Que la pandemia haya tenido alguna consecuencia práctica era difícil. Por eso en el Tarajal, acostumbrados a que todo funcione al revés, entraba esa posibilidad. Y ha sido precisamente el cierre del paso de Marruecos con Ceuta lo que ha permitido que la obra de remodelación esté cumpliendo los plazos al no toparse ni con tráfico de vehículos ni avalanchas de personas. La Delegación del Gobierno confirmaba esta misma semana que se están cumpliendo los plazos, estimando en un breve periodo de tiempo la finalización de una fase que ha consistido básicamente en el cambio de las canalizaciones usadas para la entrada y salida de personas, además del cambio completo en la estructura del techado cuya degradación y oxidación era notoria. A las actuaciones dentro del propio paso fronterizo se han sumado las de la carretera que conduce a este punto, en donde el asfaltado va extendiéndose en las distintas comunicaciones, una labor impensable de no haberse cortado al 100% el tráfico y traslado de vehículos y personas entre ambos países.
La apertura del paso fronterizo traerá consigo cambios, sobre todo en los perfiles de las personas que podrían entrar en Ceuta, que tendrán que estar regularizadas y con unas condiciones mínimas. En esto está atento el reino alauita, en que las condiciones de empleabilidad de quienes puedan entrar y salir sin problemas sea ajeno a muchas de las condiciones de las que han tenido conocimiento tras hacer un estudio de las transfronterizas que trabajan en casas y remitirlo a Rabat.
Durante cinco meses se ha avanzado en las acciones de reforma, ya que estas obras fueron consideradas esenciales por el Ministerio de Interior por lo que los trabajos continuaron aun en los peores tiempos del confinamiento. Sin el tránsito diario y sin la OPE se ha podido dar cumplimiento a las distintas fases que culminarán con la eliminación de las jaulas, con un control facial enmarcado en la famosa frontera inteligente y con unas estructuras peatonales que nada tiene que ver con los tornos y las rejas ubicadas en la zona hasta la fecha.
Los trabajos encauzados por el Ministerio de Interior se han centrado en la retirada o cambio de estructuras que estaban en un pésimo estado, amén de la mejora de las instalaciones usadas por las distintas fuerzas de seguridad. Un conjunto que llevaba años lejos de cualquier tipo de inversión ambiciosa como merecía la denominada frontera sur de Europa.
Esta semana Ceuta y Melilla se comprometieron a perfilar el documento que prevén elevar al Ministerio de Interior para que, en la nueva frontera, se tengan en cuenta las aspiraciones, querencias y compromisos de ambas ciudades en esa negociación del futuro paso fronterizo que quiere acordar España y Marruecos. Porque si algo sí se tiene claro es que la frontera nunca será como antes, que por fin las famosas avalanchas y el porteo ya no escribirán más capítulos de una crónica que se escribió a base de renglones demasiado torcidos.
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