A veces no nos damos cuenta de que nuestra actitud frente a una determinada situación o problema, incide de manera directa en la actitud de los demás. Y si esto lo trasladamos al ámbito político y la palabra “demás” la eliminamos y sustituimos por “la ciudadanía a la que se representa”, es evidente que la importancia de esta reflexión trasciende enormemente.
Pues esta es la coyuntura política en la que nos encontramos ahora mismo en nuestra ciudad. Lejos de llegar a un entendimiento y de abordar los problemas con el respeto y la coherencia que se le exige a cualquier representante político, vemos cómo nuestros supuestos representantes se tiran los trastos a la cabeza, se insultan, se faltan al respeto y se ensarzan en una pelea sin sentido y que nos perjudica claramente a todos los ceutíes. Y estamos hablando de la supuesta “izquierda-progresista”.
¿Cómo es posible que no se den cuenta de que su irresponsabilidad y esa lamentable lucha de egos, no nos va a llevar a ninguna parte, sino que más bien, nos vamos a ver abocados a un tremendo fracaso e incluso al desarraigo político?
Porque continuar alentando este caos, sólo puede tener un trágico desenlace: el crecimiento imparable de la derecha y de la ultraderecha. Es evidente que este vergonzoso espectáculo al que estamos asistiendo los ceutíes, sirve de motivación y para insuflarle vida a una derecha que ya se estaba quedando atrás. Y es una oportunidad perfecta para la ultraderecha, que no dudará en recriminarles a los partidos de izquierda su falta de irresponsabilidad y de coherencia para tratar una cuestión tan importante como es decidir si nos gobernará la derecha o la izquierda.
Algo tan simple como elegir entre derecha, ultraderecha o izquierda, se ve que no lo entienden los partidos con representación asamblearia en nuestra ciudad que se hacen llamar de izquierda o progresistas, e incluso se atreven a eregirse como los verdaderos defensores del interés general. Pura hipocresía disfrazada de una falsa preocupación por lo “mal” que lo han hecho los demás y lo “mal” que se presupone que lo harán en el futuro.
¿No es extraño que todo se centre en estúpidos reproches, insultos, dimes y diretes entre nuestros supuestos representantes políticos de “izquierda” y "progresistas”, y sin embargo, se hayan olvidado del verdadero problema: el Partido Popular y sus verdaderos socios de ideología, que son quienes realmente están dispuestos a llevarnos al peor escenario que los españoles nos podamos imaginar?
Quiero hacer un llamamiento al diálogo, al respeto y a la coherencia, para que nuestros representantes políticos que dicen representarnos, abandonen esta infantil actitud, y piensen realmente en el interés y el bienestar de la ciudadanía y en lo que nos jugamos realmente el próximo 10-N; porque recuerden que la política está para servir y no para servirse.
Fidel Castro y Daniel Ortega y antes Stalin y posiblemente otros eran de izquierda con principios, y terminaron dictadores sin principios.