Eran tiempos de ilusiones y buenas sensaciones los que se sucedieron en los últimos días de junio del año 2010. La Asociación Deportiva Ceuta no conseguía meterse en los play-offs de ascenso a la Segunda División y la directiva que presidía Felipe Escane estaba en la cuerda floja. Mediante escrito, le solicité al Presidente de la ciudad, máximo accionista del club y de la misma manera al Presidente del equipo que, posiblemente, fuera el momento de dejar paso a otra persona que dirigiera los designios del conjunto caballa. El Sr. Escane accedió a mi petición de optar a hacerme cargo del mismo ante tanto fracaso y así se lo hizo saber, en rueda de prensa, a los medios de comunicación de la ciudad. En aquel momento, la única solicitud que existía en sus oficinas era la mía. Posteriormente, Manuel Luque (QEPD) y José Antonio Muñoz también optaban a ocupar la Presidencia del club. A pesar de ello, fuí invitado por Felipe Escane a visitar las oficinas del club donde, sin omitir la realidad económica del equipo, me puso al día. Las deudas eran importantes y año a año, habían ido superándose. Posteriormente y en una reunión maquiavélica de hora y media con el Presidente de la Ciudad, innecesaria e impropia, donde no me convenció en absoluto y donde pude comprobar que yo no era la persona que él quería para desempeñar dicho puesto, y como premisa sacada de la manga, a los pocos días supe que era necesario llevar dos años de abonado, cláusula que antes no existía y que fue instaurada para eliminarme del deseo que tenía por dirigir al equipo. Era un equipo que tenía el nombre de Asociación pero que no contaba con socios. Cuando el cargo se le adjudicó al Presidente no electo, porque no tuvo contrincantes para luchar por esa candidatura. Manuel Luque fue amenazado y tuvo que desistir de acceder al puesto que se dirimía.
Con unos fichajes estratosféricos donde llegaron al club 19 jugadores de una tacada, todos bajo la dirección técnica de un jugador que jugó anteriormente en el Atlético de Ceuta, Sr. Peguero, entre ellos varios caboverdianos y un entrenador portugués. Los demás jugadores procedían de equipos que el año anterior habían jugado en Segunda división, como eran Baigorri, Seguro, Zamora, Mansilla, etc... el único canterano de aquel equipo se llamaba Villatoro, un jugador que, con continuidad, habría sido muy interesante para el equipo. Recuerdo un balón que le dejó con maestría a Sandro Méndez en el Álvarez Claros de Melilla, que aquel hizo gol. La política del nuevo Presidente no estaba basada en los canteranos. Confundido, desconocía que aquella no era la forma de hacer un buen equipo. Pero fundamentado en la inseguridad, cesó al entrenador y trajo a Andoni Goicoechea, cuyo trabajo fue muy negativo y que le costó un buen dinero. Como este entrenador desconocía como se jugaba en este grupo, dejó que se fuera un mes antes de que terminara la liga, igual que hizo con su secretario técnico al que dejó marchar mucho antes. Un despropósito auténtico que le hizo no acceder a jugar la fase de ascenso. Un desastre...
El segundo año es mejor no tocarlo porque se llevó el equipo a Sevilla, y donde los jugadores llegaron a poner pancartas por falta de pago e incluso poniéndose habitualmente de rodillas. No quisiera dejar en el olvido que, en el primer año de Presidencia, tuvimos la visita del FC. Barcelona que dejó mucho dinero en las arcas y que según la asamblea que se realizó en el segundo año, con el equipo ya desaparecido, parece ser que los gastos ascendieron a 1.400.000 euros. Demasiado dinero para un equipo de Segunda B y con jugadores del equipo que no tenían ficha pero si cobraban. ¿Acaso esto es normal? Pues hoy día y con el cambio político que se ha producido, no sería aberrante dotar a los aficionados y a la sociedad el conocer qué gastos ha tenido este desaparecido equipo en sus quince o dieciséis años de vida. Creo que el Fútbol no es esto, precisamente...
Todos sabemos de quien hablas, oscuro personaje que se pasea ufano por la ciudad, creyendo que los demás no sabemos su gestión interesada en el primer club de la ciudad, contando, clara está, con la colaboración necesaria de la misma.
Personaje despreciable.
Lo que sucedió en aquella época clama a todos los ángeles del cielo.