Me ha pasado como a tantos y tantos millones de españoles. No me esperaba el anuncio de la abdicación de S.M. el Rey D. Juan Carlos I de España, y menos cuando hace apenas unos meses había dicho, con su tradicional campechanía, que “tenía cuerda para rato”.
El reinado de D. Juan Carlos ha sido decisivo en la historia de nuestra nación. Él, con el apoyo inestimable de Adolfo Suárez,
fueron los artífices de la democratización de España, llevada a cabo mediante una transición ejemplar, a la que colaboraron –eran otros tiempos- los líderes políticos de los distintos partidos representados en las Cortes tras aquellas primeras elecciones, celebradas en 1977. Su intervención en TVE, en pleno golpe del 23-F, resultó esencial.
Durante sus casi 39 años como monarca, y aunque haya cometido errores como el que le llevó a reconocer públicamente que se había equivocado, ha sabido mantenerse con dignidad en su papel institucional. El video de su famoso “por qué no te callas” a Chavez dió la vuelta al mundo Creo que los principales disgustos que le han afectado han venido desde su propia familia, porque -eso sí, con vaivenes- la institución monárquica ha ido contando siempre con el apoyo y el respeto de la mayoría de los españoles.
Ceuta tiene con él –y con la Reina Dº Sofía- una deuda de profunda gratitud. Aquella histórica visita del día 6 de noviembre de 2007 ha quedado inscrita con letras de oro en los anales de la ciudad, Nuestro pueblo en pleno demostró entonces su alegría y su patriotismo ante todos los medios informativos, como recogió Antonio Burgos en un inolvidable artículo titulado “Yo quiero ser caballa” que debería reproducirse cada año en el aniversario del acontecimiento Ahora le toca venir a quien va a llevar el nombre de Felipe VI. Ya empezamos a esperarlo.
Personalmente, he tenido varios contactos con D. Juan Carlos. Lo he saludado en el Congreso de los Diputados y en su referida visita a Ceuta; en 1980, y como Secretario 1º de la Comisión de Defensa del Congreso, estuve con él en el acto de entrega a la Armada de la corbeta “Infanta Elena”, que tuvo lugar en el puerto de Cartagena; he formado parte de la representación de la Cámara de Comercio de Ceuta, cuando la recibió, allá por los albores de su reinado –aún se estaba elaborando la Constitución- y se le pidió que el nombre de Ceuta -como después sucedió- figurase expresamente en su texto; e igualmente, como miembro entonces del Consejo de Administración de su empresa editora, participé en la audiencia que le concedió en 1984, al cumplirse el cincuentenario de “El Faro de Ceuta”. Por cierto que en el curso de ella, D. Juan Carlos me sorprendió al dirigirse a mí por mi apellido. Sabía quien era yo. En estos encuentros, siempre se mostró abierto y cordial, interesándose por los asuntos de Ceuta.
Tras conocer que ya hay quienes, desde más allá del PSOE, solicitan la inmediata celebración de un referendum sobre monarquía o república, persistiendo en esa errónea idea de que lo republicano es patrimonio exclusivo de la izquierda, he oído la intervención de D. Juan Carlos, atribuyendo su decisión de abdicar a la conveniencia de llevar a cabo un relevo generacional, con nuevas energías, que considera necesario para bien de España.
Ojalá acierte.
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