada ,ni siquiera al colega de su pasado, el tal Largo Caballero que decía que “el socialismo exige ahora una dictadura proletaria, … habrá soviet en cuanto que caiga Azaña…, antes de cinco años, España será soviética“. Así no quiero yo una república. De nuevo España.

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