Hace un par de semanas que nuestro dilecto alcalde y su séquito más íntimo nos ha regalado a todos los caballas una ceremoniosa representación de ofrecimiento de buenas intenciones a la Virgen de África.
Como buen conservador y tradicionalista al señor Vivas se le ve exultante, dichoso y orgulloso de hacer este tipo de actos folclóricos-religiosos en nombre de todos.
Con independencia de la forma de espiritualidad que cada persona elija, una tradición histórica como esta no puede ofender a ningún creyente de cualquier otra religión de nuestra marinera ciudad.
No obstante, si que puede incomodar a la razón política ya que en una democracia laica este tipo de actos debería quedar encargado a destacados representantes de entidades religiosas y no al mandamás político de Ceuta.
Siendo él mismo, devoto de la mencionada virgen no debería sentirse dichoso con el honor sino que justamente tendría que declinarlo discretamente a favor de la laicidad y la concordia política; corresponde, por tanto, a los representantes políticos cumplir el compromiso firmado por aquellos lideres constitucionales que trabajaron en la transición política.
Por ello, su frase final del voto a la virgen por muy sentido que fuera hace alusión a los “hijos que la veneran” dejando por desgracia huérfanos de patrona a aquellos que no se sienten atraídos por la religión o acaso a los que ven en la propia representación de deidades algo reprobable.
En vez de apuntarse irreflexivamente a un acto que debería quedar en los anales de la política despótica del diecisiete y procurar su transformación en una representación meramente histórico-religioso de interés general y sin tintes partidistas.
No obstante, insinuarle al señor Vivas que tenga un gesto políticamente correcto a favor de las reformas que necesita nuestra democracia, sin necesidad de negar la tradiciones ni ofender a los creyentes, es como solicitar que la claridad mental fuera patrimonio de todo ser humano, básicamente una quimera.
En una España que continua sin interiorizar ni asumir su condición de democracia moderna los gestos que separan las creencias espirituales personales de la acción de gobierno son de especial importancia.
No obstante, nuestro alcalde no parece que pueda ser recordado por los grandes gestos sino por su prosaica y poco eficiente manera de gestionar los presupuestos de la ciudad y su escasa capacidad para designar puestos políticos a cargo de la gestión municipal.
A pesar de todo lo comentado hasta este momento, no se podrá negar que el señor alcalde tiene una gran fijación con la religión católica quizá porque los años se agolpan entorno a su ser y se sienta ya algo más cercano que antes a los santos y a los arcángeles.
No obstante, todo creyente debería medir bien sus promesas ante sus dioses y por supuesto cumplirlas cuando se está solicitando tantos parabienes en beneficio de su pueblo. Entre otros motivos porque el dios al que reza nuestro alcalde es el del viejo testamento y ya sabemos a través de sus libros sagrados que no le tiembla mucho el pulso a la hora de exigir virtudes y castigar pecados y veleidades.
No debería olvidar que él mismo, a pesar de toda la pompa con la que gusta regodearse con o sin maza, no deja de ser una pequeña oveja más de todas las que coexisten en el amplio rebaño humano. Entre los votos que más sonoramente han llegado a nuestros oídos pronunciados por el alcalde nos gustaría destacar los de sabiduría, fortaleza, bonanza y ecuanimidad.
Justamente nuestro alcalde los ha solicitado para llevar a buen puerto su gestión política en beneficio de la ciudad. Pero viendo como nos va a todos bajo el yugo de la política rodillo que se practica en el ayuntamiento ceutí, no creo que la Virgen de África le este concediendo mucho favor.
En principio, solicitar bonanza en Ceuta, que está surcada tradicionalmente por fuertes vientos durante la gran parte del año nos parece poco realista salvo que se diera un milagro en continuo que además causaría muchos problemas pues necesitamos los vientos para que nuestro medio marino este saneado y muchos otros procesos oceanográficos se produzcan en el mar procurando buenas temperaturas y productividad además de otras cuestiones. No pida bonanza señor Vivas que es poco inteligente para un alcalde del siglo XXI.
Ecuanimidad podría interpretarse como la imparcialidad de juicio que el alcalde solicita pero que no se aplica puesto que asciende a cualquiera de su tribu política a los puestos políticos por su propia decisión y criterio.
Por ello, la ciudad está soportando un delegado del gobierno que dejará una terrorífica impronta difícilmente de borrar en el imaginario popular de nuestra bonita y marinera ciudad. En cuanto a la fortaleza, le debería servir al alcalde para reprimir los impulsos tan acusados que tiene en nombrar personas hartamente inapropiadas para ocupar cualquier tipo de puesto político.
Esta falta de autocontrol ha motivado que la gerencia de la sociedad municipal de la vivienda haya estado ocupada por una persona que lleva muchos meses en prisión preventiva por sus manejos en la concesión de viviendas municipales.
Por último, la sabiduría que usted solicita no parece que le acompañe en el nombramiento de cargos políticos en el área de medioambiente, lugar que lleva ninguneando sistemáticamente y que ha dejado olvidado desde hace siete años.
Esta misma sabiduría no le llega ni para entender que la participación ciudadana es importante y que el poder se comparte entre todos los representantes políticos de la asamblea municipal. Justamente, la sabiduría es una forma de estar en la vida en la que se contempla a los demás como parte de la totalidad y por lo tanto se les invita a formar parte de la gestión común de los asuntos públicos.
Un persona que desea acercarse en algún momento a la sabiduría no ve a los demás como meros receptores de sus grandes políticas, esta visión es más bien propia de un megalómano iluminado y adicto al poder. Por ello, usted tiende a justificarlo todo merced a su mayoría absoluta que es una especie de talismán frente a cualquier crítica como por ejemplo la que justamente le hacemos muchos ceutíes ante su loca idea de gastar un dinero que no tiene en la innecesaria obra de renovación de la Gran Vía.
Una obra que solo los compromisos políticos de su partido con una empresa pública aciertan en parte a justificar, el resto es del culto hacia su propia persona y su obsesión inútil por llegar a ser una excelsa figura en la historia de la ciudad.
Prefiero pensar que nuestro alcalde es un devoto cristiano con muchas limitaciones en vez de un impostor. Por ello, debería reflexionar siquiera un poco a propósito de su fe, del juicio final y todo eso antes de asumir que los votos que hace y deja sin cumplir le pueden pasar factura en el más allá en el que seguro que cree fervorosamente.
Para los que piensen que la situación política es peor ahora que otros tiempos dejo unas reflexiones de Jonathan Swift a colación del segundo viaje de Gulliver a la tierra de “Brobdingnag” que escribió su famoso libro solo unos años después de que el voto a la Virgen de África se hiciera por primera vez en Ceuta.
“Mi pequeño amigo Grildrig (que es como llamaron al caballero Gulliver en Brobdingnag)…has demostrado claramente que la ignorancia, la holgazanería y el vicio son los ingredientes necesarios para capacitar a un legislador.
Que quienes mejor explican, interpretan y aplican las leyes son aquellos cuyos intereses y habilidades consisten en pervertirlas, confundirlas y eludirlas. De cuanto has dicho se infiere que entre vosotros no sea preciso talento alguno para conseguir ningún cargo, ni mucho menos que los hombres se ennoblezcan en razón de su virtud,…ni los senadores por su amor a la patria, o los consejeros por su sabiduría.”