El Garitón de Santa Catalina recupera su esplendor a través del reciente proyecto de restauración. El Bien de Interés Cultural, está en la recta final de esta iniciativa, que está pendiente de recepción. Hasta llegar al momento actual, ha habido un largo camino, desde cumplir su función hasta perderla y desembocar en una huella del pasado de Ceuta. Los restos de este elemento no permiten discernir si sus raíces son medievales islámicas, aunque algunos estudios apuntan a que podría haberse integrado durante este periodo y haber sufrido remodelaciones posteriores. A lo largo del siglo XVII estuvo integrado como pieza defensiva en el Recinto del Hacho.
Pasado el tiempo, el abandono, el expolio de materiales y las agresiones sufridas dieron lugar a un mal estado de conservación en el que incluso algunas de sus partes estaban destruidas. Estas pérdidas, las más graves, supusieron incluso un riesgo para su estabilidad, lo que llevó a una intervención de emergencia en 2021. Se equilibró esta parte del Garitón, se protegió con una capa geotextil y se impuso un vallado perimetral para limitar el acceso.
Este proceso de su estudio arqueológico permitió ver que bajo su estructura se hallan dos metros de altura de restos enterrados que han sido menos castigadas que las externas. Estos están relacionados con las primeras fases de su uso, según las aproximaciones.
Otros dos hallazgos han sido las jambas de entrada originales que, al ser descubiertas, dieron pie a que se rediseñara la previsión inicial en el proyecto para adaptar la abertura de acuerdo con la histórica. Se unen los fragmentos de un arco que era parte precisamente de esta. A su vez se ha estimado que el pavimento original, que ha sido recuperado, estaba 85 centímetros por debajo del actual. El procedimiento reciente ha retirado relleno de morteros, ha instaurado una protección a este suelo y ha implantado un nuevo sistema de drenaje sostenible. Todas las acciones se han visto acompañadas de materiales tradicionales y de morteros de cal.
A su vez, este elemento no se considera como algo aislado, ya que pertenece al Parque Urbano de Santa Catalina, un espacio verde “en el que se conecta el patrimonio natural con el histórico”. Este espacio, de hecho, está en fase de regeneración.
El Garitón vuelve a tener el valor que un día perdió a causa del descuido y del paso del tiempo. Así, con este refuerzo, se pone freno a la erosión del paso de los años y se asegura que este BIC llegue vivo a las futuras generaciones.
Una de las claves de esta conservación ha sido el uso de materiales de carácter tradicional que sean compatibles con los que se usaron en el minuto uno de su construcción. Ello garantiza que sea fiel a nivel arquitectónico, pero, también la garantía de que estará completamente mimetizado con el entorno. Se ha empleado mampostería de piedra caliza, muy similar al original. Así se han reedificado esas paredes que se mostraban desnudas a los ojos de los curiosos.
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