El coronel de Aviación, Emilio Herrera Alonso, un magnífico historiador, en su libro Aire, arena y fuego, así dice: “cada autor expone la campaña de Ifni-Sáhara como si la hubiese realizado casi exclusivamente el arma a la que pertenece, pero, concretamente, a la Aviación apenas le conceden algún papel en dicha guerra”. Pero a ello hay que añadir, y esto lo afirma dicho coronel y yo me uno a ello, el que la Aviación fuera la protagonista de aquella campaña, y sin ella no hubiesen podido llevar a cabo todas las operaciones en que intervinieron las tropas españolas.
Los primeros transportes de tropas
Tras los ataques del 23 de noviembre de 1957, la primera determinación del Gobierno fue el traslado de tropas del territorio peninsular al África Occidental Española, ya que la guarnición con que contaban dichos territorios era a todas luces insuficiente para contrarrestar los ataques de las bandas rebeldes.
Con anterioridad al 23 de noviembre, en la Base Aérea de Getafe (Madrid), se recibe la orden para que se dispongan los suficientes aviones para trasladar una bandera de La Legión desde Tauima (Marruecos) a Villa Bens. Al día siguiente de recibir esta orden, el 4 de noviembre, nueve aviones Douglas (C-47), del ala 35 del Ejército del Aire de la Base Aérea de Getafe, al mando de su coronel jefe, Emilio Jiménez Ugarte Millas, se ponía en marcha la que se iba a denominar Operación Águila, despegando desde dicha base madrileña hasta el aeródromo de Nador (Marruecos). Y con el fin de atender el mantenimiento de dichos aviones, se trasladaban ocho suboficiales especialistas, con todo el material preciso para el atendimiento en tierra de esta flota de nueve aviones de transporte.
En tan sólo siete días del mes de noviembre, los aviones de transporte del Ejército del Aire habían transportado a Ifni un total de 1.667 hombres con su correspondiente equipo y armamento, así como municiones, 86.160 kilos de víveres y material de transmisiones. El 1 de diciembre de 1957, aterrizaban en el aeródromo de Sidi Ifni diez aviones (T.2B) Junkers, al mando del teniente coronel Alfredo Suárez Ochoa, con 6.000 kilos de víveres y municiones. Desde el aeropuerto de Los Rodeos (Tenerife) salían otros dos Junkers que transportaban un equipo quirúrgico, aterrizando en Sidi Ifni.
Sin interrupción, y cumpliendo lo previsto en la orden de operaciones, el 5 de noviembre de 1957, estos aviones de transporte habían trasladado a 152 legionarios de la II Bandera de la Legión, con todos sus equipos y 1.000 kilos de diverso material al aeródromo de Villa Bens, todo ello tras un vuelo de cinco horas y media sin ningún percance. Con ello habían cumplido a la perfección la denominada Operación Águila.
Pocas horas después, el 5 de noviembre, cuatro aviones Douglas, al mando del teniente coronel Carlos Dolz-Espejo, F. de la Riva, despegaban de la Base Aérea de Getafe y, pocas horas después, aterrizaban en el aeródromo de Nador (Marruecos) donde desembarcaban 52 hombres y 1.600 kilos de material diverso.
El día 7 de noviembre, trece aviones Douglas despegaban del aeródromo de Nador, transportando 204 legionarios y 2.828 kilos de diverso material de la II Bandera de La Legión, aterrizando dicho día por la tarde en el de Villa Bens. El esfuerzo de aquellas tripulaciones hizo posible que, al finalizar dicha operación, hubieran transportado un total de 585 legionarios y 9.200 kilos de equipos y material de dicha Bandera.
El testimonio de un piloto
Poco tiempo antes de su fallecimiento, mi buen amigo el coronel de Aviación, Juan F. Casteleiro Licetti, me regaló un valioso documento en el cual constan todas las operaciones en que intervino en la guerra de Ifni-Sáhara. Con la lectura de dichos documentos se demuestra el enorme esfuerzo, sacrificio y, muchas veces, el hecho de volar en condiciones adversas, jugándose sus propias vidas aquellas tripulaciones, así como de las misiones de ayuda y cooperación de sus hermanos de armas, el Ejército de Tierra.
En los citados documentos de este coronel, así dice: “el 22 de noviembre de 1957 paso a prestar mis servicios al 361º Escuadrón, en la Base Aérea de Gando. El 23 de noviembre soy destacado al sector aéreo de Ifni, y el 2 de enero de 1958 soy trasladado a la Base Aérea de Gando. El 4 de enero despego con un Junkers a El Aaiún y Villa Bens, trasladando granadas de mano. El 9 de enero del mismo año, despego de Gando a Villa Bens, transportando tropas. El día 11, de nuevo despego de Gando-Villa Bens-Aaiún, transportando víveres. El 14 de enero Gando-Aaiún-Gando, transportando heridos de la XIII Bandera de la Legión del combate de Edchera.
El 15 de enero, despego de Gando para transportar víveres al aeródromo de Sidi Ifni, y el mismo día, de nuevo Gando-Sidi Ifni, transportando bidones de gasolina. El día 17 despego de Gando-Aaiún, transportando alojamiento médico y, en el mismo día, Aaiún-Villa Bens transportando tropas.
En la mañana del 23 de enero, despego de Gando-Aaiún transportando material de aviación y material médico. En el mismo día y por la tarde, Aaiún-Gando, transportando material del gobierno. El día 25 de enero despego de Gando-Aaiún, transportando medicinas y material de aviación. En el mismo día Aaiún-Gando transportando personal militar y del Estado Mayor del Gobierno General del Sáhara.
El 1 de febrero de 1958, despego de Ifni-Aaiún transportando víveres y, posteriormente, al aeródromo de Villa Bens transportando material y heridos. El 9 de febrero, Gando-Aaiún, transporte de víveres y, posteriormente, a Villa Bens, transportando material y heridos. El 10 de febrero, transporte de paracaidistas del Escuadrón Paracaidista del Ejército del Aire, donde son lanzados sobre Smara.
Hasta el 24 de febrero de 1958, el fallecido coronel Juan F. Casteleiro Licetti, en sus servicios de guerra voló nada menos que 152 horas y 45 minutos, lo que avala lo antes mencionado, el gran esfuerzo y entrega de este piloto al igual que sus compañeros, y la mejor explicación al ejemplar comportamiento de estas tripulaciones”.
Pero, quizás, quien mejor glosó el heroico comportamiento de las tripulaciones del Ejército del Aire, vino del diario El Día: “la Aviación ha cooperado en tan íntimo enlace con las fuerzas terrestres que puede decirse que ha sido un arma única de gran acometividad, que pudo conseguir los más penosos objetivos”, El Día, 4 de marzo de 1958.